viernes, 18 de agosto de 2023

Licencias otorgadas para la construcción de chozas y barracas por el Marqués de Ayamonte a los colonos de la Real Isla de La Higuerita en los primeros años de su fundación.

Artículo publicado en el periódico La Higuerita  15-8-2023

Licencia otorgada a Joseph Francisco Mathias, 5-8-1777

 

El Padre José Mirabent, nos apunta en sus Memorias sobre la Fundación y Progresos de la Real Isla de la Higuerita, que la primera choza para el tráfico de salazón y espicha fue levantada por Arnau, patrón de una de las Compañías que se asentaron en 1756 tras el maremoto, y que sucesivamente fueron formando otras en el mismo año, situándola cada uno en el lugar de más  acomodo, sin pararse en el orden y simetría.

Este establecimiento, en muy pocos años fue creciendo en edificios necesarios para alojar a los pobladores que iban llegando para elaborar el pescado en chozas y barracas que se iban construyendo a discreción. En 1757,  varios patrones de diferentes compañías, construyeron una barraca para la celebración de la santa misa.

Aquellas chozas provisionales y que eran utilizadas por temporadas, sufrían mil incomodidades y privaciones y estaban amenazadas por los incendios que se producían muy a menudo. Según el ilustre sacerdote, por los años de 17601, se quemaron todas las posesiones que estaban situadas cerca del río en lo que ahora es la calle San Francisco. El segundo de los grandes incendios acaeció en 17872 y en él perecieron con todos sus útiles al tráfico  las que estaban en el cuadro o manzana que hoy ocupan los Almacenes de D. José Soler, y Robira, y el de D. Juan Milá ( hoy Avda. Padre J. Mirabent) y el tercer incendio, se produjo por los años de 1804/53 donde se quemaron en el barrio alto de veinte y cuatro á veinte y cinco chozas (El barrio alto era el Cuquimán, actual Avda. Ángel Pérez, Paseo de Las Palmeras).

En este orden de cosas, también nos apunta, que el primer almacén4 de material lo levantó la Compañía de Antonio Salerich, el segundo Juan Pascual, el tercero Antonio Rivera, después Bartolomé Coll, y el Almacén del Duque para los utensilios del establecimiento de la Almadraba de Atunes.

En el informe realizado para el pleito5 entre el Marqués de Astorga, la ciudad de Ayamonte y la villa de La Redondela, y por el otro, la Corona, representada por el ministro de Marina de Ayamonte, don Antonio Miguel Visorio el 25 de octubre de 1784, la población de La Higuerita contaba con 60 vecinos, la mayor parte de ellos catalanes y matriculados los cuales, habían construido a su costa varios almacenes destinados al acopio de sardinas, así como una iglesia para la celebración del “Santo Sacrificio de la Misa” cuyos capellanes, puestos por el ministro de Marina, también habían sido pagado por ellos.

Los colonos representados por la Marina contra la Jurisdicción Señorial del Partido de Ayamonte y  La Redondela, iniciaron un litigio,  motivado porque comenzaron a extender6 sus varas de hierro sobre estos desvalidos habitantes. A la sombra de la Justicia hacían frecuentes incursiones, y más de una vez causaron vexaciones, molestias, é incomodidades, que solo podían redimir, y evitar con el dinero. Los catalanes habían ganado a su favor en varias ocasiones y estos conflictos,  se sucedieron mientras les seguían exigiendo  el pago de derechos por los alimentos así como por la madera que cortaban para la construcción de sus barracas. Puestos en conocimiento del Rey, este vino a resolver contra el Marqués de Astorga sobre la pertenencia de la Isla el 15 de abril de 1788, una decisión tan clara y determinante que no respetaron y tanto el Corregidor de Ayamonte como los alcaldes de La Redondela, que seguían afirmando, que era su término jurisdiccional y  unos y otros realizaban incursiones y los multaban hasta que en el año de 1799 se incorporó definitivamente a la corona. 

Queda claro, que aquellos primeros pescadores levantaron sus chozas como bien nos apunta el Padre Mirabent, de una manera anárquica y cada uno donde mejor convenía, hasta que el Ayuntamiento de Ayamonte ejerció sobre la zona su control obligando a pagar impuestos y regulando sus construcciones. Es por lo que posteriormente, los  pescadores tenían que solicitar autorización al marqués de Ayamonte para poder levantar sus chozas, así encontramos en el libro Capitular7 del Ayuntamiento de  Ayamonte, los documentos que lo certifican.

La choza más antigua documentada que hemos podido encontrar con fecha 30-9-1770 fue solicitada con suplica al marqués,  por Salvador ¿Salva?, de la nación catalana, residente en la Playa de La Higuerita, quién solicitó autorización para construir una choza de 80 varas de largo por doce de ancho para la pesca y el tráfico de sardinas, y que lindaba con Bernardo Partagas, Pedro Carbonell y don Juan Patiño.

La segunda inscripción encontrada es la petición realizada por Bartolomé Soler,  catalán, patrón de compañía de traficantes de sardinas en la Playa de La Higuerita, que solicitó una licencia para construir una choza de piedra y cal junto al rio para almacén el 2 de julio de 1777.

El 5 de agosto de 1777, se le concedía autorización para la construcción de una choza o cabaña en sitio desocupado en  la Playa de La Higuerita, termino de la ciudad de Ayamonte, por el alcalde ordinario Francisco Medero, en la jurisdicción del Marquesado a Joseph Francisco Mathias, entre las chozas de Bartholomé Colomé y Gaspar Ramírez, suplicándole al marqués su autorización.  Se le concedió dejando entre los linderos, transito a la entrada y a la salida con un  ancho dos varas más o menos.

El 7 de agosto de 1777, se le concedía a Jacinto Domingos autorización para la construcción de una barraca o choza para su familia en la Playa de La Higuerita.

Licencia otorgada a Josep Monell, el 15-9-1777


El 15 de septiembre de 1777, Josep Monell, vecino de La Redondela y natural del Reyno de Cataluña, comerciante de sardinas, residente en la playa de La Higuerita, solicita y suplica autorización para construir una choza de treinta varas de largo y veinte de ancho,  siéndole concedida una zona que lindaba por el sur,  con la choza de María Neta y por el norte con la de Gregorio Romeu, dejando un espacio suficiente para evitar incendios.

El 14 de noviembre de 1777, Pedro Grau, natural de Cataluña, residente en la Playa de La Higuerita, solicita al marqués, licencia para construir una choza de treinta varas por cuatro, para el tráfico de sardinas, concediéndole una zona que lindaba por levante con la de Miguel Pinel,  y por el norte con la de Cosme García y por el sur con la de Feliz Piñeiro y por poniente el rio.

El 15 de septiembre de 1777, fue concedida también la solicitud de la venta de una choza construida por Juan Pasqual,  de nación catalana, residente en la playa de La Higuerita, y a quién se le había concedido en su momento autorización para construir un almacén para el tráfico de pescado salado, de treinta y tres varas de largo y 24 de ancho y que lindaba por poniente con el rio de esta playa y por el norte con el almacén de Bartolomé Soler, por el sur con otro de Bartolomé Coll (con toda probabilidad, este señor,  sería  el mismo que levantó el segundo almacén de material según el Padre J. Mirabent en sus memorias).  El motivo de la venta era la ruina que padecía por la quema de otra choza de su propiedad. Por lo que esta choza, debió ser de las más antiguas.

El 18 de octubre de 1780 el Marqués de Astorga,  autoriza licencia a favor de Bartholome Romeu, vecino de Sichez (Sitges) miembro de una compañía en la Playa de La Higuerita para la construcción de una choza de mampostería (es decir, de material) en la playa de La Higuerita, representando ser también traficante de sardinas y para tal menester necesitaba construir un almacén con destino a la pesca de sardinas.

También encontramos, que el 8 de marzo de 1785, María Salerich, vecina de Ayamonte, a la muerte de su padre Antonio Salerich (presumimos, que nos referimos a la persona que construyó el primer almacén de material en La Real Isla de La Higuerita según J. Mirabent) quién hereda éste almacén de veinticinco varas de frente y treinta de fondo, en la playa de La Higuerita, y habiendo extraviado la licencia en un fuego, solicitaba se le expidiera otra licencia que acreditara la propiedad, ya que le había tocado a ella en herencia entre sus hermanos, un almacén de tapia y tierra, derogándose la licencia que obtuvo su difunto padre en su momento por una nueva a favor de ella.

Estos asentamientos en la Playa de La Higuerita, se refieren, al casco antiguo de la actual Isla Cristina, ya que todo era ría, marismas y playas, donde encontraron un refugio alejados de la costa.

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 1.2.3.- Mirabent,  José. Memorias sobre la Fundación y Progresos de la Real Isla de la Higuerita. (La Marina)

4.- Mirabent,  José. Memorias sobre la Fundación y Progresos de la Real Isla de la Higuerita. (Edificios de Material)

5.- García García, Francisco. El paso de la Isla de La Higuerita de la Jurisdicción Señorial a la Jurisdicción Real  (XII Jornadas de Historia de Ayamonte)

6 - Mirabent,  José. Memorias sobre la Fundación y Progresos de la Real Isla de la Higuerita. (Govierno Político)

7.- Archivo Municipal de Ayamonte,  Licencias para construir chozas en la Higuerita y normas para el gobierno político del lugar. Legajos 20, 21

miércoles, 2 de agosto de 2023

Miguel Gey, el soldado desconocido que nos dejó su rostro y una nota poco antes de morir en el frente.

 Articulo publicado en el periódico La Higuerita 1-8-2023

El soldado Miguel Gey Márquez

En una antigua cajita, donde mi abuela Ana Gómez González, guardaba estampas religiosas, recordatorios de comunión y defunciones, recortes de periódicos y algún que otro retrato, encontré esta fotografía que nunca pude saber a quién correspondía, ya que no conocía al personaje en cuestión, ni lo ubicaba entre mis antepasados familiares.

Con el paso de los años, he ido reconstruyendo algunos datos qué, aunque creo que no son de interés para una mayoría, y que pueden aportar muy poco, a mi me sugiere la dedicación de un pequeño artículo como  muestra de respeto y homenaje, y que quisiera hacer extensivo a tantos miles de ciudadanos españoles y a las familias, que se pudieran sentir identificadas al haber padecido el dolor y las consecuencias de la crueldad de la Guerra Civil Española.

Dentro de aquella cajita de madera, encontré un pequeño retrato de un soldado y en su reverso, una dedicatoria clara, iba dirigida a mi abuelo Cristóbal González Fragoso y dice así: 

Texto escrito en el reverso por Miguel Gey y enviado  a Cristóbal González:
“A mí apreciado cuñado Cristóbal con un fuerte apretón de manos de tu cuñado Miguel Gey. Xaunen 15-9-937    viva la 1ª Compañía del 273 del Serrallo”.


Los datos escritos en el envés de la foto, eran claros, su nombre Miguel Gey, y estaba remitido desde Xaumen,  el 15 de septiembre de 1937,  y  dicho soldado, pertenecía a la 1ª Compañía del 273 Batallón del Serrallo.


Siempre tuve interés por saber quién era este hombre, si era familiar o no,  y por qué, se dirigía a mi abuelo con el apelativo de cuñado, un dato que no me cuadraba ya que mi abuela Ana, no era hermana del soldado, y las dos hermanas de mi abuelo, Engracia González Fragoso y Antonia González Gey, no se casaron con él. Después de analizar y realizar diferentes conjeturas, solo cabría la posibilidad de que Miguel, pudiera haber pretendido a alguna de ellas de mocitas y tras su fallecimiento, acabara aquel idilio de amor y rehicieran posteriormente sus vidas.  

Tengo que apuntar, qué la no coincidencia con el segundo apellido de Engracia y Antonia,  es debido a que mi bisabuelo Francisco González Martín, al fallecimiento de su esposa Enriqueta Fragoso de la Rosa, casó en segundas nupcias con María de los Dolores Gey Rodríguez.  

Lo he dicho,  y hoy lo reafirmo públicamente, que el gran trabajo realizado por don Jesús Bogarin Díaz, es digno de elogio y fundamental para la reconstrucción y el conocimiento de la genealogía isleña, y que me ha facilitado en diversas ocasiones, el poder seguir indagando e investigando sobre muchas personas. Allí pude descubrir su segundo apellido y conocer que había fallecido en la guerra1, así como el nombre de sus antepasados y hermanos.  

Pregunté alguna que otra vez a personas de edad apedilladas Gey, pero nunca me dieron norte, hoy puedo afirmar que este chico,  era Miguel Gey Márquez, quién desgraciadamente, fallecería en el frente de guerra.

Miguel Gey Márquez, fue hijo de Toribio Gey Viera (primo hermano de María de los Dolores Gey Rodríguez, segunda esposa de mi bisabuelo) y de Ángeles Márquez Martín. Falleció en combate el  26 de diciembre de 19372, en plena navidad,  y tres meses y días después de haber remitido esta postal desde Xaunen o Chauen en la zona noroeste de Marruecos, concretamente en las montañas del RIF,  donde fue llamado a filas y se encontraba en la 1ª Compañía del Batallón de Cazadores 273 del Serrallo, 8 y que posteriormente, fueron movilizadas para entrar en acción junto con las tropas de África que participaron en la Guerra Civil.

Su madre Ángeles Márquez, recibiría una indemnización3 por su fallecimiento de 693,50 Ptas., su hermano menor Vicente Gey Márquez, también fallecería, víctima en la guerra.

Sus hermanos fueron por este orden,  José, quién casó con María Antonia Flichi Domínguez. Miguel. Vicente, fallecido también en el frente. Ángela, quién casó con Salvador Rodríguez Márquez, Toribio y Frasquita4, quién casó con un hermano de María Antonia.

Muy pronto, se cumplirán 86 años de esta imagen y de su muerte, por ello, he querido traer a esta sección a este personaje ignoto que vio truncada su vida en su plena juventud y en la flor de su vida, así como la de su hermano Vicente, y como la de tantos españoles que perecieron y que quedaron sin memoria en el olvido, en una fosa común o en una cuneta.  

Enfermo de tuberculosis, enfermedad que había adquirido en la guerra y librado de la muerte, meses después, ya finalizada la contienda,  fallecía también Francisco González Gey, el único hermano varón de mi abuelo,  víctima de la infección y las miserias que padecieron los soldados en el frente, dejando viuda e hija.

Sería interesante que los familiares indirectos de Miguel Gey, si los hubiere,  pudieran hoy ponerle rostro al soldado que nadie conocía, y rindamos a todas las victimas de ambos bandos, un merecido reconocimiento por tanto dolor y la sangre derramada. 

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1.- Bogarin Díaz, Jesús. 390 Linajes Isleños (Gey)

2, 3- Boletín Oficial del Estado. BOE 13-6-1941

4.- Según versión de Toribio Rodríguez Gey, hijo de Ángela y sobrino de Miguel