Reina Celestial,
pureza y eternidad,
simplemente Paz,
Virgen profetizada
vestida de sol naciente;
Madre nuestra,
sin pecado original.
Madre tierna,
Arca de la Alianza,
Verbo de la carne
que alimentas,
Sagrario donde Dios
habita en la tierra,
de virginidad eterna.
María, Concepción,
Pura y Bella,
Puerta del Cielo,
que ahuyentas el mal
de la serpiente,
con la luna bajo tus pies,
coronada por doce estrellas.
Y del fruto de tu vientre
y del Espíritu Santo,
sublime y perfecto:
Jesús,
lleno de gracia colmada;
Dios Padre hecho Cautivo
quiso hacerte Inmaculada.
Francisco González Salgado.
Septiembre 2020