lunes, 16 de noviembre de 2020

LA COFRADÍA DE PESCADORES, PULMÓN EMPRENDEDOR DE ISLA CRISTINA.

 Artículo publicado en el periódico La Higuerita de 15-11-2010


Fachada principal de la antigua Cofradía de Pescadores
en la calle Diego Pérez Pascual


Sobre un terreno de marismas formado por una de las bocas del río Guadiana, la mar ha influido esencialmente en el carácter de los isleños, y durante mucho tiempo los convirtió en marineros, y especialmente en pescadores; pudiéndose decir que la pesca y sus derivados era el único medio de subsistencia.

Con el devenir de tiempo, a veces nos preguntamos como un  pueblo nacido de la nada, y casi sin término municipal, pudo llegar a ser un gran núcleo industrial y pesquero, de los más importantes de España. La tarea no fue fácil, y las vicisitudes por las que tuvieron que pasar nuestros antepasados, no nos son ajenas ya que la historia nos retrata las calamidades, los sinsabores y el duro esfuerzo que tuvieron que hacer para conseguir colocar en el mapa de la pesca y la industria a la antigua Higuerita, hoy Isla Cristina. Solo el trabajo, el duro esfuerzo y una buena gestión empresarial hicieron posible este sueño.

A finales de los años 40,  la Ciudad de Isla Cristina,  ya contaba con más de 12.000 habitantes, y su flota1 estaba formada por 7 vapores, 72 motores y 237 embarcaciones de vela, además de las embarcaciones del Consorcio Nacional Almadrabero que sumaban más de 15. Todas estas modalidades de pesca, capturaron en 1947 más de 32 millones de pesetas, a los que habría que sumarles los más de 10 millones de pesetas de atún, capturados por el Consorcio Nacional, con lo que la recaudación por el concepto de Obras de Puerto fue de 500.000 ptas., consiguiendo en 1946,  convertirse en el primer puerto de España en capturas de sardinas.

Para la  transformación de esta primera materia, pesca capturada, contaba el pueblo afectos a la Cofradía de Pescadores “Ntra. Sra. del Carmen”, con una gran industria formada por 49 empresas distribuidas en fábricas de conservas y salazones;  pesca fresca;  harinas de pescado;  hidrogenación de aceites, barnices y pinturas;  cordelería, efectos navales y carpintería de ribera que actuaban casi como cooperativas o gremios. Por aquellos años era desalentador para el sector, pensar, lo fácil que sería rebasar esas cifras, sí Isla Cristina hubiera contado con un puerto en condiciones, que hubiera facilitado todas las operaciones y sobre todo, sí se hubiese contado con una entrada al puerto segura, fácil y cómoda, sin los inconvenientes y peligros que la acechaban;  una reclamación esta histórica,  que con el tiempo se solucionó en gran medida, convirtiendo al puerto de Isla Cristina, en un Puerto de Refugio. 

Las demandas del sector eran muchas; las malísimas condiciones y el casi nulo calado de la barra, donde embarrancaban muchos de los buques que ponían las vidas de los pescadores en peligro, además de la mala señalización de las luces de enfilación, que por ser fijas y la barra movible, se prestaban a errores de consideración; también las cabeceras que se  formaban en la ría y el poco calado de los muelles que pedían una urgente reparación. Ya en 1947, en algo se había avanzado por la Jefatura Regional de Obras de Puerto, ya que la parte norte, era amplia, cómoda y con calado suficiente para el atraque de los barcos,  donde existía el proyecto de continuarlo por trozos a lo largo de todo el muelle, saliendo hacia la ría unos 12 metros en todo su recorrido


Fachada trasera de la Cofradía de Pescadores  vista desde la calle Carreras

La Cofradía “Virgen del Carmen”, en tiempos era un ente que aglutinaba toda la actividad pesquera de la localidad, dividiendo su gestión en tres secciones. La Social: con una oficina de colocación, asesoría jurídica, tribunal de conciliación, coordinación y reclamaciones. La Económica: cooperativa del mar, préstamos, riesgo marítimo, lonja de pescados, distribución de la pesca y La Asistencial: seguros sociales, socorros mutuos, hogar del pescador, escuelas de pesca,  viviendas protegidas y el Pósito Marítimo. .  Este pulmón emprendedor que velaba tanto por los empresarios como por los marineros venia solicitando la ampliación del muelle comercial a toda la parte norte de la población, la reparación de los muelles restantes con pavimentación y dragado de un metro en bajamar, la continuación del muelle hasta la Punta de Levante (Punta del Caimán), luces de situación sobre la barra y escolleras de piedras, luces de enfilación movibles o sea montadas sobre carriles para que corrieran los faroles, marcando la verdadera enfilación de la barra y un buen dragado tanto de la barra como de la ría, abriendo y limpiando la entrada. Con estas demandas del sector, se conseguiría que el Puerto de Isla Cristina fuera un Puerto de Refugio, ya que se les permitiría a las embarcaciones la entrada en cualquier momento; facilitando las faenas de pesca que estaban dificultadas, se mejoraría la flota con un mayor calado y se conseguiría rebasar cifras halagüeñas en capturas y en productividad.

No es hasta el 23 de agosto de 19662 cuando el BOE publica la adjudicación de (La barra) “obras de acceso y mejoras del Puerto de Isla Cristina” por un importe de 39.649.000 ptas., quedando firmada la escritura que formalizaba el contrato de adjudicación de las obras el 29 de septiembre del mismo año y con un plazo previsto de realización de tres años, esto supuso un gran logro para Isla Cristina, por fin una barra que diera seguridad y evitara tantas desgracias y contratiempos al hombre de la mar.   

El puerto más importante de Andalucía en capturas, durante muchos años no se vio correspondido por las administraciones, hasta el último cuarto del siglo XX, que se consiguió la barra,  las ampliaciones y el ensanche del muelle de poniente que hoy conocemos,  así como las lonjas de pescado, haciéndose a día de hoy, necesaria una ampliación que llegue hasta el puerto deportivo para facilitar el atraque a la numerosa flota isleña así como el adecentamiento,  la ampliación y creación de otro muelle en la Barriada de Román Pérez en el otro lado del puente.  

 Según los datos publicados por la Junta de Andalucía, entre los años 2015 y 2019, la empresa “Lonja de Isla” encargada actualmente de la gestión de la venta de pescado, facturó 137.904.647,00 € recaudando la Junta en impuestos la cantidad de 2.068.569,71€, seguido por las Lonjas de Bonanza con 89.313.963,00 € y Barbate con 77.847.202,00 €, convirtiéndose una vez más  Isla Cristina en el puerto más importante de Andalucía,

Desde los orígenes fundacionales por aquellos valientes hombres llegados en jábegas, la pesca,  ha sido y continúa siendo, además de una seña de identidad, el motor económico de la localidad, al que en las últimas décadas se le ha unido la agricultura y el turismo.

Los grandes hombres que gestionaron y emprendieron, a lo largo de su vida se ganaron el respeto y escribieron con letras de oro, sangre y sudor la historia de Isla Cristina.  Hagamos,  que las generaciones venideras se sientan también orgullosos de los de hoy.

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1.-Balance Cofradía de Pescadores “Virgen del Carmen” 1947
2.- Historia de Isla Cristina 1970.  Sosa Rodríguez. José

 

domingo, 1 de noviembre de 2020

BAÇIA TALEGAS, LA TORRE QUE NUNCA EXISTIÓ.

 Articulo publicado en el periódico La Higuerita de 1-11-2020

Torre Canela (Ayamonte)

Las torres almenaras levantadas en tiempos de Felipe II, al inicio del último cuarto del siglo XVI en el litoral andaluz, por el Consejo de Guerra para la defensa de la Costa Occidental Andaluza,  supusieron la oposición de los Cabildos y Señoríos que se enzarzaron en un pleito con la Corona y propició la demora en muchas de aquellas construcciones.

Las razones de aquella discrepancia,  era sobre quién debía asumir la construcción y el posterior mantenimiento de aquel costoso sistema defensivo, ya que sí lo que se pretendía era la defensa general del reino, el gasto debía recaer en el rey, por todo ello, tanto los duques de Medina Sidonia y de Béjar, como el marqués de Ayamonte y el conde de Miranda mostraron una fuerte oposición a este proyecto que fue resuelto en 1584 con un auto que establecía que tocaba al rey “la costa de las torres que hacían su tierra y al dicho conde y duques la costa de las que hacían sus lugares”1 más o menos venía a decir,  que cada cual asumiera el coste en los territorios allí donde fueran a construirse, desde Gibraltar hasta Ayamonte se ordenaron hacer veinticinco torres: cinco en tierras de su majestad y las veinte restantes en tierras de señoríos.

Muchas villas costeras tuvieron que recurrir a los impuestos y arrendamientos de terrenos para sufragar los gastos, pero hubo otras que no disponían de bienes suficientes para responder a las cantidades necesarias para hacer frente a las construcciones, era el caso de Ayamonte cuyo cabildo manifestaba que no podía cumplir el mandato del juez “pues es notorio no tiene propios, rentas, baldíos, dehesas ni otros provechamientos que poder vender, enajenar, atributar”2. Ante la obligación ineludible de pago, tuvieron que recurrir a un préstamo proporcionado por particulares adinerados que fue  avalado por todos los vecinos de Ayamonte, ya que el cabildo ayamontino tuvo que decidir que la presión directa por la construcción de las torres recayera indirectamente en la economía de los vecinos con sus impuestos. En 1586, solo una atalaya se había iniciado en el Señorío de Ayamonte, la de Sierra Bermeja, torre conocida hoy como del Catalán, en la costa de Lepe. El 6 de mayo de 1586 el cabildo ayamontino es requerido únicamente para la contribución de las torres de Sierra Bemeja (del Catalán) y Vaziatalegas (hoy ría del Carreras en Isla Cristina), sin embargo, tres meses más tarde, es el propio cabildo quién propone que se cambie de ubicación  una de las torres (seguramente la prevista en Vaciatalegas) hasta el lugar de los dos pinos (que parece ser Canela). Es curioso, que nueve años después, no se hubiera iniciado siquiera la construcción del acceso por el estero de la barra de Vaciatalegas (actual Isla Cristina) proyectada como las demás en 1577, aunque seguía figurando entre las previstas. Ante esa ausencia notable e inexplicable, permanecía sin control la barra de Vaciatalegas y todos los esteros convertidos en un canal paralelo a la costa que franqueaban no solo el curso hasta Ayamonte, sino hasta otras villas y puertos como los de La Redondela, El Terrón o San Miguel (termino de Cartaya), constituyendo además un excelente refugio para las embarcaciones enemigas. El licenciado Jilbert de Vedoya, enviado por la justicia para el cumplimiento de dichas construcciones, dejó en un documento constancia de su visita y la situación actual de las obras que se estaban realizando,  destacando,  que tanto la torre de “Baçia Terrón y Baçia Talegas” no se habían comenzado por ser las postreras.  Quedando la torre del Pino de Canela, que mantenía una lejana correspondencia con la del Catalán, distantes una legua y media.

Estas defensas que se presentaban a principios del siglo XVI como absolutamente imprescindible para la defensa de los moros y corsarios, y  que eran urgentes,  tardaron décadas en estar operativas, incorporando muy tardíamente el personal de vigilancia y una escasa dotación de artillerías.

El 25 de mayo de 1618 el capitán Cristóbal Messía Bocanegra redactó un documento oficial en el que reflejó, que en cumplimiento de la comisión ordenada por el rey, llegó a Andalucía a visitar las torres de esta costa, plasmando el estado que tenían una por una, y lo que a su parecer debían tener para ser dotadas como defensas y que posteriormente se pudiera tomar la resolución que más conviniera, pues bien, en ese documento no aparecía la torre de Baciatalegas (Isla Cristina) porque aún no se había construido.

En el Archivo General de Simancas se encuentra un documento gráfico que fue hecho público en las Jornadas de Historia de Ayamonte por Enrique Arroyo Berrones,  con el título de “Plano de la costa del reino del Algarbe en Portugal con Ayamonte que representa varios lugares y villas San Lucar de Alcotín, Ayamonte, lugar en donde se han de construir barcas para la invasión, La Redondela….” fechado en 1642. En este plano, dibujado con precisión, aparece la torre de Baçia Talegas, algo que nos llevaría a afirmar que ahí estuvo enclavada y que existía por esa fecha, pero también,  aparecen dibujadas las hipotéticas barcas para un futuro ataque por mar, así como  la anotación en el  estero de Canela, como el lugar señalado para la construcción de las mismas.  Quizás el autor del plano, se pudo basar en algún documento inicial del proyecto y en el que podría aparecer la torre, ya que cien años

Mapa oficial del "Reynado de Sevilla" fechado en 1748

después, en un mapa oficial3 del “Reynado de Sevilla”  fechado en 1748,  y realizado por el ingeniero Francisco Llobet por encargo del Marqués de Pozoblanco,  ingeniero General de España,  y que se conserva en la Real Academia de la Historia,  no aparece la Torre de Baçia Talegas. Tampoco aparece en el plano geográfico y mapa general de los pueblos que comprendía la provincia de Ayamonte4,  una de las que componía la  Capitanía General de Cádiz y que realizó José Quintana de Cevallos entre el 1 de enero de 1748 y el 18 de diciembre de 1752.

Mapa Capitanía General de Cádiz, provincia de Ayamonte 1748-1752

Lo cual nos lleva a pensar, que la Torre de Baçia Talegas quedó en un proyecto, y nunca llegó a construirse, ya que antes del Terremoto Maremoto de Lisboa no existía, y no se contempla ningún documento que así lo puedan atestiguar  los historiadores,  mientras que sí aparecen documentos y mapas gráficos donde constan las Torres de Canela y del  Catalán, las dos más cercanas a lo que  posteriormente pasó a llamarse Real Isla de la Higuerita.  

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Bibliografía: Nuevas aportaciones para la historia de las torres de almenaras onubenses. 2004. Villegas Martín. Juan; Mira Toscano, Antonio; Carriazo Rubio, Juan Luis. 1.- Archivo Histórico Nacional, Sección Nobleza, leg.382, nº41.  2.- Archivo Municipal de Ayamonte, leg 2, Acta Capitular de 6-5-1586. 3.- Foto Plano 1.  4.- Foto Plano 2.