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Padre José Miravent y Soler |
Casi todos los isleños somos conscientes de la importancia de
la figura del Padre J. Mirabent, su
inquebrantable amor hacia la tierra que le vio nacer, sus logros en pro del
desarrollo de la Real Isla de La Higuerita y la influencia que ejerció tanto
política como eclesiástica para el progreso de su tierra.
Pero lo que muchos
quizás no sepan, es que además de dejarnos escrita la Memoria sobre la
Fundación y Progresos de la Real Isla de la Higuerita, entre los años de 1824 y
1850, es que fue un gran conocedor de las
diferentes modalidades de pesquerías y esos conocimientos que atesoraba, le
llevaron a escribir varias tesis para la regulación y la preservación de la
pesca.
José Miravent y Soler,
(que a veces firmaba con v y otras con b), nació en la Real Isla de la Higuerita el 14 de
julio de 1779. Su infancia transcurrió en un entorno de pescadores y
comerciantes, lo que le hizo ser un gran conocedor y un estudioso de los temas
pesqueros. Ingresó en el Seminario de Sevilla, ordenándose como sacerdote en
1803. El 23 de diciembre de 1811 fue
designado teniente de cura para ejercer en la Capilla del poblado que lo vio
nacer, posteriormente fue nombrado cura ecónomo en 1821 y, una vez segregada de
la parroquia de La Redondela 1823, de la
que dependía eclesiásticamente, se convertiría en el primer párroco titular de
la Real Isla de La Higuerita.
Participó activamente en el desarrollo de su pueblo,
impulsando la construcción del primer cementerio en 1814, colaborando en la
reclamación de un alfolí o almacén de sal independiente del de Ayamonte, y en
la creación de una aduana marítima de cabotaje, obtenida en 1831, también, en
el proceso emancipador culminado en 1833 de la jurisdicción de la Marina, bajo
cuyo fuero se encontraba la población desde 1788, e incluso, propuso y diseñó
el que sería el escudo de armas de la población.
El historiador Juan José García del Hoyo afirma1,
que el 22 de marzo de 1834, la Sociedad Económica Matritense Amigos del Pais
remitió una carta a través del abogado José Huet, quien solicitó al Gobernador
Civil de Huelva, “se sirviera
manifestarle todo cuanto sepa y conozca sobre la pesca, salazón y comercio de
la pesca en las costa de Huelva", este, dio traslado de la propuesta al Alcalde de
Isla Cristina, José Roselló, para que buscase a la persona idónea que redactase
el mencionado informe, recayendo la elección sobre José Miravent, por su
vinculación familiar con el mundo de la pesca y por sus profundos conocimientos
del tema, acumulados a lo largo de toda una vida inmerso en una población, como
la actual Isla Cristina, dedicada casi por entero a la actividad pesquera.
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Portada sobre observaciones que el Padre Miravent remitió a la Sociedad Matritense en 1833 |
La Gaceta de Madrid del 17 de agosto de 1840, publica el 5 de
marzo de 1835, que por sección de concurso,
la Sociedad Económica Matritense,
dirigió una circular a las sociedades económicas de la España Litoral. Varias
sociedades se hicieron eco de aquella invitación y propusieron sus ideas
destacando de entre todas ellas una, que fue
calificada como de mérito superior, la escrita por el sacerdote Don José
Miravent y Soler.
Dicha sociedad, como premio, hizo socio a su autor, pero sus intenciones, no se ciñeron con hacerlo socio de honor,
sino que esta obra, debía de revelar al público español un talento oscurecido y
un mérito ignorado hasta el momento.
El Padre Mirabent, en 1840 remite a la Sociedad un nuevo
trabajo, la Adición o Suplemento, en el que realizó algunas precisiones sobre
las medidas que el Gobierno había tomado en materia pesquera desde la
culminación de la Memoria. En 1850 la imprenta de José Reyes y Moreno de Huelva
publica el texto completo, aumentado y corrigiendo
la Memoria, la Adición y el Análisis.
Esta obra fue dedicada al Comandante de Marina de la
Provincia de Huelva, Francisco Fernández de los Senderos, que había sido
Presidente del Ayuntamiento de Isla Cristina entre 1825 y 1828, cuando aún se
encontraba bajo la jurisdicción de la Marina.
La materia de sus
observaciones pesqueras, abarcaban desde la desembocadura del Guadiana hasta el
Estrecho de Gibraltar, la historia nómade de los peces y la geografía
submarina, el empleo de sus diferentes artes de pesca, donde lamentaba la
decadencia de la misma y exponía sus causas, enumerando, como uno de los males
la anarquía introducida de algunos en la industria pescadora, anarquía, en la
que según él, había provocado una libertad mal entendida que sacrificaba
ventajas mayores a ventajas menores, un gran porvenir a un presente mezquino y
miserable. El autor en su teoría, proponía los remedios y los remedios se
reducían a las siguientes medidas:
1ª.- Que se autorizara
el uso amplio de las almadrabas de Buche desde la desembocadura del Guadiana
hasta el Estrecho de Gibraltar y solicitaba la revocación del decreto aprobado
en las Cortes de 7 de Junio de 1837 que prohibía esta modalidad promovida por
los pescadores de Conil, y que abarcaba desde la bahía de Cádiz hasta la isla
de Tarifa. 2ª.- Que se prohibiera durante
la respectiva temporada de la pesca de paso, es decir, desde Mayo hasta fin de
Junio en la costa gaditana, y hasta fin de Agosto en la de Isla Cristina y
costa de Huelva, las redes volantes, y en todo tiempo y en todo punto del
Océano el arte de Bou. (Pesca de arrastre).3ª.- Asociar y reglamentar la
industria pescadora. 4ª.- Expender la sal al precio más barato a los pescadores
y traficantes de pesca. 5ª.- Invitar a los empresarios de pesca para que
ensayaran el secano de las pescadas o merluzas en uno de los puertos de la
costa de Larache.
Las razones en las que
el Padre Mirabent se fundamentaba eran las siguientes:
Primera, las
almadrabas de Buche eran las únicas usadas en aquel momento por todas las
naciones pescadoras, eran superiores a las de tiro y solo usadas en Conil, y
los perjuicios atribuidos a ellos, afirmaba que eran imaginarios e ilusorios. Era cierto, que en el dictamen de la Comisión de las
Cortes de 4 de Mayo, afirmaba que las almadrabas de Buche perjudicaban a la
pesca en general de los atunes en el litoral de la España bañada por el Mar Mediterráneo,
a la navegación de cabotaje, a las recaladas de los buques y a los que tienen
la desgracia de naufragar, y a la
defensa de Cádiz, pero puntualizaba, que si la
comisión hubiera podido fijar más sus atenciones habría visto: Que en Portugal se calaban las almadrabas de
Buche a la vista una de las otras, y no
había quejas porque así se calaran. Que en Francia, Italia y Portugal países
más pescadores y de cabotajes que España, no se calaban otras almadrabas que la
de Buche, y el uso de ellas no había sido restringido, ni ocasionaban la menor desgracia. Y que no había más dato ni razón positiva para
afirmar que el uso de las almadrabas de Buche hubiera opuesto impedimento
alguno a la recalada de los buques y al socorro de los que naufragaban, ni en
las naciones citadas, ni en España. O
que la defensa de Cádiz pudiera ser más contrariada por las almadrabas de
Buche, o que los buques que recalaran o tuvieran la desgracia de naufragar.
Sobre la segunda, afirmaba
que las redes volantes ahuyentan la pesca, las tretas móviles la alarman; las
fijas no. Un método que todo lo destruye, que todo lo arrasa, como era el del
Bau, debía ser proscrito. Una industria tal es la industria del talador, del
incendiario. Y afirmaba, que si la veda
es justa en la tierra, ¿podría ser
inicua en el mar?, y justificaba que en
el Mediterráneo el Bau es más tolerable, pues ni hay tanta cría de peces, ni
los pescadores de otro modo podrían pescar lo bastante para su existencia.
En la tercera,
Mirabent y Soler, no era partidario
ciego de la libertad industrial; y en verdad si la libertad industrial debe ser
respetada, ese respeto debe tener sus límites. Respétese en hora buena mientras
no degenere en licencia destructora, pero cuando una insensata avidez marcha
con perseverancia por el camino del desorden y del mal, entonces y solo entonces la ilustrada y severa tutela
de la autoridad suprema debe intervenir. Cuando de otro modo no hay esperanza
de remedio, nada más loable que competer al bien. Este diferimiento es espinoso,
y en la incertidumbre debe propenderse a la libertad.
La cuarta, solicitaba
sal barata. Manifestando su vivo deseo de que la sal fuese desestancada, y que
el desestanco se extendiese al tabaco: deseos que partían de un principio
fecundo que no enunciaba, pero que era fácil de adivinar, aunque no lo fuera
tanto al aplicar en aquel estado de las rentas públicas, o al menos, mientras no llegaran a regularizarse por un método más sencillo,
más uniforme.
La quinta, afirmaba que mientras la aberración de la
libertad industrial no fuera general y funesta, un Gobierno debe liderarla. “La
divisa de un Gobierno varonil es mandar y hacerse obedecer o callar”.
Por Real Decreto de 14
Febrero de 1844 se derogó la ley de 14 de Junio de 1837 restableciendo a las Almadrabas de Buche de
Zahara, Conil, etc., a su antiguo
estado.
Algunos años después
de la publicación de esta memoria, el 23 de septiembre de 1857, fallecía su
autor en Isla Cristina, siendo Arcipreste de Lepe y su Partido, y Cura de la Parroquia de Nuestra Señora de
los Dolores. Enterrándose en el antiguo Cementerio Parroquial que estuvo donde
actualmente se encuentra el recinto de la Ermita, figuran como testigos2
en el asiento correspondiente Don Francisco Ramos, Cura de La Redondela; Don ]osé
Camilo, Presbítero y Don Francisco Fernández de los Senderos, abogado.
A la construcción del
cementerio de San Lorenzo en 1884, sus restos mortales fueron trasladados al
campo santo y vueltos a enterrar en la Capilla de Ntro. Padre Jesús Nazareno (Grupo
Escolar Ntra. Sra. de los Ángeles de la Ermita)
el 3 de marzo de 19213, aunque este dato no aparece en el registro
del libro de enterramientos del Ayuntamiento de Isla Cristina.
El Padre Mirabent fue un
visionario en el tiempo, preocupado por el sector pesquero, valiente,
adelantado y previsor, quién dejaba dos
preguntas en el aire con sus correspondientes respuestas. ¿Las pescas que ofrecen las costas y mares de
España, bien cultivadas son una verdadera riqueza? SÍ. ¿Merecen
la atención, vigilancia y especial protección
de un gobierno sabio y benéfico? INDUDABLEMENTE.
Esta memoria resumida es un fragmento sobre un precioso trabajo de
ictiología local hispana, un elemento escogido de ictiología general hispana del
siglo XIX y escrita por el ilustre isleño, el Padre J. Mirabent y Soler.
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Fuentes: Liberación y
sobre explotación pesquera en la Andalucía Atlántica de la primera mitad del
siglo XIX. García del Hoyo, Juan José. Universidad de Huelva 2002.
La Gaceta de Madrid
del 17 de agosto de 1840.
1.-Miravent, José
Memoria sobre las pescas que se cultivan en las costas de España desde el Cabo
de San Vicente basta el Estrecho de Gibraltar, Huelva, Imprenta de José Reyes Moreno,
1850, p 5.
2.-Libro Tercero de
Defunciones, Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores de Isla Cristina, folio
206. Citado por García del Hoyo, Juan José.
3.- Periódico La
Higuerita Marzo 1921.