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miércoles, 15 de abril de 2020

JOSÉ MIRABENT, EL SACERDOTE EXPERTO Y ESTUDIOSO DE LA PESCA.

Artículo publicado en el periódico La Higuerita del 15-4-202

Padre José Miravent y Soler

Casi todos los isleños somos conscientes de la importancia de la figura del Padre J. Mirabent,  su inquebrantable amor hacia la tierra que le vio nacer, sus logros en pro del desarrollo de la Real Isla de La Higuerita y la influencia que ejerció tanto política como eclesiástica para el progreso de su tierra.

 Pero lo que muchos quizás no sepan, es que además de dejarnos escrita la Memoria sobre la Fundación y Progresos de la Real Isla de la Higuerita, entre los años de 1824 y 1850,  es que fue un gran conocedor de las diferentes modalidades de pesquerías y esos conocimientos que atesoraba, le llevaron a escribir varias tesis para la regulación y la preservación de la pesca.   

José Miravent y Soler,  (que a veces firmaba con v y otras con b),  nació en la Real Isla de la Higuerita el 14 de julio de 1779. Su infancia transcurrió en un entorno de pescadores y comerciantes, lo que le hizo ser un gran conocedor y un estudioso de los temas pesqueros. Ingresó en el Seminario de Sevilla, ordenándose como sacerdote en 1803.  El 23 de diciembre de 1811 fue designado teniente de cura para ejercer en la Capilla del poblado que lo vio nacer, posteriormente fue nombrado cura ecónomo en 1821 y, una vez segregada de  la parroquia de La Redondela 1823, de la que dependía eclesiásticamente, se convertiría en el primer párroco titular de la Real Isla de La Higuerita.

Participó activamente en el desarrollo de su pueblo, impulsando la construcción del primer cementerio en 1814, colaborando en la reclamación de un alfolí o almacén de sal independiente del de Ayamonte, y en la creación de una aduana marítima de cabotaje, obtenida en 1831, también, en el proceso emancipador culminado en 1833 de la jurisdicción de la Marina, bajo cuyo fuero se encontraba la población desde 1788, e incluso, propuso y diseñó el que sería el escudo de armas de la población.

El historiador Juan José García del Hoyo afirma1, que el 22 de marzo de 1834, la Sociedad Económica Matritense Amigos del Pais remitió una carta a través del abogado José Huet, quien solicitó al Gobernador Civil de Huelva, “se sirviera manifestarle todo cuanto sepa y conozca sobre la pesca, salazón y comercio de la pesca en las costa de Huelva", este,  dio traslado de la propuesta al Alcalde de Isla Cristina, José Roselló, para que buscase a la persona idónea que redactase el mencionado informe, recayendo la elección sobre José Miravent, por su vinculación familiar con el mundo de la pesca y por sus profundos conocimientos del tema, acumulados a lo largo de toda una vida inmerso en una población, como la actual Isla Cristina, dedicada casi por entero a la actividad pesquera.

Portada sobre observaciones que el Padre Miravent 
remitió a la Sociedad Matritense en 1833 
La Gaceta de Madrid del 17 de agosto de 1840, publica el 5 de marzo de 1835, que por sección de concurso,  la Sociedad  Económica Matritense, dirigió una circular a las sociedades económicas de la España Litoral. Varias sociedades se hicieron eco de aquella invitación y propusieron sus ideas destacando de entre todas ellas una, que fue  calificada como de mérito superior, la escrita por el sacerdote Don José Miravent y Soler.

Dicha sociedad, como premio, hizo  socio a su autor, pero sus intenciones,  no se ciñeron con hacerlo socio de honor, sino que esta obra, debía de revelar al público español un talento oscurecido y un mérito ignorado hasta el momento.

El Padre Mirabent, en 1840 remite a la Sociedad un nuevo trabajo, la Adición o Suplemento, en el que realizó algunas precisiones sobre las medidas que el Gobierno había tomado en materia pesquera desde la culminación de la Memoria. En 1850 la imprenta de José Reyes y Moreno de Huelva  publica el texto completo, aumentado y corrigiendo la Memoria, la Adición y el Análisis.

Esta obra fue dedicada al Comandante de Marina de la Provincia de Huelva, Francisco Fernández de los Senderos, que había sido Presidente del Ayuntamiento de Isla Cristina entre 1825 y 1828, cuando aún se encontraba bajo la jurisdicción de la Marina.

La materia de sus observaciones pesqueras, abarcaban desde la desembocadura del Guadiana hasta el Estrecho de Gibraltar, la historia nómade de los peces y la geografía submarina, el empleo de sus diferentes artes de pesca, donde lamentaba la decadencia de la misma y exponía sus causas, enumerando, como uno de los males la anarquía introducida de algunos en la industria pescadora, anarquía, en la que según él, había provocado una libertad mal entendida que sacrificaba ventajas mayores a ventajas menores, un gran porvenir a un presente mezquino y miserable.  El autor en su teoría,  proponía los remedios y los remedios se reducían a las siguientes medidas:

1ª.- Que se autorizara el uso amplio de las almadrabas de Buche desde la desembocadura del Guadiana hasta el Estrecho de Gibraltar y solicitaba la revocación del decreto aprobado en las Cortes de 7 de Junio de 1837 que prohibía esta modalidad promovida por los pescadores de Conil, y que abarcaba desde la bahía de Cádiz hasta la isla de Tarifa.  2ª.- Que se prohibiera durante la respectiva temporada de la pesca de paso, es decir, desde Mayo hasta fin de Junio en la costa gaditana, y hasta fin de Agosto en la de Isla Cristina y costa de Huelva, las redes volantes, y en todo tiempo y en todo punto del Océano el arte de Bou. (Pesca de arrastre).3ª.- Asociar y reglamentar la industria pescadora. 4ª.- Expender la sal al precio más barato a los pescadores y traficantes de pesca. 5ª.- Invitar a los empresarios de pesca para que ensayaran el secano de las pescadas o merluzas en uno de los puertos de la costa de Larache.

Las razones en las que el Padre Mirabent se fundamentaba eran las siguientes:

Primera, las almadrabas de Buche eran las únicas usadas en aquel momento por todas las naciones pescadoras, eran superiores a las de tiro y solo usadas en Conil, y los perjuicios atribuidos a ellos, afirmaba que  eran imaginarios e ilusorios. Era cierto,  que en el dictamen de la Comisión de las Cortes de 4 de Mayo, afirmaba que las almadrabas de Buche perjudicaban a la pesca en general de los atunes en el litoral de la España bañada por el Mar Mediterráneo, a la navegación de cabotaje, a las recaladas de los buques y a los que tienen la desgracia de naufragar,  y a la defensa de Cádiz, pero puntualizaba, que si la  comisión hubiera podido fijar más sus atenciones habría visto: Que en Portugal se calaban las almadrabas de Buche a la vista una de las otras,  y no había quejas porque así se calaran. Que en Francia, Italia y Portugal países más pescadores y de cabotajes que España, no se calaban otras almadrabas que la de Buche, y el uso de ellas no había  sido restringido, ni  ocasionaban la menor desgracia.  Y que no había más dato ni razón positiva para afirmar que el uso de las almadrabas de Buche hubiera opuesto impedimento alguno a la recalada de los buques y al socorro de los que naufragaban, ni en las naciones citadas,  ni en España. O que la defensa de Cádiz pudiera ser más contrariada por las almadrabas de Buche, o que los buques que recalaran o tuvieran la desgracia de naufragar.

Sobre la segunda, afirmaba que las redes volantes ahuyentan la pesca, las tretas móviles la alarman; las fijas no. Un método que todo lo destruye, que todo lo arrasa, como era el del Bau, debía ser proscrito. Una industria tal es la industria del talador, del incendiario. Y afirmaba,  que si la veda es justa en la tierra,  ¿podría ser inicua en el mar?,  y justificaba que en el Mediterráneo el Bau es más tolerable, pues ni hay tanta cría de peces, ni los pescadores de otro modo podrían pescar lo bastante para su existencia.

En la tercera, Mirabent y Soler,  no era partidario ciego de la libertad industrial; y en verdad si la libertad industrial debe ser respetada, ese respeto debe tener sus límites. Respétese en hora buena mientras no degenere en licencia destructora, pero cuando una insensata avidez marcha con perseverancia por el camino del desorden y del mal, entonces  y solo entonces la ilustrada y severa tutela de la autoridad suprema debe intervenir. Cuando de otro modo no hay esperanza de remedio, nada más loable que competer al bien. Este diferimiento es espinoso, y en la incertidumbre debe propenderse a la libertad.

La cuarta, solicitaba sal barata. Manifestando su vivo deseo de que la sal fuese desestancada, y que el desestanco se extendiese al tabaco: deseos que partían de un principio fecundo que no enunciaba, pero que era fácil de adivinar, aunque no lo fuera tanto al aplicar en aquel estado de las rentas públicas,  o al menos,  mientras no llegaran  a regularizarse por un método más sencillo, más uniforme.

La quinta,  afirmaba que mientras la aberración de la libertad industrial no fuera general y funesta, un Gobierno debe liderarla. “La divisa de un Gobierno varonil es mandar y hacerse obedecer o callar”. 

Por Real Decreto de 14 Febrero de 1844 se derogó la ley de 14 de Junio de 1837  restableciendo a las Almadrabas de Buche de Zahara, Conil, etc.,  a su antiguo estado.

Algunos años después de la publicación de esta memoria, el 23 de septiembre de 1857, fallecía su autor en Isla Cristina, siendo Arcipreste de Lepe y su Partido,  y Cura de la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores. Enterrándose en el antiguo Cementerio Parroquial que estuvo donde actualmente se encuentra el recinto de la Ermita, figuran como testigos2 en el asiento correspondiente Don Francisco Ramos, Cura de La Redondela; Don ]osé Camilo, Presbítero y Don Francisco Fernández de los Senderos, abogado.

A la construcción del cementerio de San Lorenzo en 1884, sus restos mortales fueron trasladados al campo santo y vueltos a enterrar en la Capilla de Ntro. Padre Jesús Nazareno (Grupo Escolar Ntra. Sra. de los Ángeles de la Ermita)  el 3 de marzo de 19213, aunque este dato no aparece en el registro del libro de enterramientos del Ayuntamiento de Isla Cristina. 

El Padre Mirabent  fue un visionario en el tiempo, preocupado por el sector pesquero, valiente, adelantado y previsor,  quién dejaba dos preguntas en el aire con sus correspondientes respuestas.  ¿Las pescas que ofrecen las costas y mares de España, bien cultivadas son una verdadera riqueza?  SÍ.  ¿Merecen la atención, vigilancia y especial protección  de un gobierno sabio y benéfico? INDUDABLEMENTE.

Esta memoria resumida es un fragmento sobre un precioso trabajo de ictiología local hispana, un elemento escogido de ictiología general hispana del siglo XIX y escrita por el ilustre isleño, el Padre J. Mirabent y Soler.
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Fuentes: Liberación y sobre explotación pesquera en la Andalucía Atlántica de la primera mitad del siglo XIX. García del Hoyo, Juan José. Universidad de Huelva 2002.
La Gaceta de Madrid del 17 de agosto de 1840.
1.-Miravent, José Memoria sobre las pescas que se cultivan en las costas de España desde el Cabo de San Vicente basta el Estrecho de Gibraltar, Huelva, Imprenta de José Reyes Moreno, 1850, p 5.
2.-Libro Tercero de Defunciones, Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores de Isla Cristina, folio 206. Citado por García del Hoyo, Juan José.
3.- Periódico La Higuerita Marzo 1921.