viernes, 13 de septiembre de 2024

¿POR QUÉ Y PARA QUÉ?

Artículo recuperado,  y que publiqué en el Boletín de la Hermandad del Cristo de la Vida (Los 33)  en la cuaresa de 2005. 


El  golpe duro y seco del llamador, rompió el silencio, dejándonos  la respiración entrecortada  y un hilo de melancolía en el corazón,  cuando los zancos,  volvieron  a tierra tras el último crujir de los costeros.

Y, Cristo y  su madre María, la Virgen, quedaron nuevamente expuestos  sobre sus tronos en la parroquia  a nuestros ojos,  tras recorrer las calles de una Isla Cristina convertida en Jerusalén,  cumpliéndose así, una vez más,  la profecía, para que el Dios hombre, escarnecido y humillado, escupido, ultrajado y condenado a muerte injustamente, se acercara  a nosotros.

 Así estaba escrito y así debía suceder, que el primer idealista de la humanidad, fuese vendido por Judas, para luego ser apresado, juzgado sin justicia,  jaleado e insultado por  un pueblo ciego y enfervorizado, que democráticamente le condenaba y a la vez indultaba  al delincuente Barrabás. Mientras, el gobernador Pilatos, lavaba sus manos en la sangre inocente que había de derramar  camino al Gólgota, para expirar en la agonía de la muerte.  (Una metáfora de la propia vida).

Isla Cristina, cada primavera vuelve a revivir el sufrimiento agónico de aquél Hombre que cambió a la humanidad y nos puso en el camino, la Esperanza de la Resurrección y La Vida eterna. “Quién cree en mi nunca morirá”.

Ese fue el nombre que recibió el cuadro del primer crucificado que el Padre José Mirabent colocó para presidir la capilla del primer cementerio isleño (Ermita). Con los años, pudiera ser esta, la misma imagen (¿)  que procesionó auspiciado por la Hdad. Sacramental de la Parroquia de los Dolores, hoy fusionada a la Hermandad de los 33 y que estaba presidida por Ventura Mirabent. El 15 de abril de 1960,  por una acción de gracia,  es fundada la actual  Hermandad del SANTÍSIMO CRISTO DE LA VIDA, el “canejito”, el mismo que actualmente procesiona como   titular de esta Cofradía.

Su cuerpo rendido y muerto, todavía en la cruz, es portado a hombros por cargadores, (a la antigua usanza gaditana), mientras que el aire trémulo vibra a su paso. El cristo de la Vida, es el señorío de las procesiones isleñas. Solo el ruido de las cadenas son capaces de robarnos la atención al pesado esfuerzo que como penitencias se imponen los anónimos penitentes, mientras que a su madre: Siete puñales de dolor le atraviesan el corazón Inmaculado.

Sin embargo, de vez en cuando, nos perdemos en el laberinto de la parafernalia estética y olvidamos su verdadero mensaje. Aún se persiguen y se siguen flagelando los derechos de millones de personas, humillados, ultrajados  y condenados a la hambruna,  mientras que los gobernantes del mundo, imitadores de Pilatos, lavan sus manos sin querer oír ni ver los lamentos agónicos de  un sub-mundo   que desfallece.

¡Bendita sea pues, la liturgia popular de los sentidos!, esa que nos emociona y nos encanta,  pero, nunca olvidemos SU MENSAJE, ni el por qué, ni para qué, fueron fundadas  nuestras Hermandades.

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