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jueves, 1 de febrero de 2024

Manuel Siurot, Román Pérez e Ignacio de Cepeda, y la Virgen del Rocío.

 Artículo publicado en el periódico La Higuerita  1-2-2024

La Virgen del Rocío en procesión con las banbalinas donadas por Manuel Martín Rodríguez 

Cuando se cumple el Cincuentenario Fundacional de la Real e Ilustre Hermandad de Ntra. Sra. del Rocío de Isla Cristina, llegan a mí, estas interesantes fotografías que por su relevancia histórica, creo que deben ser conocidas por todos,  y que  vienen a contrastar una vez más,  que la devoción y las visitas a la Stma. Virgen del Rocío,  son mucho anteriores a la creación de la corporación rociera, y se remontan a los finales del siglo XIX

Es más que conocida la influencia y el mecenazgo del isleño don Manuel Martín Rodríguez, (hijo del armador e industrial don Juan Martín Cabet)  gran colaborador de la Hermandad de Huelva, y gran devoto de la Virgen del Rocío, quién donó unas bambalinas para el paso de la Virgen en 1908, así como algunas piezas en plata y orfebrería, y otras donaciones de otras personas que a lo largo de los años ofrendaron a la Stma. Virgen.

Hacía tiempo, que me preguntaba, que dado los vínculos de amistad y familiaridad que don Román Pérez Romeu  tenía con el abogado, juez, pedagogo y gran rociero don Manuel Siurot, así como con el Vizconde de La Palma del Condado, don Ignacio de Cepeda y Soldán, que eran sus compadres, que no hubiera encontrado ninguna conexión de don Román, con la devoción y la Romería del Rocío.

Don Manuel Siurot Rodríguez, “el maestro de los niños pobres”,  autor de diferentes publicaciones,  en uno de sus primeros libros  “La Romería del Rocío”,  editado en 1918 y que la Hermandad Matriz de Almonte ha reeditado en 2021 con una “miscelánea de otros textos rocieros”, recoge una completísima crónica rociera del año en que terminó la I Guerra Mundial y nos apunta algunos datos. Por aquel tiempo, eran trece las hermandades cuyas carrozas blancas se presentaban. Este libro es una defensa a ultranza contra los críticos de aquella época, que tampoco faltaban.  

En la página 122, encontramos este hermoso texto: “Los pintores como Santiago Martínez y Grosso se desesperan ante la belleza inaprensible del momento; rocieros como Ignacio Cepeda, Román Pérez Romeu, Ricardo Serra y Blázquez Bores, tienen en sus caras escritas la más grande satisfacción; los literatos como los hermanos Quintero, José María Rey y Tassara sueñan las cosas del mundo de la belleza, y, después de estirar sus sueños y creaciones, se encuentran con que esta realidad que tienen ante su ojos es más grande y más fuerte que el producto de la imaginación; los sacerdotes como el padre Villacampa y D. Alberto, el palmerino, creen mirando el rosario que se les ha adelantado la Gloria. Yo, pobre de mí, al ver estas cuarenta mil personas emocionadas, siento sobre mi frente la caricia de la eternidad irrompible del cristianismo. Dios te salve María, llena eres de gracia….”

También, en la página 149, recogemos este texto: Tengo los nervios cansados. El espectáculo es aplastante de emoción popular, y cuando la luna en cuarto creciente enciende delante de la ermita, sobre el azul del cielo, su cuernecillo de plata bruñida, nos vamos a descansar al Hotel Palace del Rocío, que así es la casa de Ignacio Cepeda, donde éste nos obsequia como corresponde a su tradición de generosidad; y donde mi compadre Román Pérez, Manolo Flores, Eugenio Martín, el padre Elías, el padre Benito, de La Rábida, el padre Osornito, el Rvdo. Carnevali, Juan Vides, Pepe Monge Bernal, Ricardo Serra y muchos más brindaron por la Santísima Virgen y por la sin igual romería.

En estos dos preciosos textos publicados en las crónicas de Siurot, podemos comprobar, como el autor, compadre de don Román Pérez Romeu, padrino junto a su hija  Antonia Siurot de Mora, de la hija de Román Pérez y Adelaida Caballero, María Antonia Pérez Caballero, asistía a la Romería del Rocío junto a sus amigos,  y  especialmente con su compadre Román, que a su vez este,  lo era también de don Ignacio Cepeda.

Ha sido de vital importancia para la realización de este texto, la predisposición de las hermanas Loreto y Covadonga Noriega Pérez, nietas de Román Pérez, que me han facilitado estos documentos gráficos tan interesantes.

Dibujo

El primero es un dibujo caricaturesco, donde se aprecia que caminan hacia El Rocío. Al parecer, se desplazaban en coche hasta El Rocío, el vehículo se averió y tuvieron que hacer el recorrido a pie. Los personajes son: Román Pérez Romeu, Ignacio Cepeda, el chófer del coche y el último, el autor del dibujo. Debió ser una vivencia interesante para que el autor de la obra, quisiera inmortalizarlo, la pena es que no conocemos su nombre, ya que no está firmado. 

Fotografía nº2  

En la fotografía nº 2, no fechada, arriba a la izquierda, aparece  Román Pérez Romeu, seguido de un señor que no hemos podido averiguar quién es,  e Ignacio Cepeda Soldán, (padrino este último, del hijo de Román Pérez y Adelaida Caballero, Román Pérez Caballero). Sentadas, a la izquierda, aparece una niña que desconocemos quién es y a continuación Adelaida Caballero Cuchí, esposa de Román Pérez.  De las dos señoras que aparecen, no hemos podido poner nombre a la que está en el centro, quizás esposa del Sr. justamente arriba y padres de la niña. La otra Sra. pudiera ser la hermana de Ignacio Cepeda, María del Rosario Cepeda Soldán.

Fotografía nº 3

En la fotografía nº3, observamos a la izquierda a Carmen Rojo del Castillo, esposa de Luis Arévalo y a su izquierda, en la imagen a la derecha,  a la isleña María Adelaida Caballero Cuchí, esposa de Román Pérez, posiblemente en 1919, año de la Coronación Canónica de la Virgen y que hacía muy poco, acababa de dar a luz  a su primera hija María de los Ángeles, “Tialé”,  apodo que dio nombre también a uno de los barcos de la familia Pérez Caballero y quién adquirió el nombre de su tío Ángel, fallecido el 7 de octubre de 1918 en la epidemia de gripe.

Fotografía nº 4

Fotografía nº4, de izquierda a derecha, Angelita Pérez Caballero “Tialé” hija mayor de Román Pérez y Adelaida Caballero. Adelaida Caballero Cuchí,  esposa de Román Pérez y María Antonia Pérez Caballero junto a su esposo Ildefonso de Noriega, en 1955.

El matrimonio formado por Ildefonso de Noriega y María Antonia Pérez Caballero, 
hija de Román Pérez Romeu y Adelaida Caballero Cuchí en el Rocío 1955


Como anécdota, destacar la devoción de la familia Noriega Pérez, quiénes se llevaron cinco años de casados y sin tener hijos, ese mismo año, se lo pidieron a la Virgen. Nueve meses más tarde, nació la primera de sus hijas a quién pusieron el nombre de Rocío, siempre pensaron que este nacimiento había sido obra e intercesión de la Stma. Virgen. Aquel parto, debió resolver el problema de la infertilidad y 11 meses más tarde, nacieron Loreto y Covadonga, en este parto,  se provocó una hemorragia que produjo que María Antonia se fuera desangrando poco a poco. El médico había desahuciado a la madre y su esposo Ildefonso, desesperado colocó un saquito de arena de El Rocío en su vientre, al parecer,  la hemorragia desapareció. Para la familia Noriega Pérez se había producido el segundo milagro y siempre vincularon este hecho, a la Virgen del Rocío.

Detalle de la portada del libro Mi relicario de Italia escrito por Manuel Siurot 
y de dicado a Ignacio de Cepeda Soldán y Román Pérez Romeu

La amistad establecida entre el trío Siurot, Cepeda y Pérez, era tan fuerte, que el pedagogo palmerino, dedicó su libro  “Mi Relicario de Italia” a sus buenos amigos Ignacio Cepeda y Román Pérez, una amistad a pesar de la diferencia de edad que tenían.

Mi profundo agradecimiento a las nietas de don Román Pérez, Covadonga y Loreto,  por todas las facilidades para la realización de este artículo, y al mismo tiempo, felicitar a Loreto, esposa del doctor don Francisco Jiménez Delgado, actual Presidente de la Hermandad  Hermana de Ntra. Sra. del Rocío de Villarrasa, quienes también están inmersos en la celebración de los actos preparatorios de la Romería de Pentecostés de 2024, por su Cincuenta Aniversario Fundacional junto con Isla Cristina.   

sábado, 1 de julio de 2023

Los muros en la Ría Carreras y el Caño del Cepo, posibilitaron la expansión urbana de Isla Cristina.

Articulo publicado  en el periódico La Higuerita  1-7-2023


Imagen aérea de Isla Cristina en la década de los 60, donde se aprecia la ampliación de los muelles construidos y la zona inundada,  y hoy construida, en el Caño del Cepo.
Imagen coloreada por José M. Figuereo

Según plano de 1870 publicado en 1872 por la comisión hidrográfica,  al mando del Capitán de Fragata don José Montojo, las edificaciones en Isla Cristina finalizaban al Sur, en la Calle Baja, de ahí su nombre, la calle más baja  que hacía orilla con el Estero del Cuquimán o de Santa Catalina. Cegado este estero, ya a principios del siglo XX Isla Cristina había crecido urbanísticamente hacia el Este,  y con el dragado realizado, se ampliaba el límite a la espalda de la calle España.

A lo largo de todo el siglo XX, se produjo la expansión urbanística más importante de la historia en el término municipal de Isla Cristina y todo ello, fue motivado por la necesidad de una floreciente industria pesquera, que en el primer cuarto de siglo e impulsada por un joven alcalde, don Román Pérez Romeu,  ganó al mar gran parte de su territorio, cambiando su fisonomía originaria por la necesidad de instalaciones, y ampliar las ya existentes, creando mejores servicios y atraques para las embarcaciones, dando posibilidades a la creación de nuevos almacenes y viviendas para la población que crecía paulatinamente.

Aspecto que presentaba Isla Cristina a finales  de los años 50 del siglo XX 

Años más tarde, y ya en el último tercio, con la realización del Plan General de Ordenación Urbana de 1987 (PGOU) se ordenó y desarrolló todo el territorio, así como en la década de los 90 tuvo lugar la también, aunque fuera del núcleo poblacional, la  creación de la Mancomunidad de Islantilla, generando un desarrollo urbanístico espectacular, dirigido al turismo.

La zona de Las Calderas sin muro, como playa de la ría. Década de los años 50, siglo XX

Ante aquella imperiosa necesidad de crecimiento impuesto por la industria, don Román Pérez,  ideó la necesidad de la prolongación del puerto isleño, creando un muelle, y que ganándole terrenos a la ría en su margen izquierda,  uniera para siempre el núcleo urbano de la población isleña con el de la barriada de Punta del Caimán, que en aquel momento estaba separada por un estero, conocido como Caño del Cepo.  Para ello, encargó un proyecto al Ingeniero de Marina don José Ochoa con fecha 10-8-19181 con la modificación, de que en el muro del muelle para su altura máxima de cuatro metros, tuviera sesenta centímetros de ancho en la coronación con el  talud exterior y estas dimensiones se reducirían proporcionalmente a la altura en donde ésta no alcanzara la máxima dicha de cuatro metros.

El Ayuntamiento de Isla Cristina, incoó expediente solicitando autorización y tramitada la documentación con arreglo a las formalidades legales, que llegaron y debieron ser oídas por el mismo Rey Alfonso XIII con lo propuesto por la Dirección General de Obras Públicas,  tuvo a bien, conceder por la representación de su Gobierno y por Real Orden de 7 de agosto de 1920 autorización al Ayuntamiento de Isla Cristina para ocupar en la zona marítimo terrestre una extensión superficial en la medida y delimitada ajustándose además a que dicha autorización se otorgaba,  salvo el derecho de propiedad sin perjuicio de tercero a titulo precario con arreglo al artículo 50 de la Ley de Puertos.

Fotografía donde se aprecian  los dos muros convertidos en muelles y vistos desde la Punta del Caimán, donde hoy se encuentra el Puerto Deportivo. Fotografía de los años 70

La intención no era otra qué, ampliar el puerto pesquero con un muelle en la zona del  “Solar de Las Calderas” y construir un muro para cegar el Estero del Cepo, con el objeto de instalar muelles de servicio público gratuito y de acuerdo con la Comandancia de Marina se reservara una zona para fondeadero y abrigo de las embarcaciones de pesca y que sirvieran además para las limpiezas de sus fondos y reparaciones que necesitara aprovechar la bajamar y para destinar los terrenos ganados a la ría a construcción de fábricas en la parte de muelle (que nunca se construyeron, salvo las calderas de alquitrán para alquitranar y teñir las redes, quizás por la tardanza, ya que su relleno se produjo en la década de los años 50 y en una  situación de crisis) y el resto para casas como ensanche de la población. La superficie concedida no podía destinarse a aprovechamiento distinto del que se determinaba en la presente autorización, quedando sometida a las disposiciones vigentes o que se dictaran en lo sucesivo sobre construcciones en zonas de costas y fronteras y obligando al Ayuntamiento de Isla Cristina a demoler por su cuenta lo edificado, dejando expedito el sitio tan pronto lo exigieran las necesidades de la defensa nacional al ser requerido para ello por la autoridad  militar competente.

Aquellas obras que serían ejecutadas en un plazo máximo de cuatro años quedaron sujetas a las disposiciones vigentes de costas y fronteras, y servidumbre de vigilancia y salvamento y fueron previamente replanteadas por la Jefatura de Obras Púbicas de la Provincia,  corriendo el propio ayuntamiento de Isla Cristina con todos los gastos de replanteo, siendo inspeccionadas por la Jefatura de Obras Publicas quién podía disponer de las modificaciones que sin alterar la esencia del proyecto fueran necesarias o pudieran mejorarlo dando cuenta de ella a la Dirección General de Obras Públicas.

Isla Cristina 2023 

Más de cien años después, Isla Cristina, con una expansión urbana ordenada y con un  punto álgido de edificaciones  en la última década del siglo XX y la primera del siglo XXI, pasó de ser una localidad pesquera a convertirse en una pequeña ciudad moderna de 21.523 habitantes,  y que se expandió por toda esa zona, y que hoy, aún se encuentra sometida a unas normas muy restrictivas que impiden su actual desarrollo por la Ley de Costas, debido a aquel acuerdo centenario, no revisado y adaptado, y que afecta actualmente a más de 8.000 edificios entre viviendas, naves y locales comerciales.  

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1.- Disposiciones de la Real Orden en la inscripción 1ª de la finca matriz número 1.108 al folio 203 del tomo 321, libro 27 de Isla Cristina La Redondela, en virtud de oficio del Gobierno Civil de la Provincia de Huelva de fecha 27-8-1920