Articulo publicado en el Periódico La Higuerita 15-1-2023
![]() |
José María Tavares Concepción |
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la discapacidad es un fenómeno complejo que refleja una relación estrecha y al límite entre las características del ser humano y las características del entorno donde vive.
En el contexto social, la discapacidad de una persona, es una
condición del ser humano qué, por esas deficiencias, limitan la ejecución de actividades y tareas, ya que afectan a una estructura o función
corporal en situaciones vitales, y las restringe dificultando la relación y la participación
de la misma.
El isleño José María Tavares Concepción, el hijo más pequeño del
matrimonio de procedencia portuguesa José Tavares Marco y María Concepción
Ojeda, había nacido en Isla Cristina en 1922 de un parto normal, y cuando contaba cinco meses, contrajo una
terrible enfermedad, meningitis, que le causó unas lesiones irreversibles. De
aquellas consecuencias, José María, pudo salvar la vida, pero había quedado ciego, sordo y mudo para toda la vida.
En las culturas antiguas, y hasta no hace mucho tiempo, nacer o crecer con una discapacidad, era
asociada a intervenciones de poderes sobrehumanos o castigos divinos, siendo
una condición que generaba rechazo y aislamiento en la sociedad. Por fortuna,
este pensamiento ha ido cambiando lentamente hasta llegar a nuestros días, y en
la mitad del siglo XX comenzaron a forjarse las primeras asociaciones formadas
por personas con discapacidad y sus familias que se unieron para defender sus
derechos, adquiriendo presencia en casi todos los ámbitos de la sociedad, como
por ejemplo, la (ONCE) Organización
Nacional de Ciegos, cuyo primer sorteo se celebró el 8 de mayo de 1939.
![]() |
José María Tavares Concepción con su sobrina-nieta en brazos, la niña Pepí Tavares Franco |
El niño de los Tavares Concepción, tuvo el infortunio de
vivir toda su vida en una familia muy humilde con esa discapacidad múltiple,
que a cualquier persona por aquellos años, lo hubiera limitado en su totalidad.
Su familia se desplazaba anualmente hacía la localidad de
Barbate donde allí residían los cinco meses que duraba la campaña de la pesca
del atún, siendo muy niño, ya había
desarrollado unos sentidos especiales y difíciles de explicar y concebir en una
persona ciega, sorda y muda, ya que su capacidad creativa imposible de creer si
no se viera, era algo espectacular. Ya de joven, su madre lo sentaba en la
puerta de su casa o junto a las mujeres que trabajaban y se entretenía con unas
alambres de las que aguantaban los corchos en las redes y que el capitán de la
almadraba, Vicente Zaragoza le proporcionaba, y a través del tacto, era capaz
de copiar, crear y reproducir jaulas, parrillas para asar, tiovivos o
barquitos de madera que realizaba a la
perfección y que después vendía. ¿Cómo lo hacía?.
![]() |
Barquito de madera realizado por José María Tavares |
Cuando terminaba la campaña de la almadraba, la familia Tavares,
volvía a Isla Cristina con sus cuatro hijos Bernardino, Manuel, Amalia y José
María, a su casa donde residían en el número 11 de la C/ Corta, mientras que su
padre se dedicaba a la pesca del palangre y a recoger “carnás” para calar los aparejos.
Con el paso de los años José María ingresó en la ONCE como
vendedor de cupones, aquel hombre rubio, siempre iba acompañado de su
madre ubicándose por la zona del antiguo
Mercado de Abastos, y después, recorrían
el pueblo, siempre con una mano apoyada
en su hombro del que nunca se separaba y le servía de lazarillo. Al fallecer su
madre, este trabajo lo realizaba con la
imprescindible presencia de su hermana Amalia, que era soltera.
![]() |
José María Tavares disfrazado de mujer por carnaval |
Cuando se acercaban los carnavales, Tavares lo barruntaba,
presentía algo especial desde lo más profundo de su ser, ¿Cómo una persona con sus limitaciones podía
saber que era carnaval?, y pedía a su madre que lo disfrazara de mujer,
incluso cuando su madre no accedía a ello, él
se enfadaba y se golpeaba la cara hasta conseguirlo. Después, lo paseaban
por el pueblo disfrazado, feliz y contento.
José María, a pesar de sus limitaciones, había desarrollado
con gran intensidad el olfato y el tacto, destacando de su personalidad la
alegría, según cuentan, era muy alegre y risueño, casi siempre sonreía. También,
tenía la costumbre de entretenerse con un papelito1, al que daba
forma de cono, se lo colocaba en la boca
y lo disparaba, así mataba el tiempo, otra de las anécdotas, era la capacidad
de reconocer a las personas por el tacto y el olor corporal, según una de las
personas2 que lo conoció, “yo
era niño y ayudaba como monaguillo en la iglesia del Gran Poder a don Manuel
Zapata, e íbamos a las casas a recoger a los difuntos para llevarlos al templo
para celebrar la misa, Tavares, estaba
en uno de aquellos duelos y comenzó a tocar la cruz de guía y los ciriales
hasta que llegó a mí, me tocó los hombros, la cabeza y la cara, nunca más se le
olvidó, y cada vez que iba a la iglesia
o me rozaba por la calle, me sonreía y se persignaba haciendo la cruz como
sabiendo quién era yo, el monaguillo”
Como todo ser humano, a lo largo de su vida, también tuvo
necesidades fisiológicas y nos afirman, que ya adulto, para saciar esa
necesidad instintiva de varón, cuanto
tenía deseos sexuales emitía un sonido con su garganta y su madre, que lo
entendía a la perfección lo llevaba a las “casas de niñas” que existían por
aquellos años para calmar sus deseos, ¿Qué no es capaz de hacer una madre por sus
hijos?.
José María Tavares Concepción,
falleció en Isla Cristina el 7 de noviembre de 1974 a los 52 años. Aún son
muchas las personas que lo recuerdan con cariño por su peculiaridad, su gran
inteligencia y las dotes extraordinarias que a
pesar de su gran discapacidad tuvo a lo largo de su vida.
1.- Dato facilitado
por Padre D. Emilio López Botello
2.- Dato facilitado
por Mauricio Fernández Montero
Mi agradecimiento a
Doña Bella Franco Rodríguez, (sobrina política) por la facilitación de algunos
datos, fotografías y el barquito realizado por José María Tavares Concepción.