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La Virgen del Rocío en procesión con las bambalinas donadas por Manuel Martín Rodríguez |
Cuando se cumple el Cincuentenario Fundacional de la Real e
Ilustre Hermandad de Ntra. Sra. del Rocío de Isla Cristina, llegan a mí, estas
interesantes fotografías que por su relevancia histórica, creo que deben ser
conocidas por todos, y que vienen a contrastar una vez más, que la devoción y las visitas a la Stma. Virgen
del Rocío, son mucho anteriores a la
creación de la corporación rociera, y se remontan a los finales del siglo XIX
Es más que conocida la influencia y el mecenazgo del isleño don
Manuel Martín Rodríguez, (hijo del armador e industrial don Juan Martín Cabet) gran colaborador de la Hermandad de Huelva, y
gran devoto de la Virgen del Rocío, quién donó unas bambalinas para el paso de la
Virgen en 1908, así como algunas piezas en plata y orfebrería, y otras
donaciones de otras personas que a lo largo de los años ofrendaron a la Stma. Virgen.
Hacía tiempo, que me preguntaba, que dado los vínculos de
amistad y familiaridad que don Román Pérez Romeu tenía con el abogado, juez, pedagogo y gran
rociero don Manuel Siurot, así como con el Vizconde de La Palma del Condado,
don Ignacio de Cepeda y Soldán, que eran sus compadres, que no hubiera encontrado
ninguna conexión de don Román, con la devoción y la Romería del Rocío.
Don Manuel Siurot Rodríguez, “el maestro de los niños
pobres”, autor de diferentes
publicaciones, en uno de sus primeros
libros “La Romería del Rocío”, editado en 1918 y que la Hermandad Matriz de
Almonte ha reeditado en 2021 con una “miscelánea de otros textos rocieros”,
recoge una completísima crónica rociera del año en que terminó la I Guerra
Mundial y nos apunta algunos datos. Por aquel tiempo, eran trece las hermandades
cuyas carrozas blancas se presentaban. Este libro es una defensa a ultranza
contra los críticos de aquella época, que tampoco faltaban.
En la página 122, encontramos este hermoso texto: “Los pintores como Santiago Martínez y
Grosso se desesperan ante la belleza inaprensible del momento; rocieros como
Ignacio Cepeda, Román Pérez Romeu,
Ricardo Serra y Blázquez Bores, tienen en sus caras escritas la más grande
satisfacción; los literatos como los hermanos Quintero, José María Rey y
Tassara sueñan las cosas del mundo de la belleza, y, después de estirar sus
sueños y creaciones, se encuentran con que esta realidad que tienen ante su
ojos es más grande y más fuerte que el producto de la imaginación; los
sacerdotes como el padre Villacampa y D. Alberto, el palmerino, creen mirando
el rosario que se les ha adelantado la Gloria. Yo, pobre de mí, al ver estas
cuarenta mil personas emocionadas, siento sobre mi frente la caricia de la
eternidad irrompible del cristianismo. Dios te salve María, llena eres de
gracia….”
También, en la página 149, recogemos este texto: Tengo los nervios cansados. El espectáculo
es aplastante de emoción popular, y cuando la luna en cuarto creciente enciende
delante de la ermita, sobre el azul del cielo, su cuernecillo de plata bruñida,
nos vamos a descansar al Hotel Palace del Rocío, que así es la casa de Ignacio
Cepeda, donde éste nos obsequia como corresponde a su tradición de
generosidad; y donde mi compadre Román
Pérez, Manolo Flores, Eugenio Martín, el padre Elías, el padre Benito, de
La Rábida, el padre Osornito, el Rvdo. Carnevali, Juan Vides, Pepe Monge
Bernal, Ricardo Serra y muchos más brindaron por la Santísima Virgen y por la
sin igual romería.
En estos dos preciosos textos publicados en las crónicas de
Siurot, podemos comprobar, como el autor, compadre de don Román Pérez Romeu,
padrino junto a su hija Antonia Siurot
de Mora, de la hija de Román Pérez y Adelaida Caballero, María Antonia Pérez
Caballero, asistía a la Romería del Rocío junto a sus amigos, y especialmente
con su compadre Román, que a su vez este, lo era también de don Ignacio Cepeda.
Ha sido de vital importancia para la realización de este
texto, la predisposición de las hermanas Loreto y Covadonga Noriega Pérez,
nietas de Román Pérez, que me han facilitado estos documentos gráficos tan
interesantes.
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Dibujo |
El primero es un dibujo caricaturesco, donde se aprecia que
caminan hacia El Rocío. Al parecer, se desplazaban en coche hasta El Rocío, el
vehículo se averió y tuvieron que hacer el recorrido a pie. Los personajes son:
Román Pérez Romeu, Ignacio Cepeda, el chófer del coche y el último, el autor
del dibujo. Debió ser una vivencia interesante para que el autor de la obra,
quisiera inmortalizarlo, la pena es que no conocemos su nombre, ya que no está
firmado.
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Fotografía nº2 |
En la fotografía nº 2, no fechada, arriba a la izquierda,
aparece Román Pérez Romeu, seguido de un
señor que no hemos podido averiguar quién es,
e Ignacio Cepeda Soldán, (padrino este último, del hijo de Román Pérez y
Adelaida Caballero, Román Pérez Caballero). Sentadas, a la izquierda, aparece
una niña que desconocemos quién es y a continuación Adelaida Caballero Cuchí,
esposa de Román Pérez. De las dos
señoras que aparecen, no hemos podido poner nombre a la que está en el centro,
quizás esposa del Sr. justamente arriba y padres de la niña. La otra Sra.
pudiera ser la hermana de Ignacio Cepeda, María del Rosario Cepeda Soldán.
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Fotografía nº 3 |
En la fotografía nº3, observamos a la izquierda a Carmen Rojo
del Castillo, esposa de Luis Arévalo y a su izquierda, en la imagen a la
derecha, a la isleña María Adelaida
Caballero Cuchí, esposa de Román Pérez, posiblemente en 1919, año de la
Coronación Canónica de la Virgen y que hacía muy poco, acababa de dar a
luz a su primera hija María de los
Ángeles, “Tialé”, apodo que dio nombre
también a uno de los barcos de la familia Pérez Caballero y quién adquirió el
nombre de su tío Ángel, fallecido el 7 de octubre de 1918 en la epidemia de
gripe.
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Fotografía nº 4 |
Fotografía nº4, de izquierda a derecha, Angelita Pérez
Caballero “Tialé” hija mayor de Román Pérez y Adelaida Caballero. Adelaida Caballero
Cuchí, esposa de Román Pérez y María
Antonia Pérez Caballero junto a su esposo Ildefonso de Noriega, en 1955.
Como anécdota, destacar la devoción de la familia Noriega
Pérez, quiénes se llevaron cinco años de casados y sin tener hijos, ese mismo
año, se lo pidieron a la Virgen. Nueve meses más tarde, nació la primera de sus
hijas a quién pusieron el nombre de Rocío, siempre pensaron que este nacimiento
había sido obra e intercesión de la Stma. Virgen. Aquel parto, debió resolver
el problema de la infertilidad y 11 meses más tarde, nacieron Loreto y Covadonga,
en este parto, se provocó una
hemorragia que produjo que María Antonia se fuera desangrando poco a poco. El
médico había desahuciado a la madre y su esposo Ildefonso, desesperado colocó
un saquito de arena de El Rocío en su vientre, al parecer, la hemorragia desapareció. Para la familia
Noriega Pérez se había producido el segundo milagro y siempre vincularon este
hecho, a la Virgen del Rocío.
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Detalle de la portada del libro Mi relicario de Italia escrito por Manuel Siurot y de dicado a Ignacio de Cepeda Soldán y Román Pérez Romeu |
La amistad establecida entre el trío Siurot, Cepeda y Pérez,
era tan fuerte, que el pedagogo palmerino, dedicó su libro “Mi Relicario de Italia” a sus buenos amigos Ignacio
Cepeda y Román Pérez, una amistad a pesar de la diferencia de edad que tenían.
Mi profundo agradecimiento a las nietas de don Román Pérez, Covadonga y Loreto, por todas las facilidades para la realización de este artículo, y al mismo tiempo, felicitar a Loreto, esposa del doctor don Francisco Jiménez Delgado, actual Presidente de la Hermandad Hermana de Ntra. Sra. del Rocío de Villarrasa, quienes también están inmersos en la celebración de los actos preparatorios de la Romería de Pentecostés de 2024, por su Cincuenta Aniversario Fundacional junto con Isla Cristina.