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miércoles, 2 de octubre de 2024

EL AYER Y EL HOY EN LAS CUADRILLAS.

Artículo recuperado, y que publiqué en 2003 en la Revista Oficial de la Semana Santa de Isla Cristina.

Cuadrilla de costaleros de Ntro. Padre Jesús del Gran Poder 1983


Al estruendo seco del llamador, el paso se eleva y avanza lentamente de costero a costero, impulsado por el esfuerzo cerviz y acompasado de los hombres que calzan bajo él.

Este hermoso espectáculo que revivimos constantemente durante todo el recorrido y que marca el devenir de la procesión, ha sido quizás, uno de los revulsivos que nuestra Semana Santa ha experimentado en los últimos años, pero no siempre fue así.

Desde la década de los años 20 del siglo pasado, los pasos de las Hermandades históricas de Isla Cristina, tanto las constituidas canónicamente como las que no; los de Ntra. Sra. de los Dolores, Gran Poder, Santo Entierro o Cristo de la Vida, fueron portados a la tradicional y antigua usanza gaditana, es decir: sobre el hombro, en andas o parihuelas, de manera improvisada, sin ensayos previos y utilizando para su descanso  y sostenimiento en el suelo, cuatro horquetas que apoyaban los cargadores en las cuatro esquinas de las andas.

Tras el paréntesis producido por la contienda bélica española (1936-1939) donde los dos templos locales fueron profanados y saqueados, las hermandades isleñas que fueron refundadas, así como las de nueva creación (Flagelación, Cautivo, Mulita y Buena Muerte), continuaron siendo portados en sus salidas -algunos desde fuera y otros desde dentro-, al estilo de los cargadores gaditanos, influencia esta, dada la cercanía por mar y los vínculos marineros y pesqueros de nuestra ciudad con la provincia de la "Tacita de Plata". Para tal menester se reclutaban a los hombres de "la coya" (descargadores de los muelles), que cumplían su cometido, previo el pago estipulado por el mecenazgo de algún que otro Hermano Mayor o miembro pudiente de las diferentes Juntas de Gobierno y quienes, para guardar sitio, anudaban un pañuelo en el costero donde más tarde habrían de cargar. En este periodo, los pasos tuvieron que ser agrandados.

Es en 1957, y tras el estreno del paso del Stmo. Cristo Yacente, cuando aparece la primera cuadrilla de costaleros (profesionales venidos de Huelva capital), que duró aproximadamente casi una década con grandes altibajos hasta su desaparición. Y es a partir de 1981, cuando la primera cuadrilla de Hermanos costaleros isleños, es introducida  en nuestra Semana Santa al mando de Francisco Eugenio como capataz  y portando la imagen de Ntro. Padre Jesús del Gran Poder, después de un largo periodo de decaimiento económico de los mecenas, de abandono y desidia que llevó a las mismas a adaptar los tronos con las antiestéticas ruedas para su desplazamiento salvándose así, las salidas procesionales y, aunque no nos guste a los cofrades este sistema de las ruedas, casi con total seguridad tenemos que reconocer que fue la supervivencia y evitó la desaparición de nuestras cofradías, al facilitar el cumplimiento con uno de los puntos más importantes de las reglas como es la salida y la protestación pública de fe en la calle. Por desgracia, solo una cofradía isleña continúa procesionando por este feo pero necesario sistema ante la dejadez y falta de interés de unos o la soberbia y tozudez de otros ¡no lo sabemos!. Es en 1991 cuando la mujer reivindica un lugar también como costalera, formándose una cuadrilla para portar a la preciosa imagen de la Stma. Virgen de la Soledad, que desde su fundación en 1975, lo venía haciendo a ruedas y que nos llega hasta hoy, aunque, al mando de un hombre como capataz.

Actualmente y en nuestros días, solo el paso de Stmo. Cristo de la Vida conserva aquel estilo primitivo y original de llevar los pasos en nuestra Semana Santa, habiendo introducido los hermanos cargadores, con la diferencia de antaño, en un refinamiento y la sobriedad que caracteriza a esta corporación. Huyendo si cabe, del "asevillanamiento" que todas nuestras cofradías han ido y están tomando desde hace años, estilo que en definitiva nos ha servido de motor para el engrandecimiento, auge y lucimiento de nuestra Semana Mayor.