viernes, 31 de julio de 2020

JUAN SOLER Y MIRAVENT, DECANO DE LOS MÉDICOS DE CÁDIZ.

Publicado en el periódico La Higuerita 1-8-2020

 Juan Soler y Miravent
La Ilustración Española y Americana 15-8-1893


Averiguando entre legajos y publicaciones antiguas, en uno de mis paseos por el pasado,  tuve la suerte de toparme con una revista publicada el 15 de agosto de 1893, “La Ilustración Española y Americana”.

En su última página, en una sección dedicada a libros editados, se publicaba un retrato de D. Juan Soler y Miravent, Decano de los médicos de Cádiz, quién según dicha revista, había nacido en Cádiz en 1810 y fallecido el 30 de junio de 1893.  La publicación de su grabado, se producía al  mes y medio de su fallecimiento, imaginamos,  que como homenaje póstumo a su figura, aunque no había ninguna reseña al respecto.

Dos apellidos tan significativos en la historia de Isla Cristina me hicieron pensar que este señor, casi con toda seguridad, podría estar vinculado de alguna u otra manera a nuestra localidad,  por ello recurrí al gran trabajo genealógico publicado por Jesús Bogarín “180 Linajes Isleños” y allí como imaginaba, encontramos  a un Juan Soler Mirabent1. Según J. Bogarín,  “Emilio Martín Bogarín, afirma que nació el 10 de febrero de 1821, pero que debe tratarse de una errata y el año correcto sería 1811, quién casó en 1836 con Rosario Díaz, nacida el 18 de enero de 1811”.

Tras el hallazgo del grabado de su retrato, y convencido de que podría  tratarse de la misma persona,  contacté con Jesús Bogarín,  quién me confirmaba que podríamos estar hablando de la misma persona y me añadía,  que sus padres se habían casado en Cádiz en marzo de 1810, y que bien podría haber nacido en diciembre, su hipótesis, tras conocer este grabado con su rostro de 1893.

Juan Soler Miravent, Decano de los Médicos de Cádiz,  fue hijo de Juan Soler Galcerán, quien nació en Reus el 25 de septiembre de 1788 y casó en Cádiz el 13 de marzo de 1810 en la Parroquia de Ntra. Sra. del Rosario con Rosa Mirabent Soler, nacida en La Higuerita el 24 de septiembre de 1786,  viuda y sin hijos de José Fábregas Torrens (quién falleció en el manicomio de Cádiz). Algunos de sus hermanos nacieron en Cádiz, otros en La Higuerita.  Estos datos según J. Bogarin, están tomados de Emilio Martin Bogarin (quién dice tomarlos de un árbol genealógico hecho por el Padre Mirabent).

De su matrimonio con la gaditana Rosario Díaz nacieron cuatro hijos, Francisco en 1837, Antonio en 1839, Isabel en 1841 y José en 1843,  todos en Cádiz.

Su madre fue hermana del Padre José Mirabent, lo que lo convertía en  sobrino del Ilustre sacerdote así como nieto de Francisco Mirabent Giralt y de Rosa Soler Rovira, naturales de Sitges y afincados en La Higuerita, donde fallecieron.

Su hermano Pedro Soler Mirabent, quien llegó a ser Secretario del Ayuntamiento, casó con Hermenegilda Barcia Martí o (Martín)2, hermana del filólogo, escritor, periodista y político Roque Barcia. 

Por destacar a algunos personajes de nuestra historia local entre otros, fue tío carnal de Hermenegilda Soler Barcia (Gildita madre), de José Soler Barcia (Alcalde y Diputado Provincial) o Serafín Soler Zarandieta, (maestro de escuela).

Retrato: La Ilustración Española y Americana 15-8-1893
Datos genealógicos extraídos de 180 Linajes Isleños. Bogarín Díaz,  Jesús. 2012.
1.- 180 Linajes Isleños. Bogarín Díaz,  Jesús. Linaje Soler (I).  D-1.2.1.
2.- Martí, forma catalana de Martín.  Martín (II), Ortografía. 180 Linajes Isleños. Bogarín Díaz,  Jesús.

miércoles, 1 de julio de 2020

ISLA CRISTINA.- ANTES, LA HIGUERITA. POR LUIS BELLO.

Artículo publicado en el periódico La Higuerita  1-7-2020   (I)

Luis Bello en la revista Nuevo Mundo. Mayo  de 1928

Luis Bello Trompeta fue un conocido escritor, periodista, pedagogo y político que nació  en Alba de Tormes el 6-12-1872 y que falleció  en Madrid el 5-11-1935. Fundador de varias revistas, dirigió El Liberal de Bilbao y escribió en El Heraldo de Madrid, El Imparcial y así como en otros periódicos, pero fue en el diario El Sol, donde alcanzó fama y reconocimiento, es en este mismo periódico el 2 de febrero de 1928, en su sección “Visita a las Escuelas” donde dedica un artículo a la educación en Isla Cristina, titulado “Presente de Isla Cristina”, un adelanto de su obra, escrita entre los años de 1926 y 1929, y dónde emprendió una campaña de viajes por toda España describiendo la situación de las escuelas de los lugares que visitaba. Estos artículos se recogieron más tarde en la obra “Viaje por las escuelas de España” publicada en Madrid, por la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones, S.A en 1929.

ISLA CRISTINA.- ANTES, LA HIGUERITA, es el título que el autor utiliza para hablarnos de Isla Cristina en diez páginas de su libro, dedicando su primera frase a Don Blas Infante, el notario,  quién le sirve de cicerone y es en su visita, quién le ayudará a levantar acta de cuanto ve en Isla Cristina, adentrándose en una localidad muy diferente, añeja y llena de una riqueza y de vida a la que Luis Bello,  retrata  con una escritura fácil, lírica y de agradable  lectura, recreándonos fielmente sus paisajes como los conoció en 1928.

Llegado desde Ayamonte, Luis Bello,  pide a Blas Infante que lo lleve a la torre más alta “por ver mucho cielo de una vez y el panorama de la isla hasta el mar y hasta la ribera portuguesa del Guadiana”. Nos apunta: “La torre más alta es, en los pueblos que no tienen castillo cimero, la de la iglesia. Aquí la iglesita de la plaza se contenta con su espadaña neoclásica, donde voltea discretamente una sola campana. Iglesia de aldea pesquera, no mucho más grande que una barraca. La torre más alta es, pues, la del Ayuntamiento; pero sin alardes, solo como una terraza más, con su minarete avanzado, de las que aquí levantan para ver llegar los galeones. Ya con este primer detalle empiezo a comprender la singularidad de Isla Cristina, que por la historia de su fundación, no se parece a ningún otro pueblo de esta costa andaluza. Isla Cristina no es Andalucía sino por el cielo. Comprendo bien, amigo Don Blas el afecto que usted siente hacia ella y la efusión, la ternura con que la tratan sus vecinos, ricos y pobres”.
“La actividad de Isla Cristina, su formalidad y buena administración, la alegría, sencillez y llaneza de su trato, con otras cualidades, que solo conociéndola pueden estimarse…..a su origen y a su aislamiento.  Es la última colonia griega fundada en playas tartesias. Un poco griega, un poco fenicia, como todo el Levante, de donde vino su sangre”. Bello,  realiza y explica el enclave geográfico y los pueblos limítrofes haciendo una comparativa y destaca que “Isla Cristina solo reina en las casas, en los canales y en las tierras ganadas al mar; es decir, en lo que veo desde la azotea del Ayuntamiento. Tiene, sobre todo, sus barcos. Para verlos ha levantado esos alminares que parecen tribunas y también cofas…….. las azoteas encaladas brillan al sol”.

Nos relata e introduce en los orígenes fundacionales catalanes tras el terremoto maremoto de Lisboa, destacando a personajes como José Faneca y al Padre Mirabent haciendo un recorrido por los apellidos oriundos de nuestros linajes que justificaban el título de colonia levantina y afirma, “La Higuerita es hoy una ciudad mediterránea, a pesar de su geografía. Quedan chozones de tipo antiguo en los arrabales y en el mismo paseo central. Conserva como reliquia una barraca de fundador, toda ella puerta y toda chimenea, con el gracioso triangulo valenciano y moruno en su caballete. Consérvelo como el mejor monumento conmemorativo, junto con el modelo más arcaico de la primera “chauca” para salazón. El caserío se extiende hacia el canal, rellenando el estero, arreglando como pueden el primer desorden de las primeras construcciones. Hay barrios de calles muy estrechas. Casitas bajas, encaladas. O de azulejos rosa, azul claro, verde pálido. O de rabioso almarrazón. Patios enlosados, con macetones. Se vivirá de la sardina y el atún; pero no pueden faltar en esas macetas tulipanes rojos, madreselvas, geranios y jazmines. Andalucía, Levante y Portugal han concurrido a formar el carácter de este pueblo nuevo”.

Se preguntaba, ¿cómo se gobernaban y cómo vivían, diez o doce mil habitantes aislados en su industria y en sus costumbres al margen de su presupuesto ligado al azar?,  ya que a pesar de haber tenido años de abundancia, desde hacía unos tres años vivían una crisis terrible donde perduraban aún sus efectos, sin embargo, mantenían hábitos de grandeza, mejorando sus fábricas y “fabriquines” de conserva, y fábricas de salazón en lugar de las chozas viejas que movilizaban un ejército de hombres y mujeres trayendo la pesca de fuera cuando las escuadrillas de Isla Cristina no podían dar abasto.  Por aquellos años estaba recién instalado el material flamante de la fábrica de los Pérez Romeu así como las escuelas de fundación privada (La Ermita 1921) que había visitado, y afirmaba,  que eran cerca de veinte las fábricas complemento de la pesquería y desgranaba una relación extensa resaltando la preponderancia de apellidos levantinos, catalanes y valencianos como en las primeras chozas.  Afirmaba que era el pueblo entero quién necesitaba desde el maestro director hasta la operaria que cierra la tapa de la lata, industria en sí, como explotación de un negocio. “El porvenir de los chicos de la escuela son los de bichero, que entran el atún; los pesadores, que manejan las basculas; los descabezadores; los “ronqueadores” o descuartizadores del atún; los “peteros” que los despellejan; los de la tabla, que lo cortan; los estibadores, que lo llevan a la chauca”; los “picadores”, tivaleros, fogoneros, cocedores”.  Aseveraba que las maquinas disminuían el personal pero al engrosar el volumen el negocio aumentaba la población obrera con sueldo a jornal fijo o como destajistas (cinco pesetas y un kilo de pan para los hombres,  y tres o 3,50 ptas.  y un kilo de pan, para las mujeres).

Una familia isleña en su barraca. Foto Salcedo (1928). Revista La Esfera

Las grandes fábricas enrolaban a su gente por temporadas. En las pequeñas sonaba la sirena (pito de llamada) y acudían a trabajar el que quisiera,  jactándose de que no tenía noticia de que aquellos jornaleros, camaradas hermanos de la gente de los galeones les faltaran ningún día el jornal si querían ganarlo y no esperaban inútilmente en la plaza como hacían los trabajadores del campo. Había podido comprobar como la tripulación de los vapores tenían un tanto de beneficio con la pesca de la sardina. En las fábricas la gente tenían, además, un duro por cada mil atunes que se capturaran así como el valor de los despojos del atún, supervivientes de un régimen comunalista.     
   
Continuación publicada en el periódico La Higuerita  15-7-2020  (II)


Lonja de Isla Cristina 1928 . Foto Salcedo.  Revista La Esfera 

Nos narra,  que había leído el libro de Bellón Uriarte que el Instituto de Oceanografía acababa de enviarle y dónde decía que en Isla Cristina entraban anualmente más de 12 millones de kilogramos de sardinas y que era inútil comprarlo en el mercado porque no se vendía…. un acuerdo de la Asociación de Armadores,  para impedir que los pescadores se llevaran la sardina ocultamente. No habiendo mercado donde venderla  se evitaba el robo, que en el año de 1918 se calculó que había ascendido a 2 millones de kilos y se preguntaba ¿robo?, respondiéndose asimismo que era mejor un exceso de familiaridad. La almadraba sin embargo no hacía su leva de picaros ya que barcos y fábricas trabajaban con obreros que no era como trabajar con gente de “la brida y del hampa”.  Alegaba que la vida era ruda, y esa parte de azar le daba color e intensidad, épocas de abundancia y semanas de vacas flacas que ya iban por tres años. La asociación del gremio resolvió parte de la crisis con una derrama y resolvió solidariamente el conflicto viéndose apreciado el casino y las chozas de la margen izquierda del río Carreras, también era fácil hacerse cargo de esta situación al hablar con las mujeres que mandaban a sus hijos a la escuela. 

Vista de Isla Cristina.  Avda. Padre Mirabent 1929.
Foto Salcedo.   Revista La Esfera, 

Además de los mercados antiguos, acababan de abrirse otros, donde las sardinas en cajas con hielo iban destinadas a Sevilla, Córdoba, Extremadura y hasta Madrid. Las salazones en cubetas o en cascos planos y tabales o cacos chicos estivadas al Levante, miles y miles de toneladas en aceite y en escabeche. Afirmaba que como el ferrocarril hasta Ayamonte todavía era una esperanza,  la pesca iba hasta el Barreno de Sevilla, (Lonja del pescado) y los vapores llevaban el resto. Se jactaba de haber visto una pila de grandes cajas con etiquetas italianas y que debajo en letras pequeñas pero bien claras decía: Isla Cristina. España.

“Este pueblo tan fecundo en recursos, y con 10.000 habitantes, ha vivido hasta hace pocos años igual que en tiempos de Roque Barcia: con dos escuelas de niños y dos de niñas. Es el detalle, el pequeño detalle que no han reparado muchas generaciones. Sustituyen la obra de la escuela nacional numerosas “migas”. He visto, junto a las casas de galeones y las chozas de cañizo más pobres, una clase de caridad perrillera,  no tanto escuela como capilla donde una anciana trabaja con vocación y buena voluntad,  (se refiere a la Punta del Caimán).   Don Antonio de Sardi, dos veces doctor, sabe que donde no hay médicos hay curanderos. La vida del pueblo exuberante y casi excesiva ha ido acomodándose en norma a casi todo, menos en la enseñanza. Las ganancias súbitas desaparecieron como llamas de alcohol y precisamente cuando más se ganó es cuando menos se adelantó. Me dicen que el año pasado –en plena crisis- entró por el fielato de Isla Cristina un millón de litros de vino común, de bajo precio, además de medio millón de otros alcoholes”.

Grupo Escolar Ntra. Sra. de los Ángeles (Ermita) 1921
Mundo Gráfico

“Las escuelas de niños graduadas, con seis maestros y el director, son de fundación particular. Ya al llegar a Huelva me habían advertido. “No deje usted de ir a Isla Cristina si quiere llevarse una buena impresión de nuestra provincia. Allí está Román Pérez Romeu que gastó medio millón de pesetas en memoria de su hermano”. Así es. La obra debe ser públicamente elogiada…….y dejaré consignado que gracias a Pérez Romeu se salva Isla Cristina de una carga a fondo bien merecida. Pérez Romeu, alcalde varios años, antes y después del Directorio, ha hecho su peculio las escuelas y Biblioteca Municipal, ha pagado excursiones escolares a Huelva, a Sevilla y Moguer, y conferencias culturales en el Casino, con otras iniciativas del mismo orden. En obras públicas y beneficencia, en la Casa de Socorro dotada de material moderno; en atenciones benéficas y en otros servicios que han hecho dar un paso al Ayuntamiento de Isla Cristina. Las escuelas están bien dotadas, con seis clases bien espaciosas y cómodas con buen material de todo género incluso aparato de proyecciones. Hay patio de juegos y, sobre todo amplias terrazas: lo mejor, lo más característico y más marinero de Isla Cristina. Seis maestros: D. Antonio del Molino, maestro de sección; D. Dionisio Rodríguez, D. Avelino Barrera, maestro y profesor de educación física; D. José Torcillo, D. Manuel López, D. Bianor P. Casado, y dos maestras Doña Juliana López y Doña Matilde Andrade, todos maestros y maestras nacionales de Isla Cristina”.
Aula para niños del Grupo Escolar
Ntra. Sra. de los Ángeles (Ermita) 1921
Mundo Gráfico

Para completar la información, existían cuatro escuelas particulares subvencionadas por el Ayuntamiento, pero nunca las vio e hizo constar.  Según el alcalde del momento Emiliano Cabot Alfonso, existía un proyecto porque no podía continuar un pueblo como Isla Cristina con sólo dos escuelas de niñas y tampoco debería conformarse con un grupo de seis clases para trecientos niños.


Al mes de su visita a Isla Cristina y a la fecha de la publicación de su artículo,  Luis Bello, recibía una carta del maestro Avelino Barrera, entusiasta y optimista donde se le trasmitía que el Ayuntamiento de Isla Cristina había procedido al feliz acuerdo de la creación de la escuela graduada de niñas, que cómo sabía, era un proyecto por el que todos hacían votos y que este se  apresuró para incluirlo en su artículo e hizo constar esta nota patriótica y generosa una vez más del Ayuntamiento.  Diciendo: “Don Avelino tiene razón, el ayuntamiento merece el aplauso, y conviene que su acuerdo sea conocido para emulación de los perezosos. Sin embargo, es preciso que el proyecto siga adelante, y así lo espero, porque yo también soy hombre de fe”.   
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Fuente: Viaje por las escuelas de España” publicada en Madrid, por la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones, S.A en 1929. Más Andalucía. Bello,  Luis. 

           

lunes, 15 de junio de 2020

LA BANDERA DE ISLA CRISTINA.


 Articulo publicado en La Higuerita de 15-6-2020

El Padre José Mirabent, en su Memoria sobre la Fundación y Progresos de la Real Isla de La Higuerita, nos narra, como tras la concesión del nombre de Cristina a la Real Isla de la Higuerita por la Reina Regente en 1834, dio lugar a que él, elaborase un Escudo de Armas como tenían todos los pueblos. Y dice así: “Y1 para que nada faltare al buen orden, decoro, y honor de esta Ysla, indique á los que en aquella epoca regentaban la Jurisdiccion, que se solicitase un Escudo de Armas, como lo tienen todos los pueblos, para que fuese en cifras una historia constante que comprehendiese el motivo del primer nombre que se le impuso á la Ysla con el que ahora se le imponía, y fuese como un memorial para los venideros. Aprobaron los concejales mi pensamiento y en su consecuencia me encargaron la redacción del pensamiento, y de mandarlo a dibuxar, lo que se executo en Sevilla con mucho primor y elegancia. Este dibujo fue mandado á Madrid á D. Roque Barcia, agente en aquella capital de todos los negocios y asuntos que interesaban á estos habitantes, para que obtuviese la aprobación del Gobierno: aprobación que jamás se ha visto (ni creo se solicitase) ni estos Señores se ha movido en ninguna época para reclamarla. Así ha quedado este negocio, y no dudo que quedará para siempre, como cosa que se mira de ningún interés, en lo que ni puedo, ni podré jamas convenir”.

Años más tarde, por una carta que se encuentra en el Archivo Histórico Nacional,  remitida al gobierno de la nación desde el ayuntamiento de Isla Cristina,  firmada por el alcalde José Ferrera Martin-Alberto o Hidalgo  en el año 1.876, y a la que dediqué un artículo en La Higuerita de 1 de mayo de 2020, tenemos conocimiento que de una forma “oficial” en esa época ya se justificaba el uso del escudo como sello que en su momento creara el Padre José Mirabent, aunque nunca,  fue declarado oficial hasta la publicación del Decreto de 28 de octubre de 1969 en su número 25.031. 

Dos han sido las enseñas que oficialmente han enarbolado en el consistorio municipal.  La primera de ellas, fue aprobada por el Ayuntamiento de Isla Cristina en sesión plenaria de 16 de agosto de 1971 en la que se adoptó entre otros,  el siguiente acuerdo:
“A2 continuación se conoce el diseño de la bandera como estandarte oficial de la ciudad confeccionado por el Teniente de Alcalde D. Félix Pichardo Fragoso, formado por un triángulo isósceles, con la base en el asta y de altura la mitad de la base en color amarillo. A partir de los lados iguales del triángulo dos fajas horizontales: blanca y azul limitada del triángulo por una faja estrecha blanca.
La corporación a la vista del mismo acuerda su aprobación, como así mismo que se dé conocimiento al Ilmo. Sr. Director General de Administración Local para su sanción,  si procede”. 
Bandera de Isla Cristina diseñada en 1971 por Félix Pichardo Fragoso.

De este acuerdo,  se dio traslado a la Dirección General de Administración Local,  el 18 de agosto de 1971, pero algo debió ocurrir que desconocemos,  quizás no fuera del agrado de todos y seis años después,  en el pleno del día 6 de julio de 1977, se volvía a tomar un nuevo acuerdo plenario, muy escueto, y se aprobaba un nuevo diseño de bandera con el acuerdo siguiente:
“A3 continuación se conoció los dibujos de la Bandera de Isla Cristina, presentado por el Teniente de Alcalde Don Antonio Salcedo Soler, facultado por cuerdo de la corporación, aprobándose por unanimidad los dibujos nuevos y la aprobación del mismo”.
Bandera de Isla Cristina diseñada en 1977 por Antonio Salcedo Soler.

Curiosamente,  no existe en el archivo municipal más documentación al respecto del mencionado acuerdo, ni expedientes sobre el tema, ni se conserva el dibujo presentado. El alcalde que presidió ambos plenarios fue  Emiliano Cabot del Castillo. No obstante, desde esa fecha, se viene utilizando como enseña de la ciudad la siguiente bandera. 

“Bandera rectangular de proporción 11x18 compuesta de tres franjas horizontales de igual anchura, paralelas entre sí y perpendiculares al asta, la primera y tercera amarilla, la segunda o central blanca, con tres fajas azules de iguales proporciones en anchura y longitud centrado y sobrepuesto, el escudo de armas de la ciudad”.
Los colores representan: el Azul Celeste, su mar y su cielo. El blanco,  la espuma del mar y de la sal. El amarillo,  el Sol y la luz. 

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 1.- Memoria sobre la fundación y progresos de la Real Isla de la Higuerita Mirabent Soler, José.  (Carta)2.- Acta capitular  de 16 de agosto de 1971.  Archivo Municipal de Isla Cristina. 3.- Acta capitular  de 6 de julio de 1977.  Archivo Municipal de Isla Cristina.

lunes, 1 de junio de 2020

DE PUENTE CARRERAS A BARRIADA DE ROMÁN PÉREZ, 18 JULIO DE 1922.

Artículo publicado en el periódico La Higuerita de 1-6-2020

Rótulo de la Calle 18 de julio de 1922 en la Barriada de Román Pérez,
que perpetúa y nos recuerda la efemérides.


El 20 de noviembre de 1920, la mayoría de los vecinos y moradores del barrio denominado “Puente Carreras” en el otro lado del puente,  pertenecientes al término municipal de Ayamonte, solicitaron en un escrito a la Diputación Provincial la segregación del mismo, y por ende, la agregación al término municipal de Isla Cristina.

Examinados los antecedentes del expediente instruido, basaban sus argumentos en que desde hacía mucho tiempo llevaban intentando obtener su segregación, ya que les separaba una distancia de 150 metros de Isla Cristina, mientras que de Ayamonte, eran 15 km, y esto hacía inútil que pudieran aprovecharse de los distintos servicios del municipio matriz, teniendo que valerse de otras autoridades y dependencias públicas que les eran precisas para la vida intelectual, moral y social.

Otro de los argumentos era que la barriada era cada vez mayor por el contingente de vecinos de las industrias procedentes de Isla Cristina, que constituían sus viviendas, fábricas y talleres en lugares próximos a aquella,  y que sus moradores tenían vida común e inseparable, unidos topográficamente y que estaban enlazados por estrechos vínculos familiares, además, que la población escolar no podía desplazarse diariamente a los colegios de Ayamonte  y que los maestros de Isla Cristina no podían admitirlos en sus clases por pertenecer a distinto ayuntamiento y esto, daba lugar a que existiera un número alto de analfabetos. También carecían de asistencia médica  y farmacéutica. Argumentaban que por no tener iglesia o capilla para el culto, la fe católica se resentía, y los que morían no recibían los auxilios espirituales y los cadáveres tenían que ser trasladados a lomos de caballerías o en carritos al Cementerio de Ayamonte. Que muchas de las industrias pesqueras de navegación y fabricación de conservas establecidas en la margen de la ría Carreras se desarrollaban simultanea e indistintamente en Isla Cristina y en la Barriada del Puente, y que los muelles de esta distaban a seis  o siete kilómetros de la Aduana de Ayamonte, en tanto que la de Isla Cristina estaba a tan solo 250 metros y que en agosto de 1906,  se había dictado una Real Orden habilitando el muelle de la barriada del Puente para el embarque y desembarque en régimen de exportación e importación y cabotaje, con documentación, intervención y Aduana de Isla Cristina,  y que por las mismas razones sin duda se dictó otra disposición para la cual el personal de Aduanas y fuerzas de resguardo de Isla Cristina vienen ejerciendo sus funciones inspectoras en la repetida zona del termino de Ayamonte, y apoyándose en los hechos señalados en el artículo 5º de la Ley Municipal de la época, suplicaban se resolviese haber lugar a la segregación.

El Ayuntamiento de Ayamonte, en su defensa, informó que era inexacto que la barriada, compuesta de 51 edificios, tres albergues, estuviera desabastecida por el mismo, afirmando que se prestaban los servicios de la beneficencia que las necesidades demandaban, lo  mismo que los de vigilancia; que el estado sanitario era bueno, según se podía comprobar con la mortalidad y que no obstante, existía una escuela por el Ayuntamiento en Pozo del Camino,  a un kilómetro de Puente Carreras, y que pensaba la corporación subvencionar otra en ese barrio. Que en Ayamonte se disponía de dos parroquias con siente iglesias mejor servidas por número de clero, y  que el traslado de cadáveres al Cementerio de Ayamonte se hacía por un camino vecinal que reduce a seis kilómetros la distancia, y que las disposiciones citadas por los solicitantes no tenían el carácter que los mismos exponían, sino que habían sido dictadas a distancia por un industrial;  que todo ello obedecía a las aspiraciones de engrandecimiento de Isla Cristina y que no eran de aplicación los preceptos legales aducidos, y que sí lo era el párrafo 1º del artículo 5º de la ley Municipal, la Real Orden de 26 de febrero de 1875, la de 28 de Mayo de 1874 y la de 31 de Diciembre de 1878, y que en vista de ello se desestimara la solicitud de referencia.

El Ayuntamiento de Isla Cristina informaba, por el contrario, que eran ciertos los hechos expuestos por los vecinos de “Puente Carreras” y estimaba que eran legales sus pretensiones, y que aceptaba desde luego la agregación solicitada.

El Ayuntamiento de Lepe informó que en nada le afectaba el asunto y el de Villablanca lo hizo en sentido desfavorable.

La Diputación Provincial acordó la separación del barrio de “Puente Carreras” con el terreno de marisma señalado en el plano que acompañaba el informe del Ayuntamiento de Isla Cristina, y solicitó que se remitiera el expediente con el informe que emitiera la Comisión Provincial, que fue también favorable a la segregación, al Gobernador para que lo enviase al Ministerio de la Gobernación a los efectos del último párrafo del artículo 7º de la Ley Municipal, por no existir conformidad entre los Ayuntamientos interesados.

Los Ayuntamientos de Cartaya,  San Silvestre de Guzmán y Sanlúcar de Guadiana informaron: el primero, expresando que no podía concretar por carecer de datos, y el segundo y tercero se oponían a la segregación.

El Gobernador informó favorablemente la pretensión de los vecinos de Puente Carreras por considerarla razonable y ajustada al derecho que le concedía el artículo 5º de la Ley Municipal.

Según el artículo 3ª de esta Ley, los términos municipales podían ser alterados por agregación total a uno o varios términos colindantes, por segregación de parte de un término, bien fuera para constituir por sí o con otra u otras porciones Municipios independientes, o bien para agregarse a uno o a varios de los términos colindantes. Con arreglo al artículo 5º de la propia ley Municipal, procedía la segregación de parte de un término municipal para agregarse a otros existentes, cuando lo acordaran la mayoría de los vecinos de la porción que haya de agregarse y pudiera  tener efecto sin perjudicar los intereses legítimos del resto del Municipio ni hacerle perder las condiciones expresadas en el artículo 2º para que puedan existir Ayuntamientos.

En este caso, puesto que la segregación la habían solicitado la mayoría de los vecinos que formaban  la barriada que trataba de segregarse, la misma, de realizarse, no le harían perder al Ayuntamiento de Ayamonte sus condiciones de existencia, ya que por ella no bajaban de 2.000 sus habitantes, ni dejaba de tener un territorio proporcionado a su población, ni dejaba de poder sufragar sus gastos obligatorios.

Teniendo en cuenta que con la segregación no se perjudicaban los intereses del Ayuntamiento de Ayamonte, y que éste no  había  alegado nada más que la pérdida de ingresos que producía la barriada y el valor material de ella, alegación que no se tuvo  en cuenta, pues esa minoración de ingresos era aneja a toda segregación, y de tenerse en cuenta,  no podría llevarse a efecto ninguna y en cambio, se evidenciaban los perjuicios que para la barriada de Puente Carreras sí les causarían de no llevarse a cabo su pretensión.

La Diputación Provincial no pudo acordar dicha segregación ante la oposición del Ayuntamiento de Ayamonte, y por ello, y en cumplimiento de lo dispuesto en el último párrafo del artículo 7º de la ley Municipal, tuvo que ser preciso que la aprobación tuviera que ser a través de una Ley.

El 18 de julio de 1922, el Ministerio de la Gobernación resolvía en favor de los vecinos.

“Don Alfonso XIII, por la gracia de Dios y la Constitución, Rey de España. A todos los que la presente vieren y entendieren, sabed: Que las Cortes han decretado y Nos sancionado lo siguiente:

En su consecuencia, el Ministro que suscribe, por acuerdo del Consejo de Ministros, tiene el honor de presentar a la aprobación de las Cortes el siguiente  PROYECTO DE LEY

Artículo 1º. La aldea o barriada de Puente Carreras, del término municipal de Ayamonte se agrega al de Isla Cristina, ambos de la provincia de Huelva, con los terrenos de marisma que se señalan en el croquis o plano que figura en el expediente y los cuales tienen una extensión superficial de 258,75 hectáreas, y cuyos límites son: al Norte, el camino de Pozo de la Vera Baja; al Sur, el término de Isla Cristina; al Este, el mismo término y el Estero Placerón, y al Oeste, con Estero Tamujar Grande.

Artículo 2º. Por el Ministerio de la Gobernación se dictará las oportunas órdenes para el exacto cumplimiento de lo dispuesto en el artículo anterior.

Dado en Palacio a diez y ocho de Julio de mil novecientos veintidós. YO EL REY
El Ministro de la Gobernación Vicente Piniés.”

En el callejero, existe un rótulo en la zona de poniente de la carretera, donde estuvo la oficina de “Salinas la Primera” propiedad de la familia Mirabent, donde podemos apreciar  la fecha de dicha efemérides,  18 de julio de 1922.

Las necesidades y el interés más que justificado de los vecinos del otro lado del puente se vieron consumados y reconocidos por Ley, pasando a ser desde aquel momento parte del término municipal y del núcleo urbano de Isla Cristina, pero indudablemente, fue el logro de una buena gestión política  en aquellos momentos,  por parte,  sin lugar a dudas,  de un gran alcalde,  “un industrial”, Don Román Pérez Romeu, de quién adquirió el nombre la barriada del otro lado del puente,  pasando  de ser “Puente Carreras” a “Román Pérez Romeu”.

Fuentes: Real Decreto,  8 Noviembre de 1921
La Gaceta de Madrid, núm. 200.  19 julio 1922

viernes, 15 de mayo de 2020

LOS PATRONES DE JÁBEGAS EN 1775.


Artículo publicado en el periódico La Higuerita el 15-5-2020

En 1775, veinte años después del terremoto de Lisboa, el asentamiento de La Higuerita se había convertido en un lugar habitado, y la población había crecido notablemente estableciéndose en chozas para el tráfico de salazón así como algunos servicios para los colonos.


Relación de Armadores 1775
Infante Galán, Juan Fuente: ABC
Dejo la relación1 de los sesenta y cinco patrones de las compañías que poblaban La Higuerita en 1775 con más o menos asiento y que muchos de ellos quedaron definitivamente entre nosotros.

Antonio Rivera, Juan Pascual, José Morillo, Antonio Salarich, Manuel Grao, José Picairo, Ventura Prat, José Carbonell, Pedro Feu, Juan Fornés, Francisco Fornés, Juan de Salas, Pelegrín Carbonell, Juan Poyol, Bartolomé Coll, Pedro Grau, José Nataly, Joaquín Beltrán, Francisco Jaures, Cosme García, José Ballester, José Ginesta, Pedro Carbonell, Pablo Millet, Pablo Mora, Antonio Gatil, Francisco Ester, Domingo Tamarag, Pablo Grañada, Bartolomé Soler, Antonio Albert, Antonio Frexas, Antonio Enrice, Bernardo Portages, Domingo Yuga, Diego de Reyes, Félix Fábregas, Francisco Hidalgo, Francisco Robert, Francisco Pla, Fidel Cabot, Francisco Soler, Juan del Campo, José Fábregas, José Badías, Juan Chamaco, Juan Rubirat, José Monell, Juan Ferrera, José Vidal, José Buada, José Mayor, José Gómez, Lorenzo Bali, Luis Soler, Miguel Jovert, Miguel Llovera, Pedro Pascual, Pablo Vidal, Pedro Vérges, Pablo Jarrán, Pedro Roselló, Pedro Carbonell, Pedro Cabot, Pedro Amell, Pedro Canellas, Rafael Martín, Pedro Isern, Salvador Salvat, Salvador Angli, Salvador Sierra, Salvador Casanovas, Salvador Muns, Simón Royo y Tomás Martínez.
Alegoría de la llegada de la Stma. Virgen
del Rosario a la Higuerita, y que inspiró
el cartel de las fiestas de 2006, obra de
Francisco J. Zamudio

A esta relación de patrones pescadores con la tripulación de sus  jábegas, habría que añadir las casi ochenta chozas que se dedicaban a salar y a elaborar el pescado.

Un detalle que nos llama la atención es que en este listado,  entre otros, aparece Don Salvador Casanovas, natural de Mataró,  primer alcalde nombrado por el Capitán de Fragata de la Real Armada y Comandante Militar de la Ciudad de Ayamonte Don Ricardo Darrac en 1801, el mismo,  que en 1789 trajo en su barquilla desde su ciudad natal a la actual Patrona de Isla Cristina, la Stma. Virgen del Rosario como protectora del Gremio de Mareantes. 

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1.- Isla Cristina dos veces centenaria. ABC de Sevilla. Infante-Galán, Juan. 1971

sábado, 2 de mayo de 2020

CARTA DEL ALCALDE JOSÉ FERRERA Y EL SELLO UTILIZADO POR EL AYUNTAMIENTO.

Artículo publicado en el periódico La Higuerita del 1-5-2020



El Archivo Histórico Nacional, guarda una carta remitida en 1876,  firmada por el Alcalde  de Isla Cristina,  José Ferrera.  Al parecer,  el regidor municipal informaba y explicaba taxativamente con una memoria descriptiva cuál era la composición del sello utilizado oficialmente por el Ayuntamiento con el escudo de armas de la ciudad y hacía un recorrido histórico de nuestra historia bastante interesante, para justificar el mismo.

Podríamos deducir, que desde el Ayuntamiento se justificaba con este escrito el uso “oficial” del escudo que en su momento con sus diferentes variantes creara el Padre José Mirabent, aunque nunca fue declarado oficial hasta la publicación del Decreto de 28 de octubre de 1969 en su número 25031,  que dice así en sus primeros párrafos: “El Ayuntamiento de Isla Cristina, de la provincia de Huelva, ha estimado conveniente proceder a la rehabilitación del escudo de armas que viene utilizando como propio desde tiempo inmemorial…….”  Queda claro, que debió surgir algún problema legal por su uso, y esa obligatoriedad de oficializarlo para su uso, le hizo cambiar, aunque manteniendo las  armas y adquiriendo una forma más corporativa, de ahí que el propio decreto hable de (rehabilitación del escudo)
Sello con el escudo realizado
por el Padre J. Mirabent

La carta de José Ferrera,  nos ofrece algunos detalles interesantísimos que aunque son conocidos hoy por todos, justificaban en aquel momento ante el ministerio el porqué de esos símbolos,   vinculándolos a los orígenes fundacionales y a nuestra historia. 

Comienza el documento diciendo: “En el año de 1720 había en las playas de las mojarras (termino de Ayamonte) algunas chozas de catalanes y valencianos que se ejercitaban por temporadas en las faenas de la pesca…. (sic) al siguiente año volvían a ocuparse de la misma forma”. Esta afirmación viene a corroborar lo escrito por el Padre J. Mirabent de que anteriormente al terremoto-maremoto de Lisboa los catalanes y valencianos pescaban por la zona de la desembocadura del Guadiana tanto en España como en Portugal.   Continúa diciendo que “en el año 1755 un fuerte terremoto inundó y arrebató las citadas chozas, pereciendo casi todos los que habitaban, salvándose una sola persona en una de las paredes de la choza que habitaba por estar ésta enclavada con materiales ligeros y fácil de salir a flote,  cuales son el del junco y madera de pino”. Aquí nos describe dos datos interesantes, que al parecer solo hubo  un  superviviente en ese campamento, de quién no da nombre, y que pudo salvarse gracias a las características de su choza, realizada con juncos y madera de pino.

Primitivo escudo 
Afirma que tras el funesto y siniestroso terremoto, volvieron dichos colonos al siguiente año de 1756 encontrándose con la desgracia ocurrida y buscaron un sitio que les proporcionara más seguridad. Continúa “recorrieron todo el contorno, encontrando una pequeña península de arena rodeada de islotes y marismas al frente de un brazo de rio, que es lo que hoy constituye el centro del pueblo”. Ese brazo de ría al que hace referencia, es el desaparecido caño o estero del Cuquimán que bañaba al sur a la península, entrando su cauce por la ría, y que actualmente estaría lindando aproximadamente con la calle Serafín Romeu Portas, y Calle Baja.

Escudo Decreto 1969
Nos narra que después de descubierto este terreno, los catalanes y valencianos encontraron a su vez una pequeña higuera y “conviniéndoles este punto para sus intereses se resolvieron en formar chozas, pero como carecían de agua dulce determinaron hacer una excavación por si podían encontrarla, al efecto se dirigieron al pie de la higuera encontrándose a una profundidad de unas dos varas agua dulce, cristalina y fresca”, curiosamente aquí  no hace referencia a José Faneca, pero sí afirma, que con este motivo le pusieron el pozo de la higuerita de donde después le vino al pueblo el nombre de Higuerita “(sic) árbol que se observa en el sello con el pozo a su pie y al frente de estos una especie de palo cruzado que demuestra el primer buque que llegó a esta isla en su descubrimiento. Siendo este el origen del sello”. Queda claro, que el motivo de su escrito era informar y fundamentar el sello utilizado.

Sigue diciendo que “en el año 1780 cuando ya conocieron una porción de industriales que no se separaban de sus intereses, formaron una especie de pueblo denominado Real Isla”. Nos deja bastante claro que la industria fue tomando forma,  y que veinticuatro años después del asentamiento, algunos decidieron cuidar su patrimonio y no abandonarlo formando una población a la que se le llamaba Real Isla de La Higuerita.   

Actual escudo
Prosigue,  “que en el año de 1834 se concedió por Real Orden de 13 de enero de este citado año la gracia de denominarse Isla Cristina, empezando a usar el sello cuya copia se estampa arriba y sin que se haya hecho variación de las armas”, en este caso,  no explica el motivo del cambio de nombre de la población de Higuerita a Isla Cristina como todo sabemos y que fue por la gracia de la Reina Regente María Cristina, pero sí que afirma que el sello usado es el mismo sin que hubiera variado la composición.

Lo firma  en Isla Cristina, a 19 de septiembre de 1876  el alcalde José Ferrera.  

José Ferrera Martin-Alberto2 nació en Isla Cristina en 1841 y contrajo matrimonio en 1873 con Carolina Boatella Genís nacida en Villablanca de padres gaditanos o también José Ferrera Hidalgo3       
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Archivo Histórico Nacional
1.-Historia de Isla Cristina (Biografía sentimental) Sosa Rodríguez, José 1970
2.- 150 linajes Isleños. Bogarin Díaz, Jesús
3.- Diccionario de Regidores Isleños. P. Figuereo, Agustín.