viernes, 16 de junio de 2023

Ramón Romeu Portas, ganó en el Supremo a su primo hermano José Caballero Romeu, la disputa por el calamento de la Almadraba “Punta Umbría”.

Articulo publicado en el periódico La Higuerita 15-6-2023

                     Plano de la costa de Huelva donde aparecen las almadrabas existentes en 1900.                     
Archivo Municipal de Isla Cristina, Leg. 1348,
Escritura de transferencia del arrendamiento de la Almadraba de “La Tuta”.


A lo largo de los tiempos, la mayoría de industriales dedicados a la pesca del atún fueron empresarios isleños y, en su generalidad, de ascendencia catalana. De las cuatro almadrabas caladas en la costa onubense a finales del siglo XIX y principios del XX, dos de ellas, se encontraban situadas en el distrito marítimo de Isla Cristina. “Las Cabezas”, calada frente a Isla Cristina y la de “La Tuta”, que comenzaba en tierra desde la Casa de los Carabineros en la actual Playa del Hoyo, hasta la Casa de Matamoros hoy Urbasur y los Carabineros de Las Antillas. La de “El Terrón” o “Nueva Umbría” en termino de Lepe, y la de “Punta Umbría”.

En el  Boletín Oficial del Ministerio de Marina1, encontramos una resolución que ponía punto y final a un conflicto suscitado entre empresarios isleños por la concesión y explotación de una almadraba y en la que una parte, llegó a denunciar a la Administración Pública al interpretar un trato de favor, quedando absuelta por una sentencia dictada por la Sala de lo Contencioso-Administrativo del  Tribunal Supremo. 

Los demandantes en sociedad, D. José Caballero Romeu, los Sres. Pérez Hermanos y D. Pedro Gutiérrez Feu, revocaban la Real Orden expedida por el Ministerio de Marina el 20 de Octubre de 1902 relativa a la concesión de una almadraba, que por Real Orden de 7 de marzo de 1899 el Ministerio de Marina había concedido a Don Ramón Romeu Portas. Una almadraba de ensayo para la pesca de atunes con la denominación de “Punta Umbría”  en aguas  la provincia de Huelva. En dicho litigio, demandaban a la Administración General del Estado, coadyuvada por Don Ramón Romeu Portas.

El 27 de marzo del mismo año de 1899, D. Ramón Romeu, percatándose de que en aquella zona donde había calado su almadraba existían piedras, fango y bancos de arena, no marcados en los planos, que imposibilitaban el calamento, solicitó que se variasen las enfilaciones más al Oeste e informada favorablemente en instancia por la Junta Provincial de Pesca, el Capitán General de Cádiz se negó a darle curso, teniendo para ello en cuenta que por Real Orden de 30 de Noviembre anterior se había designado a Romeu el establecimiento de un pesquero en lugar próximo, y que se habían negado en el mismo sitio a otras almadrabas a consecuencia de lo dispuesto en Real Orden de 4 de Abril de 1894, por la que se dispuso que se desestimara el calamento de otras, que se solicitasen al Oeste de “Punta Umbría”, y cercanas a la barra del Terrón.

El 14 de Noviembre de 1901, Ramón Romeu, acudió con instancia del Ministerio de Marina, a que le fuera concedida la variación de enfilaciones que constaba en el plano en  su anterior instancia de 22 de mayo de 1899, respecto a la que había informado favorablemente la Junta de pesca de Huelva, insistiendo en dicha petición en otra instancia que presentó el 5 de diciembre siguiente, resultando: que pasado el asunto a la Junta Consultativa y remitido al Capitán General del Departamento, este lo devolvió juntamente con el plano indicado y el acta en que constaba el informe emitido en 31 de mayo de 1899, por la Junta local de pesca de Huelva favorable a la variación de enfilaciones y al devolver el expediente manifestó, que no había dado curso a la instancia presentada por Romeu, por los motivos ya expresados, a los que agregaba que con posterioridad existía un pesquero próximo colindante por el Oeste al que quizá perjudicaría la variación solicitada, y a cuyo arrendatario habría de oír, y que el peticionario llevaba calando tres años en el sito de su concesión.

La Junta Consultiva, teniendo en cuenta que no era exacto que por la Real Orden de 4 de Abril de 1894 estuviera prohibido el otorgamiento de pesqueros al Poniente de Punta Umbría, acordó el 14 de Enero de 1902, que el Capitán General informase correctamente con audiencia de la Junta de Pesca, si la  concesión de Ramón Romeu, tenía los accidentes que este alegaba, y si con la variación pretendida sería un obstáculo para la navegación y quedaría a la distancia reglamentaria de las almadrabas próximas. El comandante del Cañonero “Ponce de León”, practicó durante tres días, operaciones de sonda y rastreo en el sitio de la concesión, encontrando fondo de pedrusco, cascajo y arena con cabezos sueltos, comunicando el resultado de sus reconocimientos. La Junta Local de Pesca y el Comandante de Marina de Huelva, informaron, que el nuevo sitio solicitado para la almadraba perjudicaba menos que el primitivo a la navegación, por estar más aterrado y separado de la barra, hallándose a más de cinco millas de las almadrabas colindantes, por lo que el Capitán General de Departamento emitió el 10 de abril su dictamen afirmando que si bien el cambio de emplazamiento había sido denegado por la Capitanía General en Junio de 1899, había desaparecido la causa principal por la que se dejó sin curso la solicitud al concederse con posterioridad la almadraba del Terrón entre la Tuta y Punta Umbría; que la existencia de piedras en el fondo donde actualmente calaba esta almadraba, estaba comprobada por los rastreos y que el nuevo emplazamiento entorpecía menos la navegación, añadiendo que se había prescindido de la publicación en el Boletín y de las audiencias de los colindantes que proponía la Junta de Pesca del Departamento, porque las concesiones cercanas eran posterior a la iniciación del expediente y urgía resolver al acercarse la época del calamento. 

El 15 de marzo de 1902, Don José Caballero Romeu, concesionario de la almadraba de ensayo “Las Torres”, obtenida por Real Orden de 24 de abril de 1901, acudió con instancia al Capitán General exponiendo: que tenía noticia de que se había solicitado para la de “Punta Umbría”, un cambio importante de enfilaciones,  siendo así que tal cambio no era otra cosa que una petición de nueva almadraba, y que teniendo la duda de si debía ser oído sin prejuzgar su informe, pedía que se determinara si la petición de nuevas enfilaciones no constituían una variación que pudiera afectar a las colindantes y se debía informar a sus concesionarios.

Ante esta petición, la Junta consultiva, acordó por unanimidad, que debía desestimarse las pretensiones de variación de calamento, pero que no se trataba de variar ningún calamento,  sino que  se concedía una nueva almadraba de ensayo con igual nombre que la usufructuada por el solicitante, y procedía otorgarse esta concesión de calar la primitiva almadraba de “Punta Umbría” en sitio más profundo y libre de los peñascos que la dificultaban y entorpecían.

El 10 de mayo, Romeu acudía con instancias al ministerio en la que exponía que procedió al calamento el primer año, viendo que en el sitio existían peñascos que le imposibilitaban, teniendo que desviarse al Oeste, buscando aguas limpias, con lo cual los gastos no compensaban con los ingresos, y que denegada la variación que había solicitado, habiendo continuado calando  los años de 1900 y 1901, por tolerancia de las autoridades aunque en la última se habían presentado obstáculos y que solo se decidió calarla en 1902, y que los perjuicios se irrogaban con la reposición de redes destruidas por los peñascos para no dejar sin trabajo a los 170 tripulantes contratados durante cuatro meses, por temor de incurrir en la pérdida del derecho pesquero, y con la esperanza de conseguir la variación solicitada.

El concesionario de la almadraba “El Terrón”, informó el 21 de mayo que era cierta y notoria la causa alegada por Romeu y de justicia, y el Ayuntamiento de Huelva en sesión el día 30 acordó manifestar que no se lesionaba los derechos de la ciudad. En cambio, los concesionarios de la almadraba “Las Torres” el 8 de Junio, expusieron que era inoportuna la pretendida variación porque llevaba tres años la de “Punta Umbría” calando con abundantes beneficios y en el cuarto estaba pescando mucho más que las del litoral y que el cambio de enfilaciones más a Poniente, dejaría entre “Punta Umbría” y “Las Torres” espacio para otra almadraba que ya se había solicitado y que sería igual conceder a Romeu lo que se había denegado sucesivamente a otros peticionarios.

En Octubre de 1902, se le concedió a D. Ramón Romeu Portas, la autorización para calar una almadraba de ensayo de buche para la pesca de atún con la denominación de “Punta Umbría”, quedando anulada la que con el mismo nombre venía disfrutando. Contra esta Real Orden y a nombre de Don José Caballero y Romeu, de los Sres. Pérez Hermanos y de Don Pedro Gutiérrez Feu, recurrieron en contencioso administrativo y  formalizaron la demanda con la suplica de que se revocara o anulara dicha Real Orden y se declarara nula y de ningún valor y efecto la concesión de la nueva almadraba denominada “Punta Umbría” que se le había otorgado a D. Ramón Romeu Portas.  El Tribunal Supremo dio la razón al Sr. Romeu bajo criterio: que entre dicha almadraba y la denominada “Las Torres”, que disfrutaban los demandantes, no era atendible conceder otra con el nombre de “Ntra. Sra. de la Cinta”, porque el agravio nacería de la almadraba que se acercaba a “Las Torres”, no de la que se alejaba más de lo que estaba, e impugnada por los propios demandantes la Real Orden que concedió la almadraba “Ntra. Sra. de la Cinta”, declarada firme y subsistente por Sentencia de 31 de diciembre de 1902, por lo que el fallo desistió la excepción de incompetencia de jurisdicción, y absolvía a la Administración de la demanda deducida a nombre de D. José Caballero Romeu, contra la Orden de 20 de octubre de mil novecientos dos.

Curiosamente, el isleño y demandado Ramón Romeu Portas, hijo del sitgetano Antonio Romeu Casañas2, era primo hermano del demandante, el también isleño José Caballero Romeu, a su vez, hijo de Fructuosa Romeu Casañas3, natural de La Higuerita.  

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1.-  Boletín Oficial del Ministerio de Marina  18-5-1905. Nº 56

2, 3.- Bogarin Díaz, Jesús. Datos extraídos de 390 Linajes Isleños 

jueves, 1 de junio de 2023

La Santa Misión en Ayamonte y La Higuerita, última voluntad del matrimonio Manuel Garcés y Nicolasa de Lara Muñiz.

Artículo publicado en el Periódico La Higuerita 1-6-2023

Escritura de Testamento y Última Voluntad,
cedida por don José Morales Reyes, de Ayamonte. 

 

El Padre José Mirabent, que nació en La Higuerita el 14 de agosto de 1779, en sus memorias sobre la Fundación y Progresos de la Real Isla de La Higuerita, nos hace referencia de los graves inconvenientes que existían para que los colonos que se habían establecido en la isla,  pudieran oír misa,  y cómo reunidos los patrones de las compañías más poderosas, solicitaron al Administrador de la Aduana de Ayamonte, don José Quintana Ceballos,  les enviase todos los días festivos un Religioso del Convento de San Francisco, para que ofrecieran misa.

Un interesante documento, facilitado por don José Morales Reyes, de Ayamonte,  y al que agradezco públicamente su gentileza, nos aporta un interesantísimo dato sobre una misión evangélica en Ayamonte y en la Playa de La Higuerita y que viene a ampliar y a complementar los datos  que el Padre Mirabent nos ha dejado en sus memorias.

Se trata de un Testamento y escritura de admisión de últimas voluntades, por la falta de herederos con fecha 20 de abril de 1790, rubricado en Ayamonte ante el SM mayor de la marina y su provincia,  por los señores don  Manuel Garcés  y su esposa doña Nicolasa de Lara Muñiz, y en el que se plasma, que el día 11 de junio de 1779 en unión y conforme, realizaron un testamento de última voluntad y por adicción al mismo, el 22 de abril de 1785 y el 25 de agosto de 1787 habían acordado algunas disposiciones especiales que ordenaron y aclararon en este último testamento, ya que revocaban y anulaban cuanto a favor había para el sobrino de doña Nicolasa, el Presbítero Vicente Alemán  que había fallecido, así como las respuestas de aceptación del Sr. Marqués de Ayamonte y los Frailes Capuchinos de Cádiz y Sevilla.

En el mismo, ordenaban y declaraban el uno al otro por heredero universal y albacea, y disponían entre otras cosas,  que por fallecimiento del último, se estableciese  una Santa Misión de cinco en cinco años y que en cada uno de ellos, había de celebrarse este sagrado ministerio por quince días en esta ciudad (se refiere a Ayamonte) en la iglesia de Ntra. Sra. de las Angustias y otros cinco en la Playa y Lota de La Higuerita,  y para ello, había  dejado dos almacenes o casas (excepto el corral) que lo habían dejado anteriormente en propiedad y usufructo al hospital de Ntra. Sra. de la Piedad de aquella ciudad, más un dinero para que fuera  costeada otra Misión con el producto de otras casas y almacenes para que fueran destinados para la curación de los pobres y enfermos de otro hospital, de acuerdo con el administrador del mismo, solicitando dos seminarios de Padres observantes de la ciudad de Arcos o Padres Capuchinos de la de Sanlúcar de Barrameda para el referido fin y en el caso de que no fueran condescendientes, por cualquier razón, ese dinero  sería donado a algún convento o Seminario, por lo que  dieron facultad al otro administrador del hospital citado de acuerdo con el cura más antiguo y el mayordomo de fábrica1 de otra iglesia de Ntra. Sra. de las Angustias para que trajesen otra misión donde más conveniente creyeran y con el sobrante  lo invirtieran  en los pobres.

Este documento fue  enviado con dicho  asunto y con el mayor cuidado al Guardián de Capuchinos de la ciudad de Sevilla, este con el M.R.P. Provincial y definitorio, y en su defecto tuvieron a bien y acordaron condescender y aprobar sus deseos, estimando que en ello se hacía mucho servicio a Dios y a las Almas y  suplicaron al Marqués de Astorga, Conde Duque Don Vicente Joaquín Osorio de Moscoso y Guzmán, que se sirviese y convirtiese en Patrono y protector de esta causa, como se acredita es su despacho expedido en Madrid el 12 de enero de 1790 y que se unió  a este instrumento para documentarlo incorporándose sus traslados a su literal tenor.

“Por cuanto Don Manuel Garzes vezino de mi Ciudad de Ayamonte me ha presentado en la fecha a treinta de septiembre del año próximo pasado que con su esposa Doña Nicolasa de Lara y Muñiz está acusado  y de conformidad por la falta de herederos ascendientes y descendientes fundan una misión de R.R.P.P Capuchinos del Convento de Sanlúcar de Barrameda para que pasen a ser en otra ciudad de Ayamonte de cinco en cinco años por espacio de veinte días y diez en el sitio de la Población de La Higuerita adyacente, o en caso de su ruina por las aguas que la circundan, a otro pueblo de los de aquel mi marquesado, aplicando para el costo de obras tan piadosa los bajos de las casas propias de su vivienda en el sitio de la Rivera como libres de gravamen alguno y otra casa  en la calle de la Cruz número de la Fundación de la Santa Misión con treinta ducados y mil reales al año, los que se recauda suficientes para el coste de las Misiones, prefiriéndose no obstante, agregar otra casa más en el ingreso de la Fundación a fin de que el sobrante que quede hecho los repasos necesarios a las mismas casas reabrigue de limosnas al hospital  de Ntra. Sra. de la Piedad”

Este documento fue firmado por el Marqués de Astorga, Conde Duque por mandato de su secretario, y deja claro, que tras el fallecimiento de el último de ellos o en vida de cualquiera de los dos, si se lo pidieran habrían de permanecer en esta ciudad veinte días enteros y otros diez en la Playa o sitio de La Higuerita o donde se verifique está la Lota y su tráfico (que dicta legua y media por un estero navegable) y en ambas partes han de ejercer su ministerio de la misión contando otros treinta días desde primer día de octubre y acabe el último.

Este documento nos muestra que los Padres del Convento de Capuchinos de Sanlúcar de Barrameda o Sevilla, visitaron la antigua Higuerita en una Misión Evangélica a finales del siglo XVIII encomendados  y amparados  por la dádiva de última voluntad del matrimonio ayamontino Manuel Garcés y Nicolasa de Lara Muñiz. Curiosamente, Manuel Garcés, fue nombrado por los colonos de La Higuerita mayordomo2, y fue quién se hizo cargo de las limosnas que se reunían para el mantenimiento y el culto en el templo, además, en 1779, el mismo año que nacía el Padre J. Mirabent,   fue el artífice de la donación de la campana,  gracias a la amistad con  don Manuel Rivero “El Pintado”  fundador del Mayorazgo  de Ayamonte y propietario de la Huerta Noble de La Redondela. 

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1.- Mayordomo de Fábrica es el que recauda las rentas de la iglesia y cuida de la fábrica. Antiguamente, pertenecía al obispo la inspección de las fábricas de las iglesias pero descargaron este cuidado en los arcedianos y estos, en los curas. Después se nombraron para este cargo a seglares notables y celosos.

2.- Memoria sobre la Fundación y Progresos de la Real Ysla de La Higuerita. Capilla de Material.

martes, 16 de mayo de 2023

EL FALUCHO “SAN MANUEL” ATRACADO EN EL MUELLE DEL MIRAMAR.

Artículo publicado en el periódico La Higuerita  15-5-2023

Falucho "San Manuel", atracado en el muelle del Miramar en 1947.
Foto cedida por Paco Delmo.

 Fue en 1928, cuando la barriada de Punta del  Caimán se unió al núcleo urbano de Isla Cristina a través de un pequeño puente de madera que posibilitaba el paso a pie de una a otra orilla, este hecho, propició una mejor comunicación entre ambos lados, y el movimiento de personas, sin tener que utilizar barquillas para cruzar de un lado al otro el Caño del Cepo.

Este Caño de ría, tenía su entrada hacia tierra justamente donde hoy se encuentra el Puerto Deportivo y moría en los Huertos, casi a la altura donde hoy se encuentran los edificios de las torres de la playa. El puente, cruzaba suspendido sobre el agua con una forma curva de norte a sur y estaba enclavado más o menos, donde hoy se encuentra el Monumento al Marinero, de ahí ese dicho popular de los viandantes, sobre todo los residentes en la barriada puntera, que aún hoy,  siguen diciendo cuando  vienen al centro: “vamos pal pueblo” o “vamos pa La Punta”, un símil a lo que ocurre hoy día con Sevilla y Triana.

La única edificación que existía en la parte en la orilla norte que daba a la población, era el Miramar,  y justo delante de su puerta principal, hacia levante, de norte a sur, existía un pequeño muelle de hormigón donde los barcos atracaban para cargar y descargar justo antes de la bocana que daba a la ría Carreras y a unos 30 metros aproximadamente, más hacia levante, se ubicaba el inicio del puente.   

Hoy publicamos esta interesante fotografía que hemos recuperado y que nos muestra con gran claridad el muelle del Miramar con un sombrajo delante del edificio y donde se encuentra atracado un hermoso falucho de “Vela Latina”, llamado “San Manuel” popularmente conocido como “El Falucho”, propiedad de Francisco Delmo Mena, natural de Estepona.

La imagen corresponde a finales de 1947. Curiosamente el barco está pintado de negro por el fallecimiento de su propietaria Gertrudis Escobar Sosa.  El personaje que aparece también vestido de luto por su madre difunta es Manuel Delmo Escobar, hijo de los propietarios.  

La principal actividad de este falucho, era la pesca de sardinas, caballas, la modalidad de arrastre y los mechillones (chirlas). En ciertas épocas, Francisco Delmo, el armador, se dedicaba a la compra de grandes cantidades de  mechillones y los vendía en Sanlúcar de Barrameda, Cádiz y Tánger.

Me cuenta Francisco Delmo González-Barrero, (Paco Delmo), nieto del propietario, que a su abuelo, le había tocado la lotería en Tánger y con ese dinero pudo realizarle una obra a su barco,  montándole un motor de 18 CV de la marca SKANDIA, con lo que dejó de depender de la vela,  aunque la siguió utilizando.

Tanto el puentecito de madera, como el muelle del Miramar, dejaron de ser funcionales a finales de los años 50, tras la construcción de dos muros de contención que se utilizaron para cegar las aguas del Caño del Cepo con una draga que rellenó su cauce.  Dichos muros, el de poniente, limitaba con la ría,  y partía desde el astillero de Demófilo Vitorique, hasta la orilla del Cantil, y el de levante, desde el mismo Miramar hasta la Punta del Caimán, lo que es hoy la valla del colegio Reina María Cristina.  

Hasta la década de los años 90 en Caño del Cepo retuvo agua estancada quedando como una marisma o “zapal”,  que se fue rellenando poco a poco con los escombros y residuos de los derribos y las construcciones  así como todo tipo de basura que convirtieron la zona en un autentico vertedero y que con el paso de los años, dio lugar a toda la zona hoy edificada y que comprende el Monumento al Marinero, la Avenida del Carnaval, el Conservatorio, Parque Central, el Supermercado Mercadona y todas las edificaciones posteriores en aquel entorno.


martes, 2 de mayo de 2023

La familia Monclova y el origen del “Quiosco de Las Castañas”

Articulo publicado en el periódico La Higuerita 1-5-2023

José Monclova y Sierra Lopera, propietarios del Quiosco de Las Castañas junto a su nieto Jesús 

A largo de los tiempos y desde el nacimiento de la antigua Higuerita, el número de  habitantes de Isla Cristina siempre fue aumentando paulatinamente, gracias al trabajo que nunca faltaba, en la extracción, elaboración  y la transformación del pescado.  

Las características históricas y geográficas de Isla Cristina, poco a poco  convirtieron aquel pequeño núcleo de colonos que vivían exclusivamente de la pesca y su trasformación, en una urbe que necesitaba mano de obra y que llegaban de los pueblos de los alrededores y la vecina Portugal,  así como también de profesionales en otras materias desde otros muchos lugares de la geografía española. 

Adentrados ya en la mitad del siglo XX, una de esas familias que llegaron a Isla Cristina, fueron el matrimonio de feriantes formado por José Monclova Gallardo, natural de Algeciras (Cádiz), él montador del “Circo de La Alegría”,  y Sierra Lopera Cubero, turronera, natural de Cabra (Córdoba) que buscando un mejor porvenir para sus hijos, (Rosario, María, José y Paqui) y atraídos por la gran actividad comercial que en aquellos años había en la localidad, decidieron asentarse definitivamente en Isla Cristina.

Este matrimonio se conoció mientras trabajaban en las ferias de los pueblos de Andalucía, y estando Sierra en estado de buena esperanza de su primera hija Rosario, reclutaron a su marido José para ir a la guerra. Al finalizar la contienda,  ya tendían dos hijas, en ese periodo había nacido María.

El General de la 2ª Región Militar, José Martin Prat, que conocía bien a José Monclova lo contrató para trabajar en un cortijo de su propiedad, llamado Platero,  como encargado de un molino de aceite y a su esposa Sierra Lopera,  como cocinera.

En la aldea “El Garabato”, en término de La Carlota (Córdoba) nacieron dos hijos más, José y Paqui. Con la llegada de estos dos hijos, Sierra no podía atender la cocina del cortijo y decidieron volver a trabajar en la feria, pero había un problema, a José Monclova, trabajando en el molino de aceite, hacía tiempo que se le había caído la cartera en el  alpechín (liquido oscuro de color negro y olor desagradable. Mezcla del agua usada para lavar las aceitunas) y había perdido toda la documentación. Al estar indocumentado, el general Martín Prat le facilitó un documento como salvoconducto para que no tuviera ningún tipo de problemas al desplazarse con toda tranquilidad entre los pueblos.

Documento facilitado por intercesión del General José Martín Prat, firmado por el Gobernador
 y que utilizó la familia Monclova Lopera como salvoconducto para poder visitar las ferias. 


Al principio, recorriendo las ferias de los pueblos con una noria y una caseta de tira pichón, pasando los inviernos entre Villalba del Alcor (Huelva) y Valverde del Camino (Huelva).  En Villalba  se casa su primera hija Rosario y María lo hace en Valverde donde se quedan a vivir.  José y Paqui continuaron de feria en feria con sus padres, que ya se habían percatado de la capacidad económica de los isleños, donde corría la “monea”,  ya que por una peseta, ofrecían cuatro viajes en la noria que poseían en Villablanca, y sin embargo, al llegar a Isla Cristina con una peseta solo daban dos viajes.  

José Monclova Gallardo junto a su hijo José,  entre la chiquillería  junto a su noria instalada en
el antiguo terraplén de la Cofradía de Pescadores situado en la Gran Vía de Román Pérez
entre las casas de los alcaldes Juan Mirabent y Emiliano Cabot.
Al fondo se observa la caseta de tiro junto a las casas de la C/ Doctor Fleming.   


En todo ese periodo iban y venían en cada fiesta, y es en 1961, cuando deciden quedarse definitivamente a vivir en Isla Cristina, donde instalaron un pequeño puestecito de castañas junto al “Quiosco de Faustina” y frente al “Bar Rocío” (en la Gran Vía de Román Pérez).   

Posteriormente, al ver que su negocio comenzaba a funcionar, José Monclova,  solicitó al ayuntamiento un solar al final de la calle 29 de julio y principio de “El Mundo Nuevo” o “Barrio Nuevo” siéndole concedida una pequeña parcelita donde al principio ubicó una caseta de feria. Aquel lugar se convertiría en la vivienda de los Monclova Lopera y en el popular y conocido “Quiosco de las Castañas”, donde Sierra, la madre asaba castañas y las vendía por una ventana de aquel quiosco de madera pintado de azul, habilitando el resto como  vivienda.

Con el paso de los años, aquel lugar donde vivieron y se ganaron la vida,  “El Quiosco de Las Castañas” pasó a ser conocido como un punto de referencia para los isleños, casi como lo son hoy “El Miramar”, “El Matadero” o “El Molino”, enclaves que sin existir actualmente, son emblemáticos y significativos dentro de la geografía local.

Tanto José como Paqui Monclova Lopera, encontraron también el amor en Isla Cristina. Pepe como popularmente es conocido casó con la isleña María Rodríguez González,  hija de “Antonio el de Justa” y Paqui, con Francisco Núñez Mirabent “El Garapao”.

Documento Militar, acreditativo en favor de D. José Monclova Lopera, y que lo acreditaba como
Mecánico Montador Elemental para vehículos de Ruedas


Fue realizando el Servicio Militar en 1965 donde Pepe Monclova, el hijo varón de los feriantes  José y Sierra, realiza un curso de Mecánico Montador Elemental para vehículos de ruedas en la Escuela Regional de Automovilismo en Sevilla y adquiere los conocimientos necesarios que le valieron en la vida para convertirse en un buen mecánico y encauzar su vida civil posteriormente como mecánico de frigoríficos y lavadoras, profesión que realizó hasta su jubilación.

Una anécdota que nos parece graciosa y curiosa,  es la que coincidiendo Pepe Monclova en el Servicio Militar con el isleño Manuel Hernández Cabot, la madre del primero,  le entregó al segundo una bolsa con chacinas para que se la hiciera llegar a su hijo. Ya montado en el tren coincidió con un grupo de amigos estudiantes isleños, entre los que se encontraban Francisco Elías Rodríguez y  dos nietas de Román Pérez, que en un descuido le abrieron la bolsa que llevaba Manolo Hernández y se comieron toda la chacina. Para Hernández fue un gran disgusto  que nunca olvidó y pasado los años, nada menos que diez, un día que Pepe Monclova fue a realizar un trabajo en su casa, a cambio de aquella bolsa que no pudo entregar, le hizo llegar una lata grande de primera calidad de anchoas del Cantábrico que Pepe, recogió con agrado.

Los Monclova, han dejado impregnado su apellido en el origen del Quiosco de Las Castañas de Isla Cristina, pero también por su forma bondadosa de ser, buenos isleños, comprometidos con nuestras fiestas más tradicionales como son el Carnaval y El Rocío,  y que se han ganado el respeto y cariño de sus conciudadanos.  

sábado, 15 de abril de 2023

“EL DESARROLLO DE LA PESCA EN ISLA CRISTINA”

 Articulo publicado en el periódico La Higuerita 15-4-2023

Postal del Puerto de Isla Cristina (Muelle Parodi) 

Isla Cristina tiene historia, y argumentos de sobra para llenar de contenido diez museos. Por ello, quisiera desgranar y transcribir algunos datos que he recuperado y que  fueron publicados en 1921 en la prensa1 local, hace ciento dos años, en un certamen literario, y que aunque pudiera contener en su inicio algún tinte novelesco o de fábula, no descarto la veracidad de la trasmisión oral del barco “Zingara” y su patrón “El Calamés”, a la que habría que sumar también,  los pescadores  que asentados en la playa de Montegordo  (Portugal) arribaron también a esta orilla, y  la autenticidad de los hechos posteriores, que son de vital importancia para el conocimiento y la divulgación de nuestra historia industrial y pesquera.

A los pocos años del primer asentamiento en 1756, en La Real Isla de La Higuerita, ya se había reunido un número importante de personas que dieron lugar a una población regular en chozas y barracas donde se salaba el pescado para su comercio.

El articulo nos narra, que entre los años de 1789 al 1790 desembarcaron en el islote (La Higuerita) un corto número de catalanes, marinos todos de un tosco y mal fraguado barco pintarrajeado en los colores blanco y negro,  y que lucía en la banda de estribor el nombre de “Zíngara”,  su patrón era conocido con el sobre nombre de “El Calamés”, hombre rudo que se dedicaba en ir buscando sitios de abundante pesca para cargar su barco y volver con su carga para hacer la venta del fruto de su pesca salada en los puertos de Levante. En sus primeras correrías, aquellos pescadores utilizaron el cordel, o sea, el anzuelo encebado por la tripulación y que solamente pescaron melvas, bonitos y caballas, prometiendo volver a la siguiente temporada con redes para la pesca de la sardina y pescado corto. Llegado éste, no ya solo volvieron ellos, sino que unidos a estos llegaron un centenar de valientes marinos poblando la parte más resguardada del asentamiento.

Boliche (arte de pesca) Fuente: Centro de ediciones de la Diputación de Málaga. 

En el año 1793 había tres boliches; artes compuestos por una banda de red de unos 30 metros de largo por tres de alto que apregilaba a estilo de la “lavada”, estos constituían los artes pesqueros de la época, siendo  embarcados en pequeños botes de ocho remeros y otra tanta tripulación que tiraba de las cuerdas que estos llevaban a la arena. La pesca de estos artecitos, por la abundancia que había, siempre fue pródiga. Uno de los problemas con los que los catalanes tuvieron que luchar fue conseguir mercado para sus pesquerías en fresco en los pueblos de Ayamonte, La Redondela y Lepe, sitios donde podían llevar su mercancía, por carecer de sitio para su conservación.  Este tipo de artes se utilizaron entre 1793 a 1814 donde fueron proliferando el número de ellos, llegando en el último año reseñado  a 16 artes, todos con perfeccionamiento y correcciones que se les iban realizando y que servían de estimulo a aquellos pescadores y a las nuevas empresas. En el año 1820, ampliaron con unos 25 metros de red por banda, aumentando también el largo del “calamento” a unas cuerdas más, denominándoseles “barcas”. Las embarcaciones fueron mayores y por lo tanto, mayor el número de personal. Poco a poco fueron desapareando los “boliches” y trocándose por barcas de mayor envergadura.

Pescadores embarcan la red de boliche o jabega en una barca.


En 1827 fue transportado, de procedencia valenciana un arte de red finísima que bautizaron con el nombre de “sedal” o “trasmallo”; arte que consistía en una red sumamente fina de unos 40 milímetros de mallaje y que conseguía coger las sardinas amalladas por la agalla, el peralto de estos era de cinco brazas por 15 de largo en su generalidad. Posteriormente, fueron extendiéndose estos pescadores por toda la costa, formándose con todo el personal disperso desde la Isla de La Higuerita hasta Huelva, por la parte de Levante e igualmente por el lado de Poniente hasta Portugal, grupos de familias, dejando en los meses de enero a marzo abandonada La Higuerita hasta que nuevamente la primavera les hacían regresar para continuar las faenas en las “barcas”.

1832 fue un año de mucha abundancia de sardinas, y vista la imposibilidad de transporte de este pescado en salazón, fueron muchos los pescadores que a la temporada siguiente se dedicaron exclusivamente al ramo salazonero obteniendo un lúcido lucro, cundiendo la voz,  y muchos comerciantes valencianos y catalanes establecieron dependencias para dedicarse a tal fin. 

Levantá de  Almadraba. Foto de Archivo

Desde 1835 a 1839 hubo escasez  de sardinas y fueron muchos de los antes mencionados que abandonaron el islote dejando sus almacenes cerrados para volver a abrirlos en cuanto hubiera otra oportunidad, de pesca y regresar de nuevo. Muchos de los pescadores de las “barcas” aprovechando esa situación de falta de sardinas abandonaron también sus cabañas y chozas para incorporarse a las dotaciones de las almadrabas por todo el litoral hasta Cádiz, la de Zahara, la de Conil y el Puerco, así como en la costa lusitana.  Las almadrabas consistían en un arte tipo “boliche” de unas 500 brazas, con un mallaje de 12 pulgadas, fabricadas con esparto y un seguido arte llamado cintillo, para la copeada de poco menos tamaño y algo más tupido en su mallaje. Estos artes pescaban con señales que se hacían desde las torres que había en la costa. La llegada de los atunes, era algo difícil de ver y que solo los expertos detectaban por los colores de las aguas al paso de estos en cantidades. Así pasaron los años desde 1840 a 1851, años en los que poco evolucionó este rincón por la falta de pesca y personal, ya que el trabajo estaba fuera de estos alrededores.

En el año 1852, formaron sociedad varios de los pescadores más pudientes y algunos de Huelva para calar una almadraba por acciones, a la que contribuyeron un número de 200 hombres,  echando al agua la “Almadraba de La Tuta” que enfrontaron con el pueblo a una altura de dos brazas de agua, optando para ello el estilo valenciano o sea, “de puertas” cuya pesca consistía en la operación diurna, echando la  “puerta” (trozo de red que servía para tal fin) una vez puesto el sol. Capitaneó esta almadraba don Francisco Farelo de Huelva y como segundo don Emilio Columé, siendo bueno el resultado de la prueba de aquel año, llegando a la cifra de 7000 los atunes pescados que obtuvieron un valor aproximado de 3.75 pesetas cada uno. Esta almadraba solo pescaba el paso de los atunes a su retorno, es decir, de revés. Este arte también era de esparto, fabricado por mujeres que se dedicaban todo el año a estas constantes operaciones. Sus largos de “raberas” eran de 2500 metros, siendo el mallaje de 27 pulgadas, de 18 la “legitima”, 9 el “buche” y 3 la “muerte” o “copo”. Este auge hizo que el ya crecido pueblecito con este nuevo medio de vida fuera resurgiendo del estancamiento ante la falta de sardinas.

Pasaron algunos años hasta que fueron introduciendo mejoras en los artes siendo una de las principales la sustitución de la “puerta” por “endiches”, otro trozo de red en forma ratonera, que tenía la propiedad de pescar continuamente sin necesidad del cierre. Esta mejora fue copiada de las almadrabas portuguesas.

Almadraba de Las Cabezas 1920


En el año 1865, siendo capitán don Emilio Columé fueron caladas dos almadrabas más que denominaron “Las Cabezas” y “El Terrón”, que capitanearon don Francisco Nené (portugués) la primera,  y don José Sampayo de Isla Cristina, la segunda, bajo la inspección de don Emilio Columé que capitaneaba “La Tuta”.  El resultado positivo de estas dos últimas fue desastroso, suprimiéndose la salazón de ambas en el año 1867.

Galeón  a remos traído desde Galicia  por el armador isleño Salvador Romeu1867


Ese mismo año don Antonio Mirabent, Don Sebastián Casañas y don Hipólito, formando sociedad, calaron un arte de procedencia gallega que llamaron “galeón” arte que fue confeccionado en Isla Cristina por un armador gallego llamado Nicolau y otro de nombre Juan Caraballo, quien una vez terminado lo patroneó. Formaba el arte 9 paños de redes por banda, de un  mallaje de 7 y medio por cuarta, haciendo un total de 36 paños entrando la “copiada” de red algo más tupida. Este arte fue afortunadísimo para la pesca y no pasaron más de tres años cuando ya había un número de 6 o 7 en construcción, los que patronearon don Francisco Arbucias, don José María “El Puíta”, don Tiburcio Maneli y don Rodrigo, siendo la pesca pródiga en los autos que anteceden al 1880 y poco a poco se iban perfeccionado estos artes. La red era fabricada por las mujeres en su mayoría, lo que suponía mucho el tiempo que había de invertirse en la confección de un arte.

Galeón Betis, atracado en el Puerto de Isla Cristina
en las labores de subir a bordo el arte de pesca por la tripulación

Creció el fomento y la industria considerablemente siendo muy solicitada la conserva del prensado y mojama, alcanzando la casi formada Isla Cristina, preferencia ante otros mercados. En el mismo año de 1880, por los patrones de los “galeones”, se confeccionó un arte para la pesca de “arrastre” por medio de embarcaciones que denominaron “parejas” y que fueron muy útiles para la obtención del pescado blanco. El estilo de arte de “pareja” era de fácil construcción; consistiendo este en una bolsa parecida a un “jalabar” de cuyos lados se desprenden dos bandas de 20 metros de red clara a la que prenden los “calamentos”, cabos, que sujetos a los barcos que la conducen, tiran de la red.  Estas artes facilitaron bastantes beneficios al pueblo en los tiempos de poca pesca de sardinas y en los meses de enero a marzo,  y en ellos,  se invertían un considerable número de personas.

Pasados unos años, en 1899, por iniciativa de los más inteligentes en la armaduría de las artes, se puso en proyecto el “arte de tarrafa” que consistía en la ampliación del “arte galeón” con unas ocho cuarteladas de red de 27 brazas a 100 mallas en cuarta, terminando con una “copeada” de 30 paños de mallaje de 18 y 30 brazas de peralto. La construcción de este nuevo arte fue un éxito y lo primeros en adoptarlos fueron los Sres. don Juan Zarandieta, don Juan Zamorano y don José Borrelle. La pesca siguió su auge y se constituyeron fábricas de conservas siendo la primera la de don Juan Martin Cabet, segundándole los señores sobrinos de T. López y don Serafín Romeu. 

Galeón a Vapor Segundo Román década de 1910 

Siguiendo el curso, pasado los años,  en 1905, se trajo por el industrial Juan Martín Cabet un vapor construido en Vigo de tipo especial para “tarrafa” al que secundaron otros industriales contando por aquellos años Isla Cristina, sobre unos 28 de estas artes. Las almadrabas siguieron su constante mejoramiento, sustituyéndose en la red todo el esparto de que antes eran dotadas por abacá y cáñamo,  y variando todas las medidas y que eran “legitima” 23 pulgadas, “buche” 4, “copo” 4 y “rabera” de mallaje de un metro. El largo de la mayoría de las raberas era de 5000 metros aproximadamente.

Estos datos centenarios, nos exponen con claridad la gran trasformación y evolución pesquera de la antigua Higuerita, un progreso que convirtió a aquella colonia de pescadores en un referente industrial y pesquero con una situación envidiable.  A lo largo todo el siglo XX, la pesca y la industria en Isla Cristina siguió con un rumbo ascendente, a pesar de las crisis y los cambios obligados por las circunstancias, adaptándose a los tiempos que fueron marcando y diversificando su actividad.

Mujeres estibadoras de la fábrica de Cordero y Mantell, años 20 del siglo XX


Un siglo después, la economía isleña sigue sostenida por los pilares de la Pesca y  su Industria, que la convierten en el primer Puerto en capturas en fresco de Andalucía y el segundo de España, además del Turismo y  la Agricultura. 

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­1.- Semanario La Higuerita 9-1-1921.

 

domingo, 2 de abril de 2023

José Alsina Subirá y Guillermo Nieto Guerrero, autores de la primitiva imagen y del paso que portó a Padre Jesús del Gran Poder de Isla Cristina.

Articulo publicado en el periódico La Higuerita  1-4-2023 

Jesús del Gran Poder en su paso con las andas en el suelo dentro de la capilla
del Grupo Escolar Ntra. Sra. de los Ángeles. 

En un anterior artículo publicado en LA HIGUERITA,  1 de marzo de 2021, coincidiendo con el centenario de la bendición de la primitiva imagen de Ntro. Padre Jesús del Gran Poder, desaparecida en 1936,  y que presidía la Capilla del Grupo Escolar “La Ermita”, hacíamos referencia, al descubrimiento de la autoría hasta aquel momento desconocida,  del autor de dicha imagen, el escultor con taller en Madrid José Alsina Subirá, según la pista que nos aportaba  un artículo publicado en el Heraldo de Madrid. 

Tras hacer diferentes averiguaciones, conseguimos ubicar su taller en varias direcciones de la capital de España,  y en diferentes años, así como la autoría de un número importante de obras repartidas por la geografía nacional así como en la iglesia Jesuita de la ciudad de Lima (Perú), donde a finales del siglo XIX ya había realizado un San Ignacio de Loyola de magnifica ejecución. Me lamentaba en aquella ocasión, de que no hubiera nada escrito sobre este artista español de la imaginería y la escultura, y solo había podido acceder a pequeñas referencias y varias fotografías de algunas de sus obras.  

Imagen de San Ignacio de Loyola, obra realizada por José Alsina Subirá que se encuentra
en la iglesia de San Pedro en la ciudad de Lima (Perú) Foto: Revista IHS 

En esa búsqueda infructuosa, donde aún desconocemos su lugar de nacimiento y fallecimiento, hemos podido toparnos con un dato importante y que nos facilitará poder seguir investigando sobre el imaginero Alsina Subirá, ya que todo apunta a que tras la realización de la imagen del Nazareno de Isla Cristina, desconocemos la fecha exacta, marchó a América. Nos da fe de ello,  el Anuario Nacional Peruano1,  donde nos afirma que el 3 de enero de 1930, don José Alsina Subirá, fue nombrado Jefe de la Sección de Escultura y Madera de la Escuela de Artes y Oficios de Lima, capital del Perú. 

La primera salida2 procesional del Señor de Isla Cristina, tuvo lugar el 25 de marzo de 1921, intuimos que sobre unas andas desde la que desconocemos su autoría, y no es hasta 1924 cuando según la prensa local se estrena un nuevo paso tallado.  Este paso, fue obra del tallista dorador Guillermo Nieto, un dato que ya conocíamos y que fue publicado en la prensa local,  y que también recoge Juan Antonio Columé Breval en su libro “El Señor de Isla Cristina, vida de una cofradía”  el nuevo3 “paso” es una cosa artística en grado sumo y de un valor absoluto; por su trabajo admirable, por su excelente dorado y en suma por estilo “barroco” de gran mérito, destacándose las cuatro cartelas de las esquinas en las que se observan, tallados con acierto, efectos de Martirologio". 

La prensa4 sevillana de la época, nos aporta el segundo apellido del Sr. Guillermo Nieto Guerrero.  “En los talleres de dorado que el señor Nieto Guerrero posee en la calle Pi y Margall 19, (hoy Cerrajería, una calle corta y peatonal no excesivamente ancha, y que comunica a la calle Cuna con la de Sierpes) acaba de construirse un magnifico paso, estilo barroco para la imagen de N.P. Jesús del Gran Poder de Isla Cristina (Huelva). La obra, que es un modelo de perfección, lleva en las esquinas cuatro artísticas cartelas del mismo estilo. En los mismos talleres del señor Nieto, que tiene adquirida ya fama general, se han labrado reciente cuatro altares para la capital; dos de estilo gótico y dos de estilo barroco, que son otras tantas obras de justa nombradía. Felicitamos al Señor Nieto que ha alcanzado indiscutiblemente uno de los primeros nombres en esta clase de trabajos y que acredita diariamente sus talleres con obras dignas de ser admiradas”. 


Ntro. Padre Jesús en su paso, descansado por zancos en la puerta de su capilla.

El paso del Señor del Gran Poder de Isla Cristina,  era de dimensiones pequeñas, dotado de un cajón y canastilla dorado, con un armazón de madera cerrada y respiraderos tallados, y en su parte superior, una canastilla también tallada para que la imagen pudiera destacar en altura. Disponía de cuatro trabajaderas para los cargadores que sobresalían en la parte delantera y trasera y que se comunicaban  por dentro, lo que nos hace pensar que debajo del Señor también se cargaba al hombro, al estilo y  la antigua usanza de los cargadores gaditanos a paso de horquilla. Sus dimensiones eran las que se estilaban por aquellos años en la capital hispalense, pasos mucho más sencillos que los de hoy y donde se conjugaba el estilo barroco de la talla con el decimonónico del siglo XIX,  rematado con candelabros en las esquinas de cuatro luces, así como dos luces más de tulipas en los costeros.  Estas dimensiones eran perfectas para que la procesión pudiera discurrir por las calles estrechas del caso antiguo de la localidad y la zona del antiguo mercado de abastos. 

Este artesano sevillano, entre otros trabajos, también realizó el paso del Cristo de la Expiración de Córdoba5,  que fue estrenado durante la estación de penitencia del año 1929. 

Curiosamente, el Hermano Mayor que adquirió aquel paso tallado así como las insignias representativas de gran calidad que aún posee la Hermandad, (juego de varas, bocinas con sus paños bordados, etc.) fue don José Oliva Gómez, administrador de la fábrica de luz eléctrica “La isleña” y padre del insigne escultor, pintor, tallista, imaginero y montador de altares don José Oliva Castilla, autor del magistral paso del Santo Entierro de Isla Cristina. 

Desconozco que fue de este paso, y si también pudo acabar destrozado por las turbas que asaltaron todas las imágenes que recibían culto en  la capilla del Colegio, si fue a parar a alguna que otra localidad o acabó en el olvido como leña. 

Tras la Guerra Civil y la reorganización de la Cofradía en 1940, siendo Hermano Mayor don Juan Mirabent Gutiérrez, con la llegada de la actual imagen de Ntro. Padre Jesús, obra del insigne imaginero don Antonio Illanes, por la donación que doña Francisca Feria había realizado tras el fallecimiento de su esposo en el naufragio del Purita Pérez en 1939, en 1941 estrena un nuevo paso6 realizado por el carpintero Manuel Domínguez, que fue ampliado con un calvario al año siguiente, siendo exornado por don Manuel Carrasco Fragoso “Manolito el de los Santos”     

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1.-  Anuario Nacional Peruano Gran Revista Administrativa, Legislativa, Judicial, Comercial, Industrial, Artística y Deportiva de 1930.

2.-  Semanario La Higuerita 27-3-1921

3.-  Semanario La Higuerita 21-4-1924

4.-  El Correo de Andalucía  12-4-1924

5.-  Hermandad de la Expiración de Córdoba

6.-  Columé Breval, Juan Antonio. El Señor de Isla Cristina. Vida de una Cofradía.

jueves, 16 de marzo de 2023

Parodi, Fábrica de Conservas y Salazones de Isla Cristina.

 Articulo publicado en el periódico La Higuerita  15-3-2023

Vista de Muelle Ribera actual Muelle Martínez Catena, donde se observa el embarcadero conocido como "Muelle Parodi". Foto de Francisco González Salgado, coloreada por José. M.  Figuereo

Siempre tuve la curiosidad del conocimiento, recopilar papeles familiares, documentos antiguos, fotografías en blanco y negro, y alguna que otra cosilla  que iba cayendo en mis manos. 

Lata sardinas de la marca Santamaría de Parodi (Isla Cristina)
encontrada en las obras de remodelación de la antigua fábrica.

Por ello, me alegré enormemente, cuando José Antonio Nieves Camacho, tuvo la sensibilidad de contactar conmigo, para hacerme entrega de una antigua lata de conservas de la marca Santamaría que había encontrado en la reforma de un inmueble antiguo que había adquirido en el puerto de Isla Cristina, una antigua fábrica de conservas y salazones. Entre sus muros, comenzaron a aparecer algunos pequeños vestigios que daban fe de su pasado, y entre ellos, además de esa lata de sardinas,  que me hizo investigar al respecto sobre la Fábrica Parodi,  posteriormente,  apareció una caja de madera con tres latas de 5 kg.

Caja de la firma Juan Bautista Parodi  (Isla Cristina)
encontrada en las obras de remodelación de la antigua fábrica con tres latas de 5 Kg..



La firma de Juan Bautista Parodi, se implantó1 en Isla Cristina en 1926, con un capital social de 213.000 ptas., y con domicilio social en la propia fábrica en el Muelle de Ribera (Muelle Martínez Catena) y que se comunicaba con forma de “L” con la Avda. Padre José Mirabent, esta fábrica fue adquirida en arrendamiento a Juan Zamorano Columé,  esposo de Hermenegilda Soler Barcia.


Calderas para la cocción del pescado. 
Fábrica Parodi de Isla Cristina

Mucho antes, en 1901 encontramos a la casa PARODI2 ,  del genovés  Ángelo Parodi fu Bartolomeu, en Bouza (Vigo) dedicada a la sardina y anchoadas. En 1904, la encontramos establecida como fábrica de conservas de pescados en Vila Real de Santo Antonio3 (Portugal). También, en 1908, Ángelo Parodi estaba establecido con fábrica  de salazón de pescado en Santoña4 (Santander).  En 1911 la encontramos también como fábrica de salazones en Bermeo5 (Vizcaya). En 1924, la Agencia Consular de Italia en San Feliú de Guixols6 (Gerona)  informa que en esta localidad se dedican a la preparación y exportación de pescado salado, principalmente anchoas, que se exportan en cantidades bastante importantes, y que se trabajaban activamente en la época de pesca, o sea, los meses de abril a junio, y entre las que se encuentra también la Sociedad Anónima Ángelo Parodi fu Bartolomeu.


Fábrica Parodi de Vila Real de Santo Antonio (Portugal)


Interior de la Fábrica de Parodi en Vila Real de Santo Antonio (Portugal)


En el año 18907, llegaron al litoral cantábrico las casas italianas dedicadas a la industria del salazón de la anchoa, sardinas y papardón, y entre ellas,  la Societa Conmerciale de Alejandría de Ángelo Parodi, de Génova.

La industria de la salazón de pescados tenía muy poca importancia en aquel momento, es por lo que los italianos crearon un monopolio, hasta que a los pocos años los españoles comenzaron a dedicarse a la misma industria. Terminada la temporada de producción, cerraban las fábricas y con todo el personal (dirigentes y técnicos) regresaban a Italia.

Almacén de productos acabados.
Fábrica de Parodi en Isla Cristina


En esa expansión de emprendimiento comercial y en la búsqueda de nuevos mercados, como antes apunté, una de aquellas empresas italianas,  Parodi, se instaló también en Isla Cristina en 1926, ya que la antigua Higuerita, por aquellos años se había convertido en uno de los lugares de producción industrial pesquera más importante de Europa.


Anverso y reverso de una ficha de 50 cm. de régimen interno.  Fábrica Parodi

En una de las fichas que hemos podido localizar y que se utilizaban como medio interno de control productivo, acuñada con las siglas AP (Ángelo Parodi),  con un valor canjeable de 50 Cts., nos muestra, que fue Ángelo Parodi quién inició su andadura empresarial en esta localidad, así lo muestra también la caja de madera encontrada que lleva las mismas siglas AP, aunque su certificado8 como Productor Nacional  Nº 1514  fue concedido en 1934 a Don Juan Bautista Parodi, para las Conservas de pescados y sus derivados, es decir, ocho años después de su creación, por lo que podríamos interpretar, que su fundador pudo haber sido Ángelo Parodi, quién a su vez,  pudo ser familiar o padre de Juan Bautista Parodi, propietario y continuador de la firma PARODI en Isla Cristina.  El administrador de esta empresa fue José Rodríguez, conocido popularmente como “Pepito Cocina”.

Autoclaves para la cocción del pescado. Fábrica de Parodi en Isla Cristina


La Fábrica de Juan Bautista Parodi, se dedicó por completo a la elaboración de los productos que a continuación se detallan9, empleando en su fabricación sólo materias de primera calidad.

Atún en aceite: Latas desde 200 gramos hasta de 10 Kg. Su capacidad de producción anual era de 150.000 kg.

Filetes de caballas, besugos, jureles y lachas en aceite: Latas desde 200 gramos hasta 5 Kg. Su capacidad de producción anual era de 50.000 Kg.

Sardinas en aceite: Latas de 200 gramos hasta 5 Kg. Su capacidad de producción anual era de 500.000 Kg.

Bonito en aceite: Latas de 200 gramos hasta 5 Kg. Su capacidad de producción anual era de 50.000 Kg.

Sardinas y boquerones en salmuera: Latas de 5 Kg. y 10Kg. Su capacidad de producción anual era de 250.000 Kg.

Subproductos. Aceite de pescado: Tipos claro y oscuro, en barriles y bidones de 200/215 Kg. Su capacidad de producción anual era de 25.000 Kg.

Guano de pescados: Para abonos. Su producción anual era de 90.000 Kg.

Preparados en Escabeche: Aún cuando esta casa  no se dedicaba con especialidad a la producción de dicho artículo, podía no obstante elaborarse sobre pedidos, en las condiciones de absoluta garantía que se ofrecían en los demás productos de su fabricación. 

La capacidad de producción en los anteriores grupos de productos no es posible darla en un sentido exacto anual, tratándose de que era una industria sujeta a las oscilaciones de la pesca, pues fácilmente podía  producirse una cifra mucho mayor, o menor, en cualquiera de los artículos indicados.

Cuando Parodi cesa su actividad en Isla Cristina, se reabrió la fábrica, bajo la firma de Conservas y Salazones de Ramón Cabot S.A.

La empresa Ángelo Parodi fue fundada en Génova en 1888, actualmente y desde el siglo XIX está radicada en Génova (Italia) y se dedica a la fabricación y comercialización de alimentos y bebidas.

Lata de conservas de caballas elaborada y transformada en la fábrica de USISA,
en Isla Cristina (Huelva) para la marca ANGELO PARODI.  

La Unión Salazonera Isleña S.A. (USISA), desde hace más de 30 años, (finales de la década de los años 80) elabora en su fábrica de Isla Cristina, conservas para la marca PARODI, para un mercado exclusivamente italiano, convirtiéndose esta empresa, en uno de los mejores clientes de la empresa isleña. 

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1, 9.- Catalogo Oficial de la Producción Industrial de España 1938

2.- El Mundo Naval Ilustrado. Revista de Navegación y Comercio 20-10-1901

3.- Anuario del Comercio de la Industria de la Magistratura y de la Administración de España y sus Colonias 1904

4.- Anuario del Comercio de la Industria de la Magistratura y de la Administración de España y sus Colonias 1908

5.- Anuario del Comercio de la Industria de la Magistratura y de la Administración de España y sus Colonias 1911

6.- El Financiero. Extraordinario de Italia. Junio de 1924

7.- El Financiero  Junio de 1924

8.- Revista Ilustrada de Banca, Ferrocarriles, Industria y Seguros 10-8-1934