martes, 17 de mayo de 2022

Momentos Hdad. de Ntra. Sra. del Rocío de Isla Cristina 1977-1978 Familia González Salgado

Entrañable vídeo familiar grabado en Super 8 por mi padre, durante las Romerías del Rocío de 1977 y 1978, y que me he entretenido en digitalizar.
En él, se observan muchos detalles especiales que para algunos pueden pasar desapercibidos, pero no para mi, MOMENTOS, pero sobre todo, las personas, esas que viven eternamente en nuestra memoria, especialmente mis ancestros, mis padres y mi abuelo Cristóbal, así como tantos que partieron hacia esas Marismas Azules del Cielo.
Música: Eva Lemont y Feliciano Pérez-Vera.

lunes, 16 de mayo de 2022

LA DEVOCIÓN, FUNDACIÓN E HIMNO A LA VIRGEN DEL ROCÍO EN ISLA CRISTINA.

Articulo publicado en el Periódico La Higuerita 15-5-2022

Foto familiar de rocieros sanjuaneros e isleños en la década de los años 30 con la Hdad. de San Juan del Puerto y en la que se encuentran mis abuelos paternos, arriba de pie a la derecha, Cristóbal González Fragoso y Ana Gómez González.  

 

Finalizados los cultos preparatorios para la Romería de Pentecostés 2022, y cuando la Hermandad de Ntra. Sra. del Rocío de Isla Cristina se encuentra inmersa en los preparativos para su caminar hacia la aldea almonteña, después de dos largos años de espera, motivados por la pandemia, en la que el 14 de marzo de 2020 fue declarado el estado de alarma para la gestión de la crisis sanitaria del COVID-19, y en la que la Stma. Virgen del Rocío ha permanecido en el pueblo de Almonte desde agosto de 2019, parece que la vida, lentamente va adquiriendo su normalidad.

La devoción rociera en Isla Cristina podríamos datarla,  a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando algunos isleños, de forma individual se postraban a los pies de la Virgen del Rocío. 

Es a raíz de la Coronación Canónica de 1919, cuando se produce una expansión devocional  en el llamado triangulo del rocierísmo que abarcaba las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz,  donde comenzaron a fundarse muchas corporaciones rocieras.

Curiosamente, en 1880 se funda la Real e Ilustre Hdad. de Ntra. Sra. del Rocío de Huelva, y un isleño, Don Manuel Martín Rodríguez, hijo del empresario armador Don Juan Martín Cabet, se convertiría en un gran colaborador de la misma, participando y viviendo la romería con dicha hermandad.

Bambalinas donadas por Don Manuel Martín Rodríguez en 1908.

Con la siguiente descripción en su interior:  ”Regalo de un devoto de Isla Cristina 1908”…
Son algunos, los documentos gráficos y así como las donaciones a la Virgen que hemos podido recabar, enseres de su ajuar donado por isleñas  (jarras de orfebrería), y  concretamente, las antiguas bambalinas bordadas en 1908 del paso que estrenó la Virgen hasta la Coronación Canónica y que fueron donadas por el mismo  Manuel Martín Rodríguez.

También durante la década de los años 30 o 40, Doña Hermenegilda Zamorano Soler (Gildita),  colocó en el interior del portal de su casa, dónde se ubicaba la escalera de acceso a la planta alta, y con entrada por la Plaza de las Flores, un artístico retablo cerámico de grandes dimensiones y espectacular belleza, que fue retirado antes del derribo de la vivienda y que al parecer, custodian sus herederos.

Un grupo de jóvenes rocieros de San Juan del Puerto, entre los que se encuentra arriba a la derecha Cristóbal González Fragoso ( mi abuelo) junto a su amigo Antonio Barroso Rodríguez "Currele",  quién  casó con la  isleña Arcadia Pardo Castillo. Foto de finales de los años 20, principio de los 30


No es hasta 1971, cuando comienza a fraguarse la creación de una Hermandad en Isla Cristina que aglutine ese sentir devocional hacia la Virgen del Rocío. Isleños y foráneos que llegaron a nuestra localidad desde otros lugares de la geografía provincial, especialmente del Condado y Huelva capital, comienzan a reunirse y a dar forma a la futura Hermandad isleña.

Fundada en 1973, son aprobados sus estatutos por el Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis de Huelva,  Don Rafael González Moralejo, el 7 de enero de 1974, siendo erigida canónicamente en la Parroquia de Ntra. Sra. del Mar, parroquia de reciente creación, el 10 de octubre de 1972,  y dirigida espiritualmente,  por el sacerdote Don Manuel Gómez Orta.

Tras escrito presentado por la secretaría de la hermandad, en la que se  solicitaba el traslado de sede, el Sr. Obispo, tras las razones aducidas y estando conforme los dos Párrocos interesados, dio consentimiento para  que la Hermandad del Rocío de Isla Cristina se trasladara a la Parroquia de Ntra. Sra. de los Dolores,  donde quedó canónicamente establecida el 2 de octubre de 1975.

Durante los cultos preparatorios para la romería de 1976, durante la sabatina organizada por dicha hermandad, tuvo lugar la inauguración de la capilla-altar para el Simpecado de la Virgen, (actualmente, hoy  puerta de acceso a la Capilla del Sagrario de la Parroquia) “presentada de una manera sencilla y sin embargo pletórica de divina belleza”1. Durante aquel mismo acto, fue escuchado un himno dedicado a la Virgen del Rocío, con letra de la apreciada y estimada Doña Antoñita Martín Tortosa y la música del propio Director Espiritual Don Manuel Martín Gil.

Tarjeta impresa con el himno publicado en 1976


Durante los cultos previos a la romería de 1998, coincidiendo con la conmemoración del 25 aniversario fundacional, Doña Antoñita Martin Tortosa, a instancias de este que suscribe, reunió a un grupo de mujeres, antiguas componentes que habían pertenecido a los desaparecidos coros de Acción Católica e Hijas de María,  y que ella misma había dirigido, recuperando e interpretando una vez más este himno, al que puso letra y el párroco Martín Gil, dio forma musical,  y que hoy hacemos público.

 

Primera página de la partitura del himno a la Virgen del Rocío. 

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1.- La Higuerita, 20-6-1976

PD:  Cuando ya se había publicado este artículo, durante el traslado de la Stma. Virgen del Rocío, el pasado 29 de mayo, estuve preguntando a las mujeres almonteñas que portan los enseres de la Virgen, sí tenían conocimiento de la existencia  de una preciosa jarra de orfebrería, ya que en uno de los traslados tuve la dicha de toparme con ella, pero no la recordaba bien. Todas me respondieron con agrado, y me facilitaron el poder ojearlas. 

Al final,  ya entrada la tarde, tuve la suerte de toparme con ella. Me llamó la atención las características y el diseño de una jarra de plata que portaba una chica, que no era otra que la artista Macarena de la Torre, estuve conversando un breve momento con ella y su marido, y me confirmaron lo que presagiaba, la jarra que portaba, y que antes había portado su madre muchas veces,  era una de las jarras que el isleño Manuel Martín Rodríguez donó a la Stma. Virgen del Rocío el 17 de Agosto de 1922 en la víspera del Rocío Chico y que este año cumplirá 100 años.

Macarena, me comentó que existía otra exactamente igual. 

Macarena de La Torre portando la jarra donada en 1922
por Manuel Martín Rodríguez

Parte del texto que acredita dicha donación.


domingo, 1 de mayo de 2022

COMPOSICIÓN Y FINES DE LA COMPAÑÍA INFANTIL DE DESEMBARCO DEL GRUPO ESCOLAR “NTRA. SRA. DE LOS ÁNGELES” (COLEGIO DE LA ERMITA)

Artículo publicado en el periódico La Higuerita  1-5-2022


Los chiquillos de la escuela en la puerta de La Ermita con el uniforme
de la Compañía de Desembarco y arropados por la bandera de España. 1922 

El 15 de enero del presente año, publicábamos un artículo en La Higuerita titulado: “Cuando se cumplirán cien años de El Batallón Infantil de Desembarco”.

 

Hoy, tras haber recopilado más documentación al respecto, quisiera ampliar algunos datos que creo, pudieran ser interesantes para el conocimiento de lo que fue en su momento,  y qué fines tenía “La Compañía Infantil de Desembarco” que se presentó a los isleños durante la celebración de las fiestas en honor a la Stma. Virgen del Carmen en 1922.

 

Esta entidad infantil, formada por niños, estaba constituida por tres secciones, cada una de ellas al mando de un oficial, que tenía la graduación de alférez de Navío, (empleo que se asimila al de sargento de las fuerzas de tierra) a cuyas órdenes inmediatas se encontraban dos maestros, cuatro cabos y veinticuatro marinos. Además, la integraban una escuadra de gastadores, formada por ocho números al mando de un cabo; la banda de cornetas y tambores, constituida por ocho de los primeros y cuatro de los segundos, formando parte de la misma un cabo de cornetas y otro de tambores, todo bajo la dirección del maestro, que tenía graduación de maestre.

 

Esta agrupación imitaba a las de verdad, la escuadra y banda estaban bajo las órdenes de un alférez de Navío, el cual se encontraba investido en funciones de abanderado. El mando de todas estas fuerzas, lo asumía un teniente de Navío, cuya asimilación a las fuerzas terrestres, tendría el empleo de capitán.


Jefe: Teniente de Navío Antonio Aponte Martín.
Alférez de Navío: Manuel Hernández Rubio
Victoriano Aguilera Cabeza
Tomás Méndez Escobar
Alférez Abanderado: Manuel Cabot Milá
 

Todos estos niños fueron seleccionados entre los 402 alumnos distribuidos en los cuatro grados con los que contaba el centro, y los empleos y categorías, se proveían por los meritos contraídos en la propia escuela, siempre que pudieran ser armonizados con las dotes de mando. En la compañía, se les enseñaba, además de los movimientos y evoluciones en vigor en la táctica de las tropas de infantería, la gimnasia sueca, por uno de los tratados más racionales en esta materia de la época,  del profesor Kumlien, así como las señales de brazos con banderas para comunicarse a pequeñas distancias, según lo tenía dispuesto nuestra Marina de guerra. 

 

Esta institución estaba dirigida a la formación y a acostumbrarlos a la  disciplina social y el respeto, todos alumnos del Grupo Escolar de Ntra. Sra. de los Ángeles, y se basaban en los criterios de que se les hacía fuertes por medio de la gimnasia y los paseos militares, y se les inculcaba la idea de que para conseguir puestos de honor y distinción, había que ganárselo por su propio valor; pues ya para ostentar el nombramiento de ser oficiales, se tenían en cuenta los méritos aportados por cada uno, que fueron sus reales credenciales. Hasta el punto se llevó este criterio a la práctica, que a dos de los cuatro oficiales se les  costeó el uniforme, por no encontrarse los padres en condiciones de realizar dicho gasto.


Don Juan Acosta de la Torre junto al benjamín de la Compañía
Salvador Contreras, recibiendo ordenes del instructor.
 
 

Don Juan Acosta de la Torre, de profesión practicante y alma de la organización infantil, afirmaba, “que cuando el niño deja la escuela para dedicarse al aprendizaje de cualquier arte u oficio, empieza a perder de manera insensible, una parte muy considerable del caudal de conocimientos con que se le pertrechó en la escuela, a expensas la mayoría de las veces de muy grandes sacrificios por parte del maestro, el cual ve con verdadera pena, que toda la labor realizada se pierde sin que dé el fruto que corresponde a una tarea tan ímproba como la constituida por la enseñanza (…) y si antes que el niño abandone la escuela, le acostumbramos a concurrir a un local en donde de forma amena, vayamos reforzando y aumentando conocimientos adquiridos, si a medida que va creciendo, y con él su gustos, aficiones o necesidades de saber más, vamos poniendo a su alcance, libros y revistas que le instruyan y sirvan de alimento a su alma ( pues ya es sabido que no solo de pan vive el hombre); si más tarde le inculcamos que para hacer frente a las contrariedades y luchas que la vida trae consigo, no basta solamente ser honrado, laborioso e instruido, sino que se necesitan muchas más virtudes colectivas (independientes de las que individualmente posea) que son indispensables a todo pueblo culto; si por último, le enseñamos a organizarse socialmente para fines beneficios a la comunidad y con arreglo a las doctrinas del Crucificado; entonces y sólo entonces será cuando hayamos derrotado a ese despótico y temible imperio de la incultura”. 

 
El Batallón Infantil desfilando por el Paseo de los Reyes en dirección al antiguo Ayuntamiento.

 

Aquellas sabias y sanas enseñanzas impregnaron el germen a muchos de aquellos niños de una generación humilde, culta y laboriosa,  que vestidos de soldaditos con sus blanqueadas cabezas rindieron sus cuerpos a la acción del tiempo, y a este terruño que les vio nacer,  teniendo como escenario una alegre plaza del pueblo  y la multitud en las calles de una Isla Cristina entusiasmada que les aplaudía y que sellaron con un beso el juramento de fidelidad a la sagrada bandera de la Compañía Infantil. 

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Fuente: Argos  4-10-1922


sábado, 16 de abril de 2022

Las diligencias regulares Huelva-Ayamonte con parada en El Empalme de Isla Cristina.

 Articulo publicado en el periódico La Higuerita  15-4-2022


Diligencia Huelva-Ayamonte. 
Archivo Histórico de Pepe Morales en Punta Umbría.

Al escribir sobre las diligencias, se nos viene a la mente esas imágenes de las películas del viejo Oeste americano, en la que casi siempre, aparecen alguna que otra secuencia de carruajes tirados por caballos y las diligencias huyendo de los indios o siendo asaltadas por ladrones.

Fue la diligencia durante mucho tiempo un medio de transporte imprescindible, el más rápido y cómodo de la época, que incluso fue utilizado para trasportar el dinero de los bancos, lo que supuso, el incremento de asaltos, ya que para entrar o salir de Isla Cristina hasta entonces, existían solo dos medios de trasporte, el marítimo y la diligencia. 

En el viejo continente, en Europa, en el siglo XIX las diligencias, en un principio, comenzaron utilizándose para transportar el correo de un pueblo a otro, no tardando los propietarios de aquellos coches de caballos en darse cuenta de que resultaba más rentable trasladar a personas haciendo recorridos fijos con rutas establecidas.

Las diligencias eran carruajes de cuatro ruedas, con amortiguadores, techo y cristales para hasta seis pasajeros, tirados por dos o más caballos, que dirigía un cochero sentado generalmente en el techo. Curiosamente, los pasajeros más asiduos y pudientes que utilizaban este servicio, usaban unos capotes o gabardinas para proteger la ropa del polvo.

El recorrido desde Huelva a Ayamonte, se realizaba con paradas en Gibraleón, Cartaya, Lepe y El Empalme de Isla Cristina, en donde a su vez recogían a los pasajeros procedentes de Isla Cristina y La Redondela que llegaban en otro carruaje procedente de estos núcleos urbanos y proseguía hacia Ayamonte y viceversa.  Hacía 1860, su dueño era el portugués llamado Antonio Torremocha1,  alias “el diligente”.

Diligencia Ayamonte-Huelva por el Muelle del Sur (Ayamonte)

Esta línea Ayamonte-Huelva, llegó a tener más 6 carruajes en funcionamiento de distintos tamaños, siendo la más pequeña tirada por dos mulos y la mayor de 20 plazas, por ocho mulos, que se utilizaba en función de las personas a transportar. A partir de la proclamación de Huelva como capital de la provincia en 1833, aumentó, considerablemente, el transporte de personas. 

Este fue el germen de que el portugués Arturo Damas, se instalara en Huelva, ya que tenía otro servicio de diligencias en el sur de Portugal, que es el mismo que enlazaba con la línea de Ayamonte. 

En 1880 las empresas2 que ofrecían este servicio entre Huelva y Sevilla y viceversa entre otras, eran “La Victoria” y “La Sevillana”.  La tarifa de precios era la siguiente: Berlina 90 reales, Interior 72 reales, Cupé 54 reales y Banqueta 35 reales. Los puntos intermedios en el trayecto,  se cobraban proporcionalmente sobre la tarifa que se regía. 

La vida en la ciudades y los pueblos de España, desde principios del siglo XIX, hasta bien entrado el XX, no era entonces tan cómoda como hoy,  ni había medios de locomoción ya que no existía el tren ni los vehículos a motor.  En lo que al tráfico de mercancías se refiere, uno de los ingresos más importantes se debía al pescado fresco; en 1892 Ayamonte e Isla Cristina habían producido 9500 toneladas de pescado fresco3. En aquel momento, al no existir aún una línea ferroviaria entre Ayamonte y Huelva,  una media de 10 carros llevaba diariamente durante nueve meses en el año, unos 1500 kilos cada uno hasta las estaciones ferroviarias de Gibraleón o Huelva para ser reexpedidas al resto de España, ya que el tren Huelva- Sevilla llegó el 15 de marzo de 1880 y la Huelva-Zafra con enlace en Gibraleón el 24 de enero de 1884. 

Anunciaba la prensa4 de la época, que el día 1 de diciembre de 1880 una nueva  empresa “La Mogueleña”, comenzaría a realizar viajes diarios desde Huelva a Ayamonte y viceversa. Los coches serían guiados por los acreditados y antiguos mayorales Basilio Espinosa y Francisco Santana, la hora de salida sería a las 2 de la tarde de uno y otro punto al precio de 2 reales y medio por legua. Los precios de equipajes serían de extremos económicos.  En dicho comunicado, la empresa se jactaba de que no dudaban de que el público favoreciera este proyecto, tanto por la conveniencia que se ofrecía, como por la puntualidad y esmerado cumplimiento en cuantos actos se relacionaran con dicha empresa. La Administraciones estaban en Huelva, en la Posada de Dos Puertas en C/ Placeta y en Ayamonte en C/ Real, número 9. 

Desde 18625 la empresa “La Ayamontina” venía realizando también viajes diarios desde Ayamonte hasta Huelva y viceversa,  sin lamentar la menor falta ni recibir queja de ningún viajero.  El horario de salida desde Ayamonte era a las 5 y media de la mañana, y la vuelta desde Huelva a las 2 de la tarde. Los precios eran los siguientes: Interior 16 reales, Banqueta 12 reales y en los intermedios, 2 reales por legua.

 El 14 de agosto de 1936, entró en funcionamiento la línea ferroviaria Gibraleón-Ayamonte, que atravesaba las localidades de Gibraleón, Aljaraque (Apeadero), Cartaya, Lepe, La Redondela, Isla Cristina (Apeadero) y Ayamonte,  este hito en las comunicaciones hizo que desaparecieran las diligencias y el transporte por tracción animal. Este servicio ferroviario, también dejó de operar en 1987 bajo el criterio de sus elevados costes de explotación con respecto a su demanda, ya que existían nuevos servicios públicos de autobuses y vehículos que cubrían los desplazamientos de pasajeros, siendo desmantelada toda la red ferroviaria. 

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1.      Archivo Histórico de Pepe Morales en Punta Umbría. 

2.      La Provincia 26/1/1880

3.      IV Congreso Historia Ferroviaria: Málaga, septiembre 2006

4.      La Provincia 28/11/1880

5.      La provincia 4/12/1880

sábado, 2 de abril de 2022

ISLA CRISTINA, PASODOBLE. GERARDO JIMÉNEZ VAQUERO. VERSIÓN ORIGINAL

Versión original del pasodoble Isla Cristina de Gerardo Jiménez Vaquero,  interpretado por la Banda de Música del Primer Tercio Móvil de la Guardia Civil, con la voz del barítono Luis Sagi-Vela.    

Grabación recuperada por  Francisco González Salgado.


viernes, 1 de abril de 2022

LOS PUENTES DE ISLA CRISTINA.

 Artículo publicado en el periódico La Higuerita  1-4-2022

Fotomontaje de archivo.
La foto del viejo puente de madera está coloreada por José M. Figuereo. 


A lo largo de la historia, los puentes nos han permitido facilitar la comunicación y el movimiento entre personas, abriéndonos  las puertas a un futuro mejor con solo unir dos puntos distantes entre sí, permitiendo actividades sociales, mercantiles, recreativas, turísticas, etc.

El viejo puente de madera que unió por primera vez la barriada del puente con Isla Cristina, fue construido por don Miguel Cordero Toscano1, natural de Huelva e inaugurado en 1889 siendo alcalde don Serafín Zarandieta Casanova. Su consecución fue gracias a las gestiones de don Luciano Vázquez Zarandieta quién había sido alcalde durante los años de 1868 y 1869 además de diputado provincial, lo que sirvió para conseguir un gran logro para la población al unir las dos orillas de la ría del Carreras,  ya que anteriormente esa comunicación se hacía por medio de lanchas y barcazas (de las utilizadas en Coria del Río2 y que cruzaban el rio Guadalquivir,  para hacer este servicio en nuestro pueblo). Este hito hizo que el ayuntamiento rotulara con el nombre de Luciano Vázquez a la antigua calle Carreras que durante la dictadura cambió a General Queípo de Llano  y actualmente ostenta su nombre primitivo.      

Descansaba su estructura sobre vigas y pilares de hormigón, con la característica de que era giratorio3 por uno de sus tramos, ya que se abría con una palanca, facilitando así el tránsito marítimo de los barcos.  Este continuo tránsito por el mismo, y única salida y entrada a la población viable,  hizo que su vetusto armazón se fuera debilitando por la  erosión del agua salada y las inclemencias del tiempo, así como por el uso continuo del mismo. Su demolición se produjo en 1937, una vez en servicio el nuevo puente de hierro, utilizándose para ello la técnica de voladura4 con dinamita en sus pilares, dirigiendo las explosiones el  capitán de la Guardia Civil en Isla Cristina don Felipe Ortega.

El puente de la Punta del Caimán sobre el Caño del Cepo, que unía a la barriada de Punta del Caimán con  la localidad por el Miramar, fue construido en 1928 durante la alcaldía de don Emiliano Cabot Alfonso, siendo sustituido por otro en la década de los años 30 aprovechando el forjado de cemento del anterior que se había hundido adosándole una estructura de madera sobre la zona más alta de arena que unió nuevamente las dos orillas. En 1933, la prensa local nos informaba5 de que en el mes de marzo se celebró  una sesión municipal, y a instancias del Alcalde Pedáneo de la Punta don Juan Pino Lozano, lo único que se había hecho era recolocar cuatro tablas que faltaban al piso y que fueron pedidas de favor por particulares. También la prensa se hacía eco del accidente que el ex sargento de los carabineros don Francisco Vázquez había padecido y que se encontraba en cama convaleciente causado por el abandono del viaducto, hecho que dio lugar a que se interviniera con algunos remiendos en el piso, barandillas y se reforzara dándole mayor fortaleza y seguridad. Este puente, desapareció a finales de los años 50, al construirse dos muros de contención a la ría y el posterior relleno de la zona.

El puente de hierro, situado más a levante con acceso a la población por la marisma y la antigua calle del Molino (hoy Avda. Huelva) fue durante algunos años rotulada con el nombre del  ingeniero que lo diseñó don Juan Bautista Conradi, ingeniero del Puerto de Huelva.  Sus obras se iniciaron en 1930  siendo concebido su uso para el ferrocarril,  de ahí la estrechez de su vía que imposibilitaban el paso a la vez en paralelo de dos vehículos de importante tonelaje, principalmente autobuses y camiones. La mala situación del puente de madera hizo de  aquella solución,  que aunque no era la que Isla Cristina necesitaba,  viera  su viabilidad, adosándole en los laterales sendos pasillos de voladizo para facilitar el paso a los peatones y evitar así,  que las personas lo cruzaran por el interior.  Fue inaugurado y abierto al tránsito en 1932  siendo alcalde don Antonio Noya Beltrán.  

El Puente Infanta Cristina fue inaugurado en 1978, siendo alcalde don Emiliano Cabot del Castillo, y se construyó en paralelo al hoy desaparecido puente de hierro, rotulándose años después  en honor a la infanta Cristina de Borbón y Grecia con motivo de su visita a la localidad el 8 de septiembre de 1989 para asistir a la botadura de la carabela Pinta. Es el principal acceso a Isla Cristina, que soporta diariamente más de 10.000 vehículos, en 2021 fue intervenido por vía de urgencia ante  una serie de patologías estructurales graves, asociadas a procesos de corrosión extrema de las armaduras a causa de los ataques por cloruros en ambiente marino, incluso con pérdida de posiciones, agrietamientos, fisuraciones, faltas de recubrimiento y desconchones,  etc.

En los años 80 de manera muy rudimentaria se colocó una pasarela flotante con bidones y una plataforma de madera,  que dio paso a la posterior construcción del primer Puente de la Gola, para unir la playa de Punta del Caimán con  la lengua de mar abierto que se denomina Playa de la Gaviota, este puente fue construido en 1989 bajo el proyecto “El Cantil” promovido por la empresa Bekinsa para dotar de un mejor servicio a las nuevas construcciones que se estaban realizando en la zona. El deterioro por la agresión de la mar y la baja calidad en su construcción así como el robo continúo de sus maderas, obligó al ayuntamiento presidido por Francisco Zamudio Medero a cerrarlo y a colocar un nuevo puente provisional flotante de poliéster en 1997 hasta que en 2003 la Dirección General de Costas  construyó el actual. Varias han sido las intervenciones de mantenimiento, teniéndose que cerrar su paso y habilitando plataformas flotantes hasta su arreglo, la última y definitiva intervención se realizó en 2017 que contemplaban el fortalecimiento de la estructura y la sustitución de las bases de las torretas de apoyo originales de madera por otras de hormigón.

Además de estos puentes ya reseñados, en el actual término municipal de Isla Cristina, en el Camino Real que iba desde Sevilla a Ayamonte, en el siglo XVIII en torno a 1787, aparece documentado6 un puente de material, de un solo ojo a distancia de un tiro de bala de La Redondela hacia poniente, para salvar el paso del caño del Prado del estero de Vaciatalegas (hoy ría Carreras) en dirección a Ayamonte. Actualmente, el puente del Prado existe soterrado por la carretera  HV-4121 que va desde la propia localidad de La Redondela a Pozo del Camino y sirve de desagüe a las lluvias y a la Laguna del Prado Hondo.

Puente de un solo ojo, que nos sirve de ejemplo de cómo aproximadamente pudo ser el puente Del Prado en su desembocadura en Vaciatalegas (ría Carreras)

También existe en dicho término otro puente, en la misma HV-4121 construido para salvar la carretera elevada y permitir el tránsito ferroviario que comenzó a funcionar en la zona en 1936.

Sería notable destacar que dentro del término municipal, en la zona de campiña y especialmente en la marisma, existen pequeños puentecillos o pasarelas que comunican los pesqueros y las salinas pero que no alcanzan el grado de puentes para ser reseñados. 

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1,3,4.- Sosa Rodríguez, José. Historia de Isla Cristina (Biografía sentimental) Capitulo IX

2.- Mirabent Feu, María Teresa. Revista de la Fiestas del Carmen 2017, aunque presumimos que cofunde Alcalá de Guadaíra con Coria del Rio, ya que este primero, no cruza el Guadalquivir.

5.-  La Higuerita 28-8-1933

6.- López, Tomás. Diccionario geográfico. Libro 7.301. La Redondela (Biblioteca Nacional)  

miércoles, 16 de marzo de 2022

LA SOCIEDAD DE MAQUINISTAS “EL PROGRESO” Y LA DE FOGONEROS “LA RAZÓN” DE ISLA CRISTINA Y AYAMONTE, CONTRA LA PENA DE MUERTE.

   
 Artículo publicado en el periódico La Higuerita 15-3-2022


     D. Manuel Burgos y Mazo, Ministro de Gracia y Justicia en 1915  

La pena de muerte en España fue abolida, bajo cualquier circunstancia, por la Ley de 27 de noviembre de 1995,  aunque desde la Constitución de 1978 ya no se aplicaba,  exceptuando los casos que se pudieran disponer en las leyes penales militares para tiempos de guerra.

Antes, en 1932 había sido abolida a raíz de la reforma del Código Penal durante la II República,  manteniéndose exclusivamente en el Código de Justicia Militar y la Marina de Guerra. En 1934 fue restablecida para los delitos de terrorismo y bandolerismo. El General Francisco Franco, la reincorporó plenamente al Código Penal en 1938, bajo el argumento de que su abolición no era compatible con el buen funcionamiento de un estado.

En 1775 Carlos III prohibió la pena de muerte en la horca en favor de su aplicación mediante garrote vil. La última ejecución con este método en España se produjo en 1974 y las últimas ejecuciones fueron las de dos miembros de ETA  político-militar y tres del FRAP Frente Revolucionario Antifascista y Patriota, quienes fueron  fusilados el 27 de septiembre de 1975, en medio de fuertes protestas internacionales contra la dictadura franquista.

La última mujer ejecutada en España en 1959 fue Pilar Prades Expósito o Santamaría(1928-1959), la “envenenadora de Valencia”. Una criada española, condenada a muerte por asesinato y ejecutada mediante garrote vil. Su verdugo, y el último ejecutor de sentencias  designado para llevar a cabo la ejecución que dio muerte en España por garrote vil,  fue Antonio López Sierra (1913-1986) quien, tras saber que se iba a ejecutar a una mujer, se negó a hacerlo. La ejecución, prevista para las seis de la mañana, se llevó a cabo más de dos horas después en espera de un indulto que no llegó. Al verdugo,  hubo que emborracharlo y llevarlo a rastras al patíbulo.

Expuesta esta cronología histórica, adentrémonos en el hecho que nos mueve a escribir este artículo.

Según nos narra la prensa de la época1  En la prisión correccional de Huelva se hallaban detenidos dos reos, dos jóvenes infelices del pueblo de Bonares llamados Francisco Pérez Martín “El Cagahigo” y José de la Torre Martín “El Cojo Zarate”. “Grande  y macabro fue su delito, pero la piedad debe mostrarse en favor de estos desgraciados que guardan conjunta ansiedad natural que el más alto Tribunal de la Nación, confirme la terrible sentencia que hace unos meses dictó la Audiencia de esta capital. Los dos jóvenes victimas de su incultura, impulsados por los perversos instintos de una mala educación había hecho germinar sus oscuros cerebros, asesinaron a una pobre mujer, llamada Salomé Pérez “La Bejarana” que había sido más que una madre para el “Cojo Zarate”. Horrorizados por su acción, temiendo ser sorprendidos huyeron al monte, en el paraje conocido como “El Corchito” sin consumar el dinero del robo que era lo que les indujo a cometer el crimen ocurrido en la calle de “La Ermita”. La justicia humana, pesó y analizó los hechos y pronunció su fallo, la justicia de los hombres los ha condenado a morir en el infamante cadalso”.

Desde el mismo periódico, se decía que era la hora de la piedad, de ese hermoso sentimiento que anida en los corazones humanos y se debían dejar oír sus voces pidiendo clemencia para esos desgraciados que arrepentidos por el atroz delito, aguardaban angustiados el terrible momento. La Semana Santa estaba próxima y el mundo cristiano conmemoraría los sufrimientos de aquel que se sacrificó por todos los hombres,  y en aquellos días,  se indultaban de la pena de muerte a muchos infelices,  ya que dicha sentencia para Pérez Martín y Torre Martín, se hallaba a la espera de los informes del Tribunal Supremo y todo se dejaba en manos del Ministro de Gracia y Justicia, el ilustre paisano natural de Moguer, Sr. Burgos y Mazo, cuyos humanitarios sentimientos eran más que conocidos,  y quién podría activar la tramitación del expediente y proponer a sus compañeros de Gabinetes que aconsejaran el indulto de los reos de Bonares, con motivo del Viernes Santo, evitando así un día más de luto.

A esta petición de indulto, tras reunión,  se sumaron los obreros2 de la Sociedad de Maquinistas “El Progreso” de Ayamonte e Isla Cristina y la de Fogoneros “La Razón” quienes acordaron dirigir un mensaje al Ministro de Justicia, Sr. Burgos y Mazo,  pidiéndole que interpusiera su influencia para conseguir dicho indulto.

La actitud de aquellos obreros que secundaron el llamamiento pidiendo clemencia para aquellos desgraciados hechos que acaecieron el 24 noviembre de 1912,  según la prensa, fue digna de los mayores elogios. “Esa generosidad que muestran la cultura de los pueblos deben congratularse con la actitud tomada por estos obreros, que acordaron gestionar que no mueran dos de sus semejantes”.  En aquella sentida carta remitida a la prensa decían: “Por humanidad debemos pedir perdón para esos dos seres desgraciados que asesinaron por egoísmo hijo de la ignorancia y de la incultura, evitando un día de luto a nuestra capital. Olvidemos su delito del que acaso sean responsables y procuremos que no desaparezcan semejantes cuyas vidas como la de todos los hombres son sagradas”.  Esta carta de la Sociedad de Obreros y Maquinistas de Ayamonte e Isla Cristina, iba firmada por el presidente D. Manuel Gabiño y el Secretario D. José Cantero.

Encontramos con fecha 2 de marzo de 1915, un documento3 remitido  desde la Asociación de Fogoneros “La Razón” de Isla Cristina y Ayamonte,  en la que informaban por escrito al Sr. Gobernador Civil de la Provincia de la constitución de la misma. El escrito está firmado por D. Juan Izquierdo y  D. Bartolomé Vázquez.

La Junta directiva4, que debía renovarse cada seis meses, con sede en Isla Cristina, en la C/ Gómez Galdón (Carreras) se constituyó el 20 de enero de 1915 y estaba conformada por Presidente: D. Juan Izquierdo, Vicepresidente: D. Alejo Pascual, Secretario: D. Bartolomé Vázquez, Contador: D. Facundo Aguilera y los Vocales: D. Eduardo García y D. Vicente Márquez y Delegado: D. Joaquín Rivera. De  los integrantes de la Asociación “El Progreso” solo podemos destacar  a D. Manuel Gabiño y D. José Cantero, los  firmantes de la carta remitida al Ministro de Justicia.

El 19 de marzo5, llegó la noticia de que el recurso a la sentencia de muerte para Francisco Pérez Martín “El Cagahigo” de 20 años y natural de Bonares y José de la Torre Martín “El Cojo Zarate” de 20 años, natural de Almonte y residente en Bonares había sido visto en el Tribunal Supremo y confirmado el terrible fallo. Todo quedaba en las gestiones que según la prensa, el Sr. Burgos y Mazo, en pro de los reos pudiera hacer, ya que además eran vecinos y naturales de un pueblo perteneciente al distrito representado por el ilustre paisano durante varias legislaturas. Todo el pueblo de Bonares6 se sumó a la petición también en un mensaje al ministro de Gracia y Justicia solicitando los indultos que S.M debía conceder el Viernes Santo.

El 2 de abril, se tuvo conocimiento7 de la noticia del indulto para los autores del crimen de Bonares siendo acogida con alegría, ya que se esperaban las  inminentes ejecuciones. El Gobernador Civil de la provincia recibió un telegrama del Jefe Superior de Palacio que decía: “Tengo el honor de participarle que S.M. el Rey, haciendo uso de su Regia rogativa en el acto de la Adoración de la Cruz, ha indultado a Francisco Pérez Martin y José de la Torre Martín ambos condenados a muerte”.

Según José García Díaz8, José de la Torre “Cojo Zarate” murió en agosto de 1945 a la edad de 60 años, permaneciendo en el penal de Santa María casi cuarenta años de prisión donde murió de neumonía. Francisco Pérez Martin, fue trasladado al penal de Monte Hacho en Ceuta, donde se desconoce que fue de su vida. Según Benjamín Coronel9, cuando fueron indultados, dicen que Francisco se fue voluntario a la guerra de África y nunca más se supo de él,  y de José de la Torre,  no se sabe, se dice que se fue a Almonte y nadie lo vio,  a los dos  se les perdió el rastro. 

Lo cierto es, que la Sociedad de Maquinistas “El Progreso” y la de Fogoneros “La Razón” de Isla Cristina y Ayamonte, intercedieron para que dicha sentencia no se ejecutara y se salvaran las vidas de los reos porque: “sus vidas como la de todos los hombres son sagradas”.

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1.- Diario La Provincia 2/3/19

2.- Diario La Provincia 6/3/1915

3 y 4.- Archivo Municipal de Isla Cristina Leg. 93

5.- Diario La Provincia 19/3/19156.- El Progreso de Sevilla 22/3/1915

7.- Diario La Provincia 3/4/1915

8.- García Díaz, José. http://pinceladasdelahistoriadebonares.blogspot.com

9.- Coronel, Benjamín. https://bonaterrahistorica.blogspot.com

miércoles, 2 de marzo de 2022

LA CENSURA EN EL CARNAVAL DE ISLA CRISTINA.

 Artículo publicado en el periódico La Higuerita 1-3-2022
Pepillo “La Rubiana”, Cristóbal Cordero “El Palomo”, La Aviadora, El Peral y la Escamúa en su salsa y disfrazados en una instantánea durante los carnavales de los años 60. Foto de Cristóbal Cordero, cedida a Mony y a Fernando do Carmo.

A veces solemos mitificar muchas cosas del pasado e idealizamos de una manera casi sublime los recuerdos y las vivencias, aquello que nos contaron nuestros antepasados, colocando determinados hechos que hemos vivido en primera persona casi en un “baldaquín de la memoria”,  glorificándolos como hechos irrepetibles.

Muy lejos de todo eso, lo cierto es, que cualquier tiempo pasado no tuvo por qué ser mejor, sino diferente e influyen para ello muchas circunstancias para que desde la objetividad,  concluyamos en tales afirmaciones. Cada etapa tiene su contexto, sus limitaciones y sus circunstancias especiales vinculadas a los momentos de florecimiento o decadencia en que se viven. Es seguro que ni los personajes ni las circunstancias socioculturales y políticas son las mismas, y que cada persona tiene unas peculiaridades que las hacen diferentes a las otras, todo suma, ahí reside la grandeza y ese es el patrimonio que debemos preservar y proteger casi de una forma inmaculada, sin renunciar nunca a evolucionar, a aprender y a mejorar según nos marquen los tiempos.

Con el devenir de los años, sin duda,  todo ha evolucionado a mejor, salvo esas excepciones que desgraciadamente sí añoramos y que no hacen falta desgranar,  y que como la corriente, desgraciadamente, nunca volverá.

El Carnaval de Isla Cristina con el paso de los años se ha ganado por meritos propios y por el gran legado de su historia la concesión del reconocimiento a ser denominado Fiesta de Interés Turístico de Andalucía, una declaración que tiene más importancia de la que creemos, y que los isleños,  artífices de todo esto,  aún no lo hemos asimilado como fuente de riqueza, proyección y exportación cultural y económica para nuestra localidad, ni siquiera lo han hecho las instituciones y asociaciones con responsabilidades de organización.

Quizás, todo ese potencial cultural y efímero sea producto de ese carácter anárquico que nos caracteriza, fortalecido por esa idiosincrasia tan peculiar que nos aporta la mar, el sentido musical, el ingenio improvisado, la desorganización innata, la sátira en las letras, la  libertad que le atesora,  y ese legado de padres a hijos,  generación tras generación.  El Carnaval de Isla Cristina tiene la grandeza de ser, aunque  por razones más que obvias y  manifiestas,  se le relegue al abismo de la indiferencia mediática, y de la que  todos somos culpables. 

Esta “organización desorganizada”  el Carnaval, la Fiesta de la Libertad,  donde el pueblo se manifiesta tal y  como es  llegando a ser capaz de enfrentarse abiertamente al poder establecido y demostrando su fuerza,  siempre estuvo encorsetada por las autoridades competentes bajo unas normas de conducta para la buena organización. Las primeras normas y noticas al respecto que conocemos1, fueron dictadas por el alcalde D. Lorenzo Elías en 1832 ejerciendo como presidente del Ayuntamiento de la Real Isla de La Higuerita con el fin de salvaguardar la inmoralidad, y donde se autorizaba “las máscaras y las diversiones racionales durante los tres días que duraban las carnestolendas”, y desautorizaban “la multitud de prácticas abusivas que ni tienden al placer y desahogo público ni guarden conformidad con la seguridad personal, el decoro popular, la decencia ni las buenas costumbres”. 

Con el devenir del tiempo se fueron publicando bandos y ordenanzas que fueron dando un orden a la fiesta con restricciones a la vestimenta,  donde taxativamente se prohibía vestir de ministros de la religión, militares,  llevar armas o verter aguas fecales sobre las máscaras así como en el año 1876 se publica el reglamento para las normas de uso y comportamiento en el teatro. Estas normas se fueron adaptando a las circunstancias de las fiestas y a los tiempos. 

Los concursos de teatro, siempre fueron organizados por los propios empresarios quiénes otorgaban por un jurado  los premios,  así como la organización de los  bailes,  que eran de iniciativa privada y se celebraban en los Casinos,  Asociaciones Culturales y Teatros. Nunca por la institución pública que lo apadrinó y los llegó a autorizar organizándolos en plena dictadura por  iniciativa del alcalde D. Emiliano Cabot del Castillo a partir de 1968 con el nombre de Fiestas Típicas de Invierno. 

En todas las etapas de las carnestolendas de una manera u otra ha existido censura, muchas veces por mandatos organizativos y otros,  por el ideario del momento. Es así,  que algunas de las coplas no llegaban a  insertarse en las en tiras (cancioneros) o eran adulteradas al publicarse y posteriormente, se  interpretaban o no, como fueron concebidas con el riesgo que conllevaba la  manera original durante de concurso o en las calles. 

 Contraviniendo una opinión generalizada, fue quizás durante la democrática II República, una de las etapas de más censura, el propio semanario La Higuerita, nos hace referencia impresa del visado2 por la censura que lo atestigua. En 1935, la prensa3 nacional nos narra la visita al carnaval de Isla Cristina y Ayamonte de dos diputados por Huelva, los Sres. Cano López y Guzmán para solucionar temas pesqueros donde se afirma: “El Carnaval transcurre muy animado. Han sido detenidos 17 individuos por contravenir las órdenes gubernativas disfrazándose de mujer”. 

Tras la Guerra Civil, el Carnaval es oficialmente prohibido, suspendiéndose toda actividad y concurso.  Es a finales de la década los años 40 del pasado siglo cuando comienzan a irrumpir tímidamente algunos disfraces callejeros de forma individual,  siendo perseguidos y detenidos por la autoridad. En 1954, irrumpe la primera  murga callejera “Los Asturianos” dirigida por Luis Garrido “El Carbonero” y el primer grupo de disfraces “Las Botellas de Tío Pepe” organizada por Claudio Núñez García, este también quién recuperó las carrozas, y años después el Entierro de la Sardina. 

A partir de ahí, las autoridades ejerciendo su obligación,  hacían cumplir las normas pero conscientes de que no había peligro hacían de vez en cuando la “vista gorda”. 

Ya en la etapa contemporánea debemos diferenciar dos partes bien definidas, la primera, que abarca parte de la dictadura franquista comprendida entre 1968 y 1978,  en la que era obligatorio pasar las letras que se iban a interpretar al censor de turno para que diera el visto bueno, y la segunda, desde 1979 ya instaurada  la democracia con una nueva Constitución hasta nuestros días, aunque sus coletazos censores,  se alargaron algunos años más.  Recordemos ese mismo año,  el suceso acaecido estando en escena la murga “Los locos de la Morana” dirigida por Manuel Garcés “Lolín”  y habiendo sido advertida de que determinados temas no se podían interpretar, estos jóvenes, hicieron caso omiso en un momento muy crucial y determinante de la transición española, sobrepasando los límites de lo permitido, con actitudes obscenas y teniendo que ser reducidos y detenidos violentamente. También en 1980, fue detenido Francisco Canela Tobarra, director de la murga “Los reclutas de San Fernando que vinieron andando”, todo a instancias del mando de la Ayudantía Militar de la Comandancia de Marina de Isla Cristina, quién interpuso denuncia al interpretar que era  una burla hacia el ejercito de la Marina, ya que vestían uniforme de soldados y utilizaban los galones de la jerarquía militar. Tras unos días difíciles, el tema pudo solucionarse, siendo autorizados a continuar en el concurso aunque quedaron descalificados, rectificando y adaptando el tipo al que le pusieron faldas escocesas y eliminando los galones que portaban en las mangas, buen susto fue, el que se llevaron. Así mismo en 2001, al cuarteto “Aunque no te lo creas, hemos salido este año” dirigido  por Victoriano Ochoa y Manuel Raya  le cerraron las cortinas durante su actuación bajo el argumento oficial,  de evitar la alteración del orden público.     

Nunca hubo un tiempo de mayor libertad para expresarse que el que actualmente vivimos en pleno siglo XXI y que mana de la democrática Constitución Española.  Un Carnaval del pueblo, escrito y cantado para el pueblo, en ese Parlamento de Coplas, donde explosionan  esos sentimientos contenidos que se airean con el desenfreno de los problemas cotidianos, que se enmascaran, se cantan y se gritan por febrero inundando de multicolores la Fiesta de la Libertad. 

La única censura hoy, es la que nos imponemos nosotros mismos por pudor, respeto,  miedo, el qué dirán,  y sus consecuencias colaterales.   

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1.- López Márquez, Vicente. Isla Cristina Por los caminos de la Historia. El Carnaval de Isla Cristina en el siglo XIX

2.- Semanario La Higuerita. 22-10-1934

3.- La Vanguardia de Barcelona 6-3-de 1935