domingo, 1 de mayo de 2022

COMPOSICIÓN Y FINES DE LA COMPAÑÍA INFANTIL DE DESEMBARCO DEL GRUPO ESCOLAR “NTRA. SRA. DE LOS ÁNGELES” (COLEGIO DE LA ERMITA)

Artículo publicado en el periódico La Higuerita  1-5-2022


Los chiquillos de la escuela en la puerta de La Ermita con el uniforme
de la Compañía de Desembarco y arropados por la bandera de España. 1922 

El 15 de enero del presente año, publicábamos un artículo en La Higuerita titulado: “Cuando se cumplirán cien años de El Batallón Infantil de Desembarco”.

 

Hoy, tras haber recopilado más documentación al respecto, quisiera ampliar algunos datos que creo, pudieran ser interesantes para el conocimiento de lo que fue en su momento,  y qué fines tenía “La Compañía Infantil de Desembarco” que se presentó a los isleños durante la celebración de las fiestas en honor a la Stma. Virgen del Carmen en 1922.

 

Esta entidad infantil, formada por niños, estaba constituida por tres secciones, cada una de ellas al mando de un oficial, que tenía la graduación de alférez de Navío, (empleo que se asimila al de sargento de las fuerzas de tierra) a cuyas órdenes inmediatas se encontraban dos maestros, cuatro cabos y veinticuatro marinos. Además, la integraban una escuadra de gastadores, formada por ocho números al mando de un cabo; la banda de cornetas y tambores, constituida por ocho de los primeros y cuatro de los segundos, formando parte de la misma un cabo de cornetas y otro de tambores, todo bajo la dirección del maestro, que tenía graduación de maestre.

 

Esta agrupación imitaba a las de verdad, la escuadra y banda estaban bajo las órdenes de un alférez de Navío, el cual se encontraba investido en funciones de abanderado. El mando de todas estas fuerzas, lo asumía un teniente de Navío, cuya asimilación a las fuerzas terrestres, tendría el empleo de capitán.


Jefe: Teniente de Navío Antonio Aponte Martín.
Alférez de Navío: Manuel Hernández Rubio
Victoriano Aguilera Cabeza
Tomás Méndez Escobar
Alférez Abanderado: Manuel Cabot Milá
 

Todos estos niños fueron seleccionados entre los 402 alumnos distribuidos en los cuatro grados con los que contaba el centro, y los empleos y categorías, se proveían por los meritos contraídos en la propia escuela, siempre que pudieran ser armonizados con las dotes de mando. En la compañía, se les enseñaba, además de los movimientos y evoluciones en vigor en la táctica de las tropas de infantería, la gimnasia sueca, por uno de los tratados más racionales en esta materia de la época,  del profesor Kumlien, así como las señales de brazos con banderas para comunicarse a pequeñas distancias, según lo tenía dispuesto nuestra Marina de guerra. 

 

Esta institución estaba dirigida a la formación y a acostumbrarlos a la  disciplina social y el respeto, todos alumnos del Grupo Escolar de Ntra. Sra. de los Ángeles, y se basaban en los criterios de que se les hacía fuertes por medio de la gimnasia y los paseos militares, y se les inculcaba la idea de que para conseguir puestos de honor y distinción, había que ganárselo por su propio valor; pues ya para ostentar el nombramiento de ser oficiales, se tenían en cuenta los méritos aportados por cada uno, que fueron sus reales credenciales. Hasta el punto se llevó este criterio a la práctica, que a dos de los cuatro oficiales se les  costeó el uniforme, por no encontrarse los padres en condiciones de realizar dicho gasto.


Don Juan Acosta de la Torre junto al benjamín de la Compañía
Salvador Contreras, recibiendo ordenes del instructor.
 
 

Don Juan Acosta de la Torre, de profesión practicante y alma de la organización infantil, afirmaba, “que cuando el niño deja la escuela para dedicarse al aprendizaje de cualquier arte u oficio, empieza a perder de manera insensible, una parte muy considerable del caudal de conocimientos con que se le pertrechó en la escuela, a expensas la mayoría de las veces de muy grandes sacrificios por parte del maestro, el cual ve con verdadera pena, que toda la labor realizada se pierde sin que dé el fruto que corresponde a una tarea tan ímproba como la constituida por la enseñanza (…) y si antes que el niño abandone la escuela, le acostumbramos a concurrir a un local en donde de forma amena, vayamos reforzando y aumentando conocimientos adquiridos, si a medida que va creciendo, y con él su gustos, aficiones o necesidades de saber más, vamos poniendo a su alcance, libros y revistas que le instruyan y sirvan de alimento a su alma ( pues ya es sabido que no solo de pan vive el hombre); si más tarde le inculcamos que para hacer frente a las contrariedades y luchas que la vida trae consigo, no basta solamente ser honrado, laborioso e instruido, sino que se necesitan muchas más virtudes colectivas (independientes de las que individualmente posea) que son indispensables a todo pueblo culto; si por último, le enseñamos a organizarse socialmente para fines beneficios a la comunidad y con arreglo a las doctrinas del Crucificado; entonces y sólo entonces será cuando hayamos derrotado a ese despótico y temible imperio de la incultura”. 

 
El Batallón Infantil desfilando por el Paseo de los Reyes en dirección al antiguo Ayuntamiento.

 

Aquellas sabias y sanas enseñanzas impregnaron el germen a muchos de aquellos niños de una generación humilde, culta y laboriosa,  que vestidos de soldaditos con sus blanqueadas cabezas rindieron sus cuerpos a la acción del tiempo, y a este terruño que les vio nacer,  teniendo como escenario una alegre plaza del pueblo  y la multitud en las calles de una Isla Cristina entusiasmada que les aplaudía y que sellaron con un beso el juramento de fidelidad a la sagrada bandera de la Compañía Infantil. 

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Fuente: Argos  4-10-1922


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