Detalle industrial de la Fábrica de Cabot hacia los años 20 |
En los tiempos que corren, con una llamada de teléfono, un
correo electrónico o solo, con apretar un botón del móvil u ordenador, es muy
fácil adquirir productos o hacer una compra
a miles de kilómetros. La era de las tecnologías, las comunicaciones y
la globalización, nos permite estar en contacto directo con clientes y
proveedores a una gran velocidad, superando las vicisitudes que un siglo
atrás, tenían que sortear los gremios
pesqueros y salazoneros de la localidad para realizar tanto las ventas de sus
productos como la adquisición de materiales para el desarrollo de sus funciones
pesqueras.
Isla Cristina, al ser un puerto fluvial contaba con una aduana,
una oficina del gobierno que controlaba las mercancías que entraban y salían, y a las que se gravaban con
impuestos, aranceles o tasas correspondientes.
Dicha aduana, también, tenía la misión de controlar los
productos que no cumplían las normas, el
tráfico de personas, las substancias
ilegales, así como el tráfico de animales, etc.
En 1915, a instancias del alcalde don José Antonio Zarandieta
Roselló, del secretario del Ayuntamiento don José Soler Barcia, don Matías Cabot Alfonso y don Ángel Pérez
Romeu, estos dos últimos vecinos de Isla
Cristina, que ostentaban la representación del gremio de salazoneros y
conservas de pescado, constituido en la
localidad. Solicitan, se habilite la Aduana de Isla Cristina para la
importación de anclas, cadenas, clavazón de hierros, hilos de fibras vegetales
para las redes, cables de alambres de acero,
estaño en barras, hoja de lata sin labrar y gasolina para aparatos de
soldar.
Fotografía mucho más reciente, pero que representa a la perfección el montaje de los aparejos y pertrechos para la pesca del atún. |
Los interesados fundaban su petición en que siendo la
habilitación actual de la Aduana de Isla Cristina tan restringida para importar
géneros del extranjero, se les obligaba con frecuencia a traer por distintos
puertos este tipo de material y otros varios, que exigían el floreciente
desarrollo de las industrias pesqueras y salazoneras que constituían y hacían
imprescindible la vida de la localidad con el consiguiente recargo de gastos y
dilaciones altamente perjudiciales al interés de esta industria.
Las autoridades competentes, visto los informes de las
autoridades de Huelva, que todos fueron favorables a la habilitación solicitada,
acordaron: acceder a lo solicitado, con
excepción de la gasolina, ya que no se perjudicaban los intereses del Tesoro
Público, beneficiando del amparo oficial a esta comarca tan necesitada por la
clase de industria a la que se dedicaba.
La Real Orden1 firmada en Madrid, el 25 de enero de 1915 decía así:
“S.M el Rey (q.D.g.), conformándose con lo propuesto por esa Dirección
General, se ha servido acordar se amplíe la habilitación de la Aduana de Isla
Cristina (Huelva) para importar del
extranjero anclas, cadenas, clavazón de hierros, hilos de fibras
vegetales para redes, cables de alambre de acero, estaño en barras y hoja de
lata sin labrar”
1.- Gaceta de Madrid.
29 Enero de 1915
No hay comentarios:
Publicar un comentario