Acto de Homenaje al Marinero
2023, Doña María Manuela Cazorla García organizado por la Cofradía de
Pescadores "Ntra. Sra. del Carmen" de Isla Cristina, el 16 de julio de 2023, ejerciendo como mantenedor
del acto Francisco González Salgado.
miércoles, 19 de julio de 2023
ACTO DE HOMENAJE AL MARINERO 2023, DOÑA MARIA MANUELA CAZORLA GARCÍA. ISLA CRISTINA

sábado, 15 de julio de 2023
50 años de cuando “Paco de Lucía” visitó y se disfrazó en el Carnaval de Isla Cristina.
Articulo publicado en el periódico La Higuerita 15-7-2023![]() |
Carlos Rebato, Isidro Romero y Paco de Lucía, disfrazados en el Carnaval de Isla Cristina 1973 |
El indiscutible genio de la guitarra flamenca “Paco de
Lucía”, ese maestro tímido que al subir al escenario cerraba los ojos envueltos
en lamentos de pasión abrazado a su guitarra y que recorrió el mundo con sus
acordes y rasgueos haciendo grande y universal el flamenco, en 1973, publicaba
uno de los LP en vinilo más importante de su carrera y al que tituló “Fuente y
Caudal”, en el que incluía la pieza musical más famosa de su autoría “Entre dos
aguas”.
En ese mismo año, febrero de 1973, y en plena ebullición del Carnaval
de Isla Cristina, camuflado por entonces con el sobrenombre de “Fiestas Típicas de Invierno”, motivado por la censura de la dictadura franquista,
Paco de Lucía, visitaba la localidad costera isleña para disfrutar y participar
como un isleño más de sus carnestolendas, invitado por su buen amigo Isidro
Romero Quintero.
La prensa1 local nos lo narra y dejó muestra de
aquella ilustre visita a la redacción del periódico, que por aquellos años se ubicaba en la Imprenta
Bautista muy cerca de la vivienda del anfitrión: “Hemos tenido el gusto de saludar en nuestra casa, a los conocidos
artistas internacionales de la guitarra, Paco de Lucía y Carlos Rebato –el
gitano blanco-, que pasaron unos días en ésta huéspedes de los señores, don
Isidro Romero Quintero –ella de soltera- Gilda Munell Zamorano. Ambos marchan
entusiasmados de nuestra ciudad, de sus playas y del derroche de lujo, belleza
y simpatía de nuestra Fiestas Típicas.”
Francisco Sánchez Gómez, “Paco de Lucía” nació en Algeciras
(Cádiz) el 21 de diciembre de 1947 en el barrio de La Bajadilla, un barrio
popular y eminentemente gitano, siendo considerado como el “tocaor” de flamenco
de mayor prestigio internacional, hijo y hermano de músicos se familiarizó con
el flamenco desde su más tierna infancia. Su padre Antonio Sánchez Pecino, fue un
vendedor de telas y guitarrista flamenco, natural de Algeciras, quien fue
fundamental en el devenir de su carrera musical y su madre Luzía Gómes
Gonçalves, portuguesa de Monte Francisco, una pequeña aldea de Castro Marim, de
quién al parecer, heredó el buen sentido
del humor. Como bien afirma Juan José Téllez Rubio en su libro “El hijo de
la portuguesa” “Luzia era una
superviviente y era la alegría en el drama. Paco y sus hermanos respetaban la
severidad de Antonio pero con quien se regocijaban era con su madre”.
Hoy, cuando se han cumplido cincuenta años de aquella visita,
publicamos esta fotografía que hacía tiempo que obraba en mi poder y que anteriormente había difundido en las redes sociales. En mis indagaciones,
según transmisión oral, alguien me comentó alguna vez, que Luzía Gómes, su
madre, de quién le sobrevino su nombre
artístico, “Paco de Lucía” trabajó de jovenzuela en el servicio de la “Casa
Gildita” antes de conocer a su esposo, como muchas otras jóvenes de su
generación que emigraban a España, o de otros lugares hasta Isla Cristina, en busca de un futuro mejor,
pero este dato no he podido contrastarlo, por lo tanto, su veracidad queda en
el aire.
Los personajes que aparecen disfrazados en la misma son los
anteriormente citados por la prensa, por este orden visto de izquierda a
derecha: El guitarrista Carlos Rebato, de flamenca, eterno amigo de Paco, quién
llegó a compartir escenario, además de vivir numerosas anécdotas. Isidro Romero,
empresario, casado y afincado en Isla Cristina, con
corbata de lunares y Paco de Lucía,
también de flamenca, ambos artistas con un toque muy carnavalesco e improvisado,
muy al tipo isleño.
Isidro Romero Quintero, fue un hombre muy relacionado con los
artistas de la época con quién llegó a alcanzar grandes amistades,
especialmente con Juanito Valderrama o Manuel Pareja-Obregón García, entre otros
y a quién llamaba hermano. Según la versión de su hija Gilda Romero Munell, su
padre, habría conocido a Paco de Lucía en la Venta que una hermana de su padre
tenía en Madrid, donde él actuó muchas veces, allí nació la amistad y de ahí,
después de las giras, visitaba Isla Cristina con asiduidad, iban al campo de
cacerías y montaban sus fiestas con los amigos. Afirma: “que en aquella venta, se forjó la pieza más universal del artista
“Entre dos aguas”.
En una de aquellas visitas, el genio y figura más
internacional de la guitarra flamenca, Paco de Lucía, y su buen amigo el también guitarrista de
Algeciras Carlos Rebato, se pasearon
junto a Isidro Romero, por toda la población isleña disfrazados de flamencas
para inmortalizarse en la Gran Vía de Román Pérez de la localidad en pleno
régimen franquista para disfrutar del Carnaval de Isla Cristina.
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1.- Semanario La
Higuerita 12-3-1973

sábado, 1 de julio de 2023
Los muros en la Ría Carreras y el Caño del Cepo, posibilitaron la expansión urbana de Isla Cristina.
Articulo publicado en el periódico La Higuerita 1-7-2023
Según plano de 1870 publicado en 1872 por la comisión
hidrográfica, al mando del Capitán de
Fragata don José Montojo, las edificaciones en Isla Cristina finalizaban al
Sur, en la Calle Baja, de ahí su nombre, la calle más baja que hacía orilla con el Estero del Cuquimán o
de Santa Catalina. Cegado este estero, ya a principios del siglo XX Isla
Cristina había crecido urbanísticamente hacia el Este, y con el dragado realizado, se ampliaba el
límite a la espalda de la calle España.
A lo largo de todo el siglo XX, se produjo la expansión
urbanística más importante de la historia en el término municipal de Isla
Cristina y todo ello, fue motivado por la necesidad de una floreciente
industria pesquera, que en el primer cuarto de siglo e impulsada por un joven
alcalde, don Román Pérez Romeu, ganó al
mar gran parte de su territorio, cambiando su fisonomía originaria por la necesidad
de instalaciones, y ampliar las ya existentes, creando mejores servicios y
atraques para las embarcaciones, dando posibilidades a la creación de nuevos
almacenes y viviendas para la población que crecía paulatinamente.
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Aspecto que presentaba Isla Cristina a finales de los años 50 del siglo XX |
Años más tarde, y ya en el último tercio, con la realización del Plan General de Ordenación Urbana de 1987 (PGOU) se ordenó y desarrolló todo el territorio, así como en la década de los 90 tuvo lugar la también, aunque fuera del núcleo poblacional, la creación de la Mancomunidad de Islantilla, generando un desarrollo urbanístico espectacular, dirigido al turismo.
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La zona de Las Calderas sin muro, como playa de la ría. Década de los años 50, siglo XX |
Ante aquella imperiosa necesidad de crecimiento impuesto por la industria, don Román Pérez, ideó la necesidad de la prolongación del puerto isleño, creando un muelle, y que ganándole terrenos a la ría en su margen izquierda, uniera para siempre el núcleo urbano de la población isleña con el de la barriada de Punta del Caimán, que en aquel momento estaba separada por un estero, conocido como Caño del Cepo. Para ello, encargó un proyecto al Ingeniero de Marina don José Ochoa con fecha 10-8-19181 con la modificación, de que en el muro del muelle para su altura máxima de cuatro metros, tuviera sesenta centímetros de ancho en la coronación con el talud exterior y estas dimensiones se reducirían proporcionalmente a la altura en donde ésta no alcanzara la máxima dicha de cuatro metros.
El Ayuntamiento de Isla Cristina, incoó expediente solicitando
autorización y tramitada la documentación con arreglo a las formalidades
legales, que llegaron y debieron ser oídas por el mismo Rey Alfonso XIII con lo
propuesto por la Dirección General de Obras Públicas, tuvo a bien, conceder por la representación
de su Gobierno y por Real Orden de 7 de agosto de 1920 autorización al
Ayuntamiento de Isla Cristina para ocupar en la zona marítimo terrestre una
extensión superficial en la medida y delimitada ajustándose además a que dicha
autorización se otorgaba, salvo el
derecho de propiedad sin perjuicio de tercero a titulo precario con arreglo al
artículo 50 de la Ley de Puertos.
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Fotografía donde se aprecian los dos muros convertidos en muelles y vistos desde la Punta del Caimán, donde hoy se encuentra el Puerto Deportivo. Fotografía de los años 70 |
La intención no era otra qué, ampliar el puerto pesquero con
un muelle en la zona del “Solar de Las
Calderas” y construir un muro para cegar el Estero del Cepo, con el objeto de
instalar muelles de servicio público gratuito y de acuerdo con la Comandancia
de Marina se reservara una zona para fondeadero y abrigo de las embarcaciones
de pesca y que sirvieran además para las limpiezas de sus fondos y reparaciones
que necesitara aprovechar la bajamar y para destinar los terrenos ganados a la
ría a construcción de fábricas en la parte de muelle (que nunca se
construyeron, salvo las calderas de alquitrán para alquitranar y teñir las
redes, quizás por la tardanza, ya que su relleno se produjo en la década de los
años 50 y en una situación de crisis) y
el resto para casas como ensanche de la población. La superficie concedida no
podía destinarse a aprovechamiento distinto del que se determinaba en la
presente autorización, quedando sometida a las disposiciones vigentes o que se
dictaran en lo sucesivo sobre construcciones en zonas de costas y fronteras y
obligando al Ayuntamiento de Isla Cristina a demoler por su cuenta lo
edificado, dejando expedito el sitio tan pronto lo exigieran las necesidades de
la defensa nacional al ser requerido para ello por la autoridad militar competente.
Aquellas obras que serían ejecutadas en un plazo máximo de
cuatro años quedaron sujetas a las disposiciones vigentes de costas y fronteras,
y servidumbre de vigilancia y salvamento y fueron previamente replanteadas por
la Jefatura de Obras Púbicas de la Provincia, corriendo el propio ayuntamiento de Isla
Cristina con todos los gastos de replanteo, siendo inspeccionadas por la
Jefatura de Obras Publicas quién podía disponer de las modificaciones que sin
alterar la esencia del proyecto fueran necesarias o pudieran mejorarlo dando
cuenta de ella a la Dirección General de Obras Públicas.
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Isla Cristina 2023 |
Más de cien años después, Isla Cristina, con una expansión urbana ordenada y con un punto álgido de edificaciones en la última década del siglo XX y la primera del siglo XXI, pasó de ser una localidad pesquera a convertirse en una pequeña ciudad moderna de 21.523 habitantes, y que se expandió por toda esa zona, y que hoy, aún se encuentra sometida a unas normas muy restrictivas que impiden su actual desarrollo por la Ley de Costas, debido a aquel acuerdo centenario, no revisado y adaptado, y que afecta actualmente a más de 8.000 edificios entre viviendas, naves y locales comerciales.
__________________________________________________________________
1.- Disposiciones de la Real Orden en la inscripción 1ª de la
finca matriz número 1.108 al folio 203 del tomo 321, libro 27 de Isla Cristina
La Redondela, en virtud de oficio del Gobierno Civil de la Provincia de Huelva de
fecha 27-8-1920

viernes, 16 de junio de 2023
Ramón Romeu Portas, ganó en el Supremo a su primo hermano José Caballero Romeu, la disputa por el calamento de la Almadraba “Punta Umbría”.
Plano de la costa de Huelva donde aparecen las almadrabas existentes en 1900. Archivo Municipal de Isla Cristina, Leg. 1348, Escritura de transferencia del arrendamiento de la Almadraba de “La Tuta”. |
A lo largo de los tiempos, la mayoría de industriales
dedicados a la pesca del atún fueron empresarios isleños y, en su generalidad, de
ascendencia catalana. De las cuatro almadrabas caladas en la costa onubense a
finales del siglo XIX y principios del XX, dos de ellas, se encontraban
situadas en el distrito marítimo de Isla Cristina. “Las Cabezas”, calada frente
a Isla Cristina y la de “La Tuta”, que comenzaba en tierra desde la Casa de los
Carabineros en la actual Playa del Hoyo, hasta la Casa de Matamoros hoy Urbasur
y los Carabineros de Las Antillas. La de “El Terrón” o “Nueva Umbría” en
termino de Lepe, y la de “Punta Umbría”.
En el Boletín Oficial
del Ministerio de Marina1, encontramos una resolución que ponía
punto y final a un conflicto suscitado entre empresarios isleños por la
concesión y explotación de una almadraba y en la que una parte, llegó a
denunciar a la Administración Pública al interpretar un trato de favor, quedando
absuelta por una sentencia dictada por la Sala de lo Contencioso-Administrativo
del Tribunal Supremo.
Los demandantes en sociedad, D. José Caballero Romeu, los
Sres. Pérez Hermanos y D. Pedro Gutiérrez Feu, revocaban la Real Orden expedida
por el Ministerio de Marina el 20 de Octubre de 1902 relativa a la concesión de
una almadraba, que por Real Orden de 7 de marzo de 1899 el Ministerio de Marina
había concedido a Don Ramón Romeu Portas. Una almadraba de ensayo para la pesca
de atunes con la denominación de “Punta Umbría”
en aguas la provincia de Huelva.
En dicho litigio, demandaban a la Administración General del Estado, coadyuvada
por Don Ramón Romeu Portas.
El 27 de marzo del mismo año de 1899, D. Ramón Romeu, percatándose
de que en aquella zona donde había calado su almadraba existían piedras, fango
y bancos de arena, no marcados en los planos, que imposibilitaban el calamento,
solicitó que se variasen las enfilaciones más al Oeste e informada
favorablemente en instancia por la Junta Provincial de Pesca, el Capitán General
de Cádiz se negó a darle curso, teniendo para ello en cuenta que por Real Orden
de 30 de Noviembre anterior se había designado a Romeu el establecimiento de un
pesquero en lugar próximo, y que se habían negado en el mismo sitio a otras
almadrabas a consecuencia de lo dispuesto en Real Orden de 4 de Abril de 1894,
por la que se dispuso que se desestimara el calamento de otras, que se
solicitasen al Oeste de “Punta Umbría”, y cercanas a la barra del Terrón.
El 14 de Noviembre de 1901, Ramón Romeu, acudió con instancia
del Ministerio de Marina, a que le fuera concedida la variación de enfilaciones
que constaba en el plano en su anterior
instancia de 22 de mayo de 1899, respecto a la que había informado
favorablemente la Junta de pesca de Huelva, insistiendo en dicha petición en
otra instancia que presentó el 5 de diciembre siguiente, resultando: que pasado
el asunto a la Junta Consultativa y remitido al Capitán General del
Departamento, este lo devolvió juntamente con el plano indicado y el acta en
que constaba el informe emitido en 31 de mayo de 1899, por la Junta local de
pesca de Huelva favorable a la variación de enfilaciones y al devolver el
expediente manifestó, que no había dado curso a la instancia presentada por
Romeu, por los motivos ya expresados, a los que agregaba que con posterioridad
existía un pesquero próximo colindante por el Oeste al que quizá perjudicaría
la variación solicitada, y a cuyo arrendatario habría de oír, y que el
peticionario llevaba calando tres años en el sito de su concesión.
La Junta Consultiva, teniendo en cuenta que no era exacto que
por la Real Orden de 4 de Abril de 1894 estuviera prohibido el otorgamiento de
pesqueros al Poniente de Punta Umbría, acordó el 14 de Enero de 1902, que el
Capitán General informase correctamente con audiencia de la Junta de Pesca, si
la concesión de Ramón Romeu, tenía los
accidentes que este alegaba, y si con la variación pretendida sería un
obstáculo para la navegación y quedaría a la distancia reglamentaria de las
almadrabas próximas. El comandante del Cañonero “Ponce de León”, practicó
durante tres días, operaciones de sonda y rastreo en el sitio de la concesión,
encontrando fondo de pedrusco, cascajo y arena con cabezos sueltos, comunicando
el resultado de sus reconocimientos. La Junta Local de Pesca y el Comandante de
Marina de Huelva, informaron, que el nuevo sitio solicitado para la almadraba
perjudicaba menos que el primitivo a la navegación, por estar más aterrado y
separado de la barra, hallándose a más de cinco millas de las almadrabas
colindantes, por lo que el Capitán General de Departamento emitió el 10 de
abril su dictamen afirmando que si bien el cambio de emplazamiento había sido
denegado por la Capitanía General en Junio de 1899, había desaparecido la causa
principal por la que se dejó sin curso la solicitud al concederse con
posterioridad la almadraba del Terrón entre la Tuta y Punta Umbría; que la
existencia de piedras en el fondo donde actualmente calaba esta almadraba,
estaba comprobada por los rastreos y que el nuevo emplazamiento entorpecía
menos la navegación, añadiendo que se había prescindido de la publicación en el
Boletín y de las audiencias de los colindantes que proponía la Junta de Pesca
del Departamento, porque las concesiones cercanas eran posterior a la
iniciación del expediente y urgía resolver al acercarse la época del
calamento.
El 15 de marzo de 1902, Don José Caballero Romeu,
concesionario de la almadraba de ensayo “Las Torres”, obtenida por Real Orden
de 24 de abril de 1901, acudió con instancia al Capitán General exponiendo: que
tenía noticia de que se había solicitado para la de “Punta Umbría”, un cambio
importante de enfilaciones, siendo así
que tal cambio no era otra cosa que una petición de nueva almadraba, y que
teniendo la duda de si debía ser oído sin prejuzgar su informe, pedía que se
determinara si la petición de nuevas enfilaciones no constituían una variación
que pudiera afectar a las colindantes y se debía informar a sus concesionarios.
Ante esta petición, la Junta consultiva, acordó por
unanimidad, que debía desestimarse las pretensiones de variación de calamento,
pero que no se trataba de variar ningún calamento, sino que se concedía una nueva almadraba de ensayo con
igual nombre que la usufructuada por el solicitante, y procedía otorgarse esta
concesión de calar la primitiva almadraba de “Punta Umbría” en sitio más
profundo y libre de los peñascos que la dificultaban y entorpecían.
El 10 de mayo, Romeu acudía con instancias al ministerio en
la que exponía que procedió al calamento el primer año, viendo que en el sitio
existían peñascos que le imposibilitaban, teniendo que desviarse al Oeste,
buscando aguas limpias, con lo cual los gastos no compensaban con los ingresos,
y que denegada la variación que había solicitado, habiendo continuado
calando los años de 1900 y 1901, por
tolerancia de las autoridades aunque en la última se habían presentado
obstáculos y que solo se decidió calarla en 1902, y que los perjuicios se
irrogaban con la reposición de redes destruidas por los peñascos para no dejar
sin trabajo a los 170 tripulantes contratados durante cuatro meses, por temor
de incurrir en la pérdida del derecho pesquero, y con la esperanza de conseguir
la variación solicitada.
El concesionario de la almadraba “El Terrón”, informó el 21
de mayo que era cierta y notoria la causa alegada por Romeu y de justicia, y el
Ayuntamiento de Huelva en sesión el día 30 acordó manifestar que no se
lesionaba los derechos de la ciudad. En cambio, los concesionarios de la
almadraba “Las Torres” el 8 de Junio, expusieron que era inoportuna la
pretendida variación porque llevaba tres años la de “Punta Umbría” calando con
abundantes beneficios y en el cuarto estaba pescando mucho más que las del
litoral y que el cambio de enfilaciones más a Poniente, dejaría entre “Punta
Umbría” y “Las Torres” espacio para otra almadraba que ya se había solicitado y
que sería igual conceder a Romeu lo que se había denegado sucesivamente a otros
peticionarios.
En Octubre de 1902, se le concedió a D. Ramón Romeu Portas,
la autorización para calar una almadraba de ensayo de buche para la pesca de
atún con la denominación de “Punta Umbría”, quedando anulada la que con el
mismo nombre venía disfrutando. Contra esta Real Orden y a nombre de Don José
Caballero y Romeu, de los Sres. Pérez Hermanos y de Don Pedro Gutiérrez Feu,
recurrieron en contencioso administrativo y
formalizaron la demanda con la suplica de que se revocara o anulara
dicha Real Orden y se declarara nula y de ningún valor y efecto la concesión de
la nueva almadraba denominada “Punta Umbría” que se le había otorgado a D.
Ramón Romeu Portas. El Tribunal Supremo
dio la razón al Sr. Romeu bajo criterio: que entre dicha almadraba y la
denominada “Las Torres”, que disfrutaban los demandantes, no era atendible conceder
otra con el nombre de “Ntra. Sra. de la Cinta”, porque el agravio nacería de la
almadraba que se acercaba a “Las Torres”, no de la que se alejaba más de lo que
estaba, e impugnada por los propios demandantes la Real Orden que concedió la
almadraba “Ntra. Sra. de la Cinta”, declarada firme y subsistente por Sentencia
de 31 de diciembre de 1902, por lo que el fallo desistió la excepción de
incompetencia de jurisdicción, y absolvía a la Administración de la demanda
deducida a nombre de D. José Caballero Romeu, contra la Orden de 20 de octubre
de mil novecientos dos.
Curiosamente, el isleño y demandado
Ramón Romeu Portas, hijo del sitgetano Antonio Romeu Casañas2, era primo
hermano del demandante, el también isleño José Caballero Romeu, a su vez, hijo
de Fructuosa Romeu Casañas3, natural de La Higuerita.
1.- Boletín Oficial del Ministerio de Marina 18-5-1905. Nº 56
2, 3.- Bogarin Díaz, Jesús. Datos extraídos de 390 Linajes
Isleños

jueves, 1 de junio de 2023
La Santa Misión en Ayamonte y La Higuerita, última voluntad del matrimonio Manuel Garcés y Nicolasa de Lara Muñiz.
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Escritura de Testamento y Última Voluntad, cedida por don José Morales Reyes, de Ayamonte. |
El Padre José Mirabent, que nació en La Higuerita el 14 de
agosto de 1779, en sus memorias sobre la Fundación y Progresos de la Real Isla
de La Higuerita, nos hace referencia de los graves inconvenientes que existían
para que los colonos que se habían establecido en la isla, pudieran oír misa, y cómo reunidos los patrones de las compañías
más poderosas, solicitaron al Administrador de la Aduana de Ayamonte, don José
Quintana Ceballos, les enviase todos los
días festivos un Religioso del Convento de San Francisco, para que ofrecieran
misa.
Un interesante documento, facilitado por don José Morales
Reyes, de Ayamonte, y al que agradezco
públicamente su gentileza, nos aporta un interesantísimo dato sobre una misión
evangélica en Ayamonte y en la Playa de La Higuerita y que viene a ampliar y a
complementar los datos que el Padre
Mirabent nos ha dejado en sus memorias.
Se trata de un Testamento y escritura de admisión de últimas
voluntades, por la falta de herederos con fecha 20 de abril de 1790, rubricado
en Ayamonte ante el SM mayor de la marina y su provincia, por los señores don Manuel Garcés
y su esposa doña Nicolasa de Lara Muñiz, y en el que se plasma, que el
día 11 de junio de 1779 en unión y conforme, realizaron un testamento de última
voluntad y por adicción al mismo, el 22 de abril de 1785 y el 25 de agosto de
1787 habían acordado algunas disposiciones especiales que ordenaron y aclararon
en este último testamento, ya que revocaban y anulaban cuanto a favor había
para el sobrino de doña Nicolasa, el Presbítero Vicente Alemán que había fallecido, así como las respuestas
de aceptación del Sr. Marqués de Ayamonte y los Frailes Capuchinos de Cádiz y
Sevilla.
En el mismo, ordenaban y declaraban el uno al otro por
heredero universal y albacea, y disponían entre otras cosas, que por fallecimiento del último, se
estableciese una Santa Misión de cinco
en cinco años y que en cada uno de ellos, había de celebrarse este sagrado
ministerio por quince días en esta ciudad (se refiere a Ayamonte) en la iglesia
de Ntra. Sra. de las Angustias y otros cinco en la Playa y Lota de La Higuerita, y para ello, había dejado dos almacenes o casas (excepto el
corral) que lo habían dejado anteriormente en propiedad y usufructo al hospital
de Ntra. Sra. de la Piedad de aquella ciudad, más un dinero para que fuera costeada otra Misión con el producto de otras
casas y almacenes para que fueran destinados para la curación de los pobres y
enfermos de otro hospital, de acuerdo con el administrador del mismo,
solicitando dos seminarios de Padres observantes de la ciudad de Arcos o Padres
Capuchinos de la de Sanlúcar de Barrameda para el referido fin y en el caso de
que no fueran condescendientes, por cualquier razón, ese dinero sería donado a algún convento o Seminario,
por lo que dieron facultad al otro
administrador del hospital citado de acuerdo con el cura más antiguo y el
mayordomo de fábrica1 de otra iglesia de Ntra. Sra. de las Angustias
para que trajesen otra misión donde más conveniente creyeran y con el sobrante lo invirtieran
en los pobres.
Este documento fue enviado
con dicho asunto y con el mayor cuidado
al Guardián de Capuchinos de la ciudad de Sevilla, este con el M.R.P.
Provincial y definitorio, y en su defecto tuvieron a bien y acordaron condescender
y aprobar sus deseos, estimando que en ello se hacía mucho servicio a Dios y a
las Almas y suplicaron al Marqués de
Astorga, Conde Duque Don Vicente Joaquín Osorio de Moscoso y Guzmán, que se
sirviese y convirtiese en Patrono y protector de esta causa, como se acredita
es su despacho expedido en Madrid el 12 de enero de 1790 y que se unió a este instrumento para documentarlo
incorporándose sus traslados a su literal tenor.
“Por cuanto Don Manuel
Garzes vezino de mi Ciudad de Ayamonte me ha presentado en la fecha a treinta
de septiembre del año próximo pasado que con su esposa Doña Nicolasa de Lara y
Muñiz está acusado y de conformidad por
la falta de herederos ascendientes y descendientes fundan una misión de R.R.P.P
Capuchinos del Convento de Sanlúcar de Barrameda para que pasen a ser en otra
ciudad de Ayamonte de cinco en cinco años por espacio de veinte días y diez en
el sitio de la Población de La Higuerita adyacente, o en caso de su ruina por
las aguas que la circundan, a otro pueblo de los de aquel mi marquesado,
aplicando para el costo de obras tan piadosa los bajos de las casas propias de
su vivienda en el sitio de la Rivera como libres de gravamen alguno y otra casa
en la calle de la Cruz número de la
Fundación de la Santa Misión con treinta ducados y mil reales
al año, los que se recauda suficientes para el coste de las Misiones,
prefiriéndose no obstante, agregar otra casa más en el ingreso de la Fundación
a fin de que el sobrante que quede hecho los repasos necesarios a las mismas
casas reabrigue de limosnas al hospital
de Ntra. Sra. de la Piedad”
Este documento fue firmado por el Marqués de Astorga, Conde
Duque por mandato de su secretario, y deja claro, que tras el fallecimiento de
el último de ellos o en vida de cualquiera de los dos, si se lo pidieran
habrían de permanecer en esta ciudad veinte días enteros y otros diez en la
Playa o sitio de La Higuerita o donde se verifique está la Lota y su tráfico (que
dicta legua y media por un estero navegable) y en ambas partes han de ejercer
su ministerio de la misión contando otros treinta días desde primer día de
octubre y acabe el último.
Este documento nos muestra que los Padres del Convento de
Capuchinos de Sanlúcar de Barrameda o Sevilla, visitaron la antigua Higuerita
en una Misión Evangélica a finales del siglo XVIII encomendados y amparados
por la dádiva de última voluntad del matrimonio ayamontino Manuel Garcés
y Nicolasa de Lara Muñiz. Curiosamente, Manuel Garcés, fue nombrado por los
colonos de La Higuerita mayordomo2, y fue quién se hizo cargo de las
limosnas que se reunían para el mantenimiento y el culto en el templo, además,
en 1779, el mismo año que nacía el Padre J. Mirabent, fue el artífice de la donación de la campana,
gracias a la amistad con don Manuel Rivero “El Pintado” fundador del Mayorazgo de Ayamonte y propietario de la Huerta Noble
de La Redondela.
1.- Mayordomo de Fábrica es el que recauda las rentas de la
iglesia y cuida de la fábrica. Antiguamente, pertenecía al obispo la inspección
de las fábricas de las iglesias pero descargaron este cuidado en los arcedianos
y estos, en los curas. Después se nombraron para este cargo a seglares notables
y celosos.
2.- Memoria sobre la Fundación y Progresos de la Real Ysla de La Higuerita. Capilla de Material.

martes, 16 de mayo de 2023
EL FALUCHO “SAN MANUEL” ATRACADO EN EL MUELLE DEL MIRAMAR.
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Falucho "San Manuel", atracado en el muelle del Miramar en 1947. Foto cedida por Paco Delmo. |
Fue en 1928, cuando la barriada de Punta del Caimán se unió al núcleo urbano de Isla Cristina a través de un pequeño puente de madera que posibilitaba el paso a pie de una a otra orilla, este hecho, propició una mejor comunicación entre ambos lados, y el movimiento de personas, sin tener que utilizar barquillas para cruzar de un lado al otro el Caño del Cepo.
Este Caño de ría, tenía su entrada hacia tierra justamente
donde hoy se encuentra el Puerto Deportivo y moría en los Huertos, casi a la
altura donde hoy se encuentran los edificios de las torres de la playa. El
puente, cruzaba suspendido sobre el agua con una forma curva de norte a sur y
estaba enclavado más o menos, donde hoy se encuentra el Monumento al Marinero,
de ahí ese dicho popular de los viandantes, sobre todo los residentes en la
barriada puntera, que aún hoy, siguen
diciendo cuando vienen al centro: “vamos
pal pueblo” o “vamos pa La Punta”, un símil a lo que ocurre hoy día con Sevilla
y Triana.
La única edificación que existía en la parte en la orilla
norte que daba a la población, era el Miramar, y justo delante de su puerta principal, hacia
levante, de norte a sur, existía un pequeño muelle de hormigón donde los barcos
atracaban para cargar y descargar justo antes de la bocana que daba a la ría
Carreras y a unos 30 metros aproximadamente, más hacia levante, se ubicaba el
inicio del puente.
Hoy publicamos esta interesante fotografía que hemos recuperado
y que nos muestra con gran claridad el muelle del Miramar con un sombrajo
delante del edificio y donde se encuentra atracado un hermoso falucho de “Vela
Latina”, llamado “San Manuel” popularmente conocido como “El Falucho”, propiedad
de Francisco Delmo Mena, natural de Estepona.
La imagen corresponde a finales de 1947. Curiosamente el
barco está pintado de negro por el fallecimiento de su propietaria Gertrudis Escobar Sosa. El personaje que aparece también vestido de
luto por su madre difunta es Manuel Delmo Escobar, hijo de los propietarios.
La principal actividad de este falucho, era la pesca de
sardinas, caballas, la modalidad de arrastre y los mechillones (chirlas). En
ciertas épocas, Francisco Delmo, el armador, se dedicaba a la compra de grandes
cantidades de mechillones y los vendía
en Sanlúcar de Barrameda, Cádiz y Tánger.
Me cuenta Francisco Delmo González-Barrero, (Paco Delmo), nieto
del propietario, que a su abuelo, le había tocado la lotería en Tánger y con
ese dinero pudo realizarle una obra a su barco,
montándole un motor de 18 CV de la marca SKANDIA, con lo que dejó de
depender de la vela, aunque la siguió
utilizando.
Tanto el puentecito de madera, como el muelle del Miramar, dejaron
de ser funcionales a finales de los años 50, tras la construcción de dos muros
de contención que se utilizaron para cegar las aguas del Caño del Cepo con una
draga que rellenó su cauce. Dichos muros,
el de poniente, limitaba con la ría, y partía
desde el astillero de Demófilo Vitorique, hasta la orilla del Cantil, y el de
levante, desde el mismo Miramar hasta la Punta del Caimán, lo que es hoy la
valla del colegio Reina María Cristina.
Hasta la década de los años 90 en Caño del Cepo retuvo agua
estancada quedando como una marisma o “zapal”, que se fue rellenando poco a poco con los
escombros y residuos de los derribos y las construcciones así como todo tipo de basura que convirtieron
la zona en un autentico vertedero y que con el paso de los años, dio lugar a
toda la zona hoy edificada y que comprende el Monumento al Marinero, la Avenida
del Carnaval, el Conservatorio, Parque Central, el Supermercado Mercadona y todas
las edificaciones posteriores en aquel entorno.

martes, 2 de mayo de 2023
La familia Monclova y el origen del “Quiosco de Las Castañas”
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José Monclova y Sierra Lopera, propietarios del Quiosco de Las Castañas junto a su nieto Jesús |
A largo de los
tiempos y desde el nacimiento de la antigua Higuerita, el número de habitantes de Isla Cristina siempre fue
aumentando paulatinamente, gracias al trabajo que nunca faltaba, en la
extracción, elaboración y la
transformación del pescado.
Las
características históricas y geográficas de Isla Cristina, poco a poco convirtieron aquel pequeño núcleo de colonos
que vivían exclusivamente de la pesca y su trasformación, en una urbe que
necesitaba mano de obra y que llegaban de los pueblos de los alrededores y la
vecina Portugal, así como también de
profesionales en otras materias desde otros muchos lugares de la geografía
española.
Adentrados ya en
la mitad del siglo XX, una de esas familias que llegaron a Isla Cristina, fueron
el matrimonio de feriantes formado por José Monclova Gallardo, natural de
Algeciras (Cádiz), él montador del “Circo de La Alegría”, y Sierra Lopera Cubero, turronera, natural de
Cabra (Córdoba) que buscando un mejor porvenir para sus hijos, (Rosario, María,
José y Paqui) y atraídos por la gran actividad comercial que en aquellos años
había en la localidad, decidieron asentarse definitivamente en Isla Cristina.
Este matrimonio
se conoció mientras trabajaban en las ferias de los pueblos de Andalucía, y
estando Sierra en estado de buena esperanza de su primera hija Rosario,
reclutaron a su marido José para ir a la guerra. Al finalizar la contienda, ya tendían dos hijas, en ese periodo había
nacido María.
El General de la
2ª Región Militar, José Martin Prat, que conocía bien a José Monclova lo contrató
para trabajar en un cortijo de su propiedad, llamado Platero, como encargado de un molino de aceite y a su
esposa Sierra Lopera, como cocinera.
En la aldea “El
Garabato”, en término de La Carlota (Córdoba) nacieron dos hijos más, José y
Paqui. Con la llegada de estos dos hijos, Sierra no podía atender la cocina del
cortijo y decidieron volver a trabajar en la feria, pero había un problema, a José
Monclova, trabajando en el molino de aceite, hacía tiempo que se le había caído
la cartera en el alpechín (liquido
oscuro de color negro y olor desagradable. Mezcla del agua usada para lavar las
aceitunas) y había perdido toda la documentación. Al estar indocumentado, el
general Martín Prat le facilitó un documento como salvoconducto para que no
tuviera ningún tipo de problemas al desplazarse con toda tranquilidad entre los
pueblos.
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Documento facilitado por intercesión del General José Martín Prat, firmado por el Gobernador y que utilizó la familia Monclova Lopera como salvoconducto para poder visitar las ferias. |
Al principio, recorriendo las ferias de los pueblos con una noria y una caseta de tira pichón, pasando los inviernos entre Villalba del Alcor (Huelva) y Valverde del Camino (Huelva). En Villalba se casa su primera hija Rosario y María lo hace en Valverde donde se quedan a vivir. José y Paqui continuaron de feria en feria con sus padres, que ya se habían percatado de la capacidad económica de los isleños, donde corría la “monea”, ya que por una peseta, ofrecían cuatro viajes en la noria que poseían en Villablanca, y sin embargo, al llegar a Isla Cristina con una peseta solo daban dos viajes.
En todo ese periodo iban y venían en cada
fiesta, y es en 1961, cuando deciden quedarse definitivamente a vivir en Isla
Cristina, donde instalaron un pequeño puestecito de castañas junto al “Quiosco
de Faustina” y frente al “Bar Rocío” (en la Gran Vía de Román Pérez).
Posteriormente,
al ver que su negocio comenzaba a funcionar, José Monclova, solicitó al ayuntamiento un solar al final de
la calle 29 de julio y principio de “El Mundo Nuevo” o “Barrio Nuevo” siéndole
concedida una pequeña parcelita donde al principio ubicó una caseta de feria.
Aquel lugar se convertiría en la vivienda de los Monclova Lopera y en el
popular y conocido “Quiosco de las Castañas”, donde Sierra, la madre asaba
castañas y las vendía por una ventana de aquel quiosco de madera pintado de
azul, habilitando el resto como vivienda.
Con el paso de
los años, aquel lugar donde vivieron y se ganaron la vida, “El Quiosco de Las Castañas” pasó a ser
conocido como un punto de referencia para los isleños, casi como lo son hoy “El
Miramar”, “El Matadero” o “El Molino”, enclaves que sin existir actualmente,
son emblemáticos y significativos dentro de la geografía local.
Tanto José como
Paqui Monclova Lopera, encontraron también el amor en Isla Cristina. Pepe como
popularmente es conocido casó con la isleña María Rodríguez González, hija de “Antonio el de Justa” y Paqui, con
Francisco Núñez Mirabent “El Garapao”.
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Documento Militar, acreditativo en favor de D. José Monclova Lopera, y que lo acreditaba como Mecánico Montador Elemental para vehículos de Ruedas |
Fue realizando
el Servicio Militar en 1965 donde Pepe Monclova, el hijo varón de los
feriantes José y Sierra, realiza un
curso de Mecánico Montador Elemental para vehículos de ruedas en la Escuela
Regional de Automovilismo en Sevilla y adquiere los conocimientos necesarios
que le valieron en la vida para convertirse en un buen mecánico y encauzar su
vida civil posteriormente como mecánico de frigoríficos y lavadoras, profesión
que realizó hasta su jubilación.
Una anécdota que
nos parece graciosa y curiosa, es la que
coincidiendo Pepe Monclova en el Servicio Militar con el isleño Manuel
Hernández Cabot, la madre del primero,
le entregó al segundo una bolsa con chacinas para que se la hiciera
llegar a su hijo. Ya montado en el tren coincidió con un grupo de amigos
estudiantes isleños, entre los que se encontraban Francisco Elías Rodríguez
y dos nietas de Román Pérez, que en un
descuido le abrieron la bolsa que llevaba Manolo Hernández y se comieron toda
la chacina. Para Hernández fue un gran disgusto
que nunca olvidó y pasado los años, nada menos que diez, un día que Pepe
Monclova fue a realizar un trabajo en su casa, a cambio de aquella bolsa que no
pudo entregar, le hizo llegar una lata grande de primera calidad de anchoas del
Cantábrico que Pepe, recogió con agrado.
Los Monclova, han dejado impregnado su apellido en el origen del Quiosco de Las Castañas de Isla Cristina, pero también por su forma bondadosa de ser, buenos isleños, comprometidos con nuestras fiestas más tradicionales como son el Carnaval y El Rocío, y que se han ganado el respeto y cariño de sus conciudadanos.

sábado, 15 de abril de 2023
“EL DESARROLLO DE LA PESCA EN ISLA CRISTINA”
Articulo publicado en el periódico La Higuerita 15-4-2023
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Postal del Puerto de Isla Cristina (Muelle Parodi) |
Isla Cristina tiene historia, y argumentos de sobra para llenar de contenido diez museos. Por ello, quisiera desgranar y transcribir algunos datos que he recuperado y que fueron publicados en 1921 en la prensa1 local, hace ciento dos años, en un certamen literario, y que aunque pudiera contener en su inicio algún tinte novelesco o de fábula, no descarto la veracidad de la trasmisión oral del barco “Zingara” y su patrón “El Calamés”, a la que habría que sumar también, los pescadores que asentados en la playa de Montegordo (Portugal) arribaron también a esta orilla, y la autenticidad de los hechos posteriores, que son de vital importancia para el conocimiento y la divulgación de nuestra historia industrial y pesquera.
A los pocos años del primer asentamiento en 1756, en La Real Isla de La Higuerita, ya se había reunido un número importante de personas que dieron lugar a una población regular en chozas y barracas donde se salaba el pescado para su comercio.
El articulo nos narra, que entre los años de 1789 al 1790 desembarcaron en el islote (La Higuerita) un corto número de catalanes, marinos todos de un tosco y mal fraguado barco pintarrajeado en los colores blanco y negro, y que lucía en la banda de estribor el nombre de “Zíngara”, su patrón era conocido con el sobre nombre de “El Calamés”, hombre rudo que se dedicaba en ir buscando sitios de abundante pesca para cargar su barco y volver con su carga para hacer la venta del fruto de su pesca salada en los puertos de Levante. En sus primeras correrías, aquellos pescadores utilizaron el cordel, o sea, el anzuelo encebado por la tripulación y que solamente pescaron melvas, bonitos y caballas, prometiendo volver a la siguiente temporada con redes para la pesca de la sardina y pescado corto. Llegado éste, no ya solo volvieron ellos, sino que unidos a estos llegaron un centenar de valientes marinos poblando la parte más resguardada del asentamiento.
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Boliche (arte de pesca) Fuente: Centro de ediciones de la Diputación de Málaga. |
En el año 1793 había tres boliches; artes compuestos por una banda de red de unos 30 metros de largo por tres de alto que apregilaba a estilo de la “lavada”, estos constituían los artes pesqueros de la época, siendo embarcados en pequeños botes de ocho remeros y otra tanta tripulación que tiraba de las cuerdas que estos llevaban a la arena. La pesca de estos artecitos, por la abundancia que había, siempre fue pródiga. Uno de los problemas con los que los catalanes tuvieron que luchar fue conseguir mercado para sus pesquerías en fresco en los pueblos de Ayamonte, La Redondela y Lepe, sitios donde podían llevar su mercancía, por carecer de sitio para su conservación. Este tipo de artes se utilizaron entre 1793 a 1814 donde fueron proliferando el número de ellos, llegando en el último año reseñado a 16 artes, todos con perfeccionamiento y correcciones que se les iban realizando y que servían de estimulo a aquellos pescadores y a las nuevas empresas. En el año 1820, ampliaron con unos 25 metros de red por banda, aumentando también el largo del “calamento” a unas cuerdas más, denominándoseles “barcas”. Las embarcaciones fueron mayores y por lo tanto, mayor el número de personal. Poco a poco fueron desapareando los “boliches” y trocándose por barcas de mayor envergadura.
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Pescadores embarcan la red de boliche o jabega en una barca. |
En 1827 fue transportado, de procedencia valenciana un arte de red finísima que bautizaron con el nombre de “sedal” o “trasmallo”; arte que consistía en una red sumamente fina de unos 40 milímetros de mallaje y que conseguía coger las sardinas amalladas por la agalla, el peralto de estos era de cinco brazas por 15 de largo en su generalidad. Posteriormente, fueron extendiéndose estos pescadores por toda la costa, formándose con todo el personal disperso desde la Isla de La Higuerita hasta Huelva, por la parte de Levante e igualmente por el lado de Poniente hasta Portugal, grupos de familias, dejando en los meses de enero a marzo abandonada La Higuerita hasta que nuevamente la primavera les hacían regresar para continuar las faenas en las “barcas”.
1832 fue un año de mucha abundancia de sardinas, y vista la imposibilidad de transporte de este pescado en salazón, fueron muchos los pescadores que a la temporada siguiente se dedicaron exclusivamente al ramo salazonero obteniendo un lúcido lucro, cundiendo la voz, y muchos comerciantes valencianos y catalanes establecieron dependencias para dedicarse a tal fin.
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Levantá de Almadraba. Foto de Archivo |
Desde 1835 a 1839 hubo escasez de sardinas y fueron muchos de los antes mencionados que abandonaron el islote dejando sus almacenes cerrados para volver a abrirlos en cuanto hubiera otra oportunidad, de pesca y regresar de nuevo. Muchos de los pescadores de las “barcas” aprovechando esa situación de falta de sardinas abandonaron también sus cabañas y chozas para incorporarse a las dotaciones de las almadrabas por todo el litoral hasta Cádiz, la de Zahara, la de Conil y el Puerco, así como en la costa lusitana. Las almadrabas consistían en un arte tipo “boliche” de unas 500 brazas, con un mallaje de 12 pulgadas, fabricadas con esparto y un seguido arte llamado cintillo, para la copeada de poco menos tamaño y algo más tupido en su mallaje. Estos artes pescaban con señales que se hacían desde las torres que había en la costa. La llegada de los atunes, era algo difícil de ver y que solo los expertos detectaban por los colores de las aguas al paso de estos en cantidades. Así pasaron los años desde 1840 a 1851, años en los que poco evolucionó este rincón por la falta de pesca y personal, ya que el trabajo estaba fuera de estos alrededores.
En el año 1852, formaron sociedad varios de los pescadores más pudientes y algunos de Huelva para calar una almadraba por acciones, a la que contribuyeron un número de 200 hombres, echando al agua la “Almadraba de La Tuta” que enfrontaron con el pueblo a una altura de dos brazas de agua, optando para ello el estilo valenciano o sea, “de puertas” cuya pesca consistía en la operación diurna, echando la “puerta” (trozo de red que servía para tal fin) una vez puesto el sol. Capitaneó esta almadraba don Francisco Farelo de Huelva y como segundo don Emilio Columé, siendo bueno el resultado de la prueba de aquel año, llegando a la cifra de 7000 los atunes pescados que obtuvieron un valor aproximado de 3.75 pesetas cada uno. Esta almadraba solo pescaba el paso de los atunes a su retorno, es decir, de revés. Este arte también era de esparto, fabricado por mujeres que se dedicaban todo el año a estas constantes operaciones. Sus largos de “raberas” eran de 2500 metros, siendo el mallaje de 27 pulgadas, de 18 la “legitima”, 9 el “buche” y 3 la “muerte” o “copo”. Este auge hizo que el ya crecido pueblecito con este nuevo medio de vida fuera resurgiendo del estancamiento ante la falta de sardinas.
Pasaron algunos años hasta que fueron introduciendo mejoras en los artes siendo una de las principales la sustitución de la “puerta” por “endiches”, otro trozo de red en forma ratonera, que tenía la propiedad de pescar continuamente sin necesidad del cierre. Esta mejora fue copiada de las almadrabas portuguesas.
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Almadraba de Las Cabezas 1920 |
En el año 1865, siendo capitán don Emilio Columé fueron caladas dos almadrabas más que denominaron “Las Cabezas” y “El Terrón”, que capitanearon don Francisco Nené (portugués) la primera, y don José Sampayo de Isla Cristina, la segunda, bajo la inspección de don Emilio Columé que capitaneaba “La Tuta”. El resultado positivo de estas dos últimas fue desastroso, suprimiéndose la salazón de ambas en el año 1867.
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Galeón a remos traído desde Galicia por el armador isleño Salvador Romeu1867 |
Ese mismo año don Antonio Mirabent, Don Sebastián Casañas y don Hipólito, formando sociedad, calaron un arte de procedencia gallega que llamaron “galeón” arte que fue confeccionado en Isla Cristina por un armador gallego llamado Nicolau y otro de nombre Juan Caraballo, quien una vez terminado lo patroneó. Formaba el arte 9 paños de redes por banda, de un mallaje de 7 y medio por cuarta, haciendo un total de 36 paños entrando la “copiada” de red algo más tupida. Este arte fue afortunadísimo para la pesca y no pasaron más de tres años cuando ya había un número de 6 o 7 en construcción, los que patronearon don Francisco Arbucias, don José María “El Puíta”, don Tiburcio Maneli y don Rodrigo, siendo la pesca pródiga en los autos que anteceden al 1880 y poco a poco se iban perfeccionado estos artes. La red era fabricada por las mujeres en su mayoría, lo que suponía mucho el tiempo que había de invertirse en la confección de un arte.
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Galeón Betis, atracado en el Puerto de Isla Cristina en las labores de subir a bordo el arte de pesca por la tripulación |
Creció el fomento y la industria considerablemente siendo muy solicitada la conserva del prensado y mojama, alcanzando la casi formada Isla Cristina, preferencia ante otros mercados. En el mismo año de 1880, por los patrones de los “galeones”, se confeccionó un arte para la pesca de “arrastre” por medio de embarcaciones que denominaron “parejas” y que fueron muy útiles para la obtención del pescado blanco. El estilo de arte de “pareja” era de fácil construcción; consistiendo este en una bolsa parecida a un “jalabar” de cuyos lados se desprenden dos bandas de 20 metros de red clara a la que prenden los “calamentos”, cabos, que sujetos a los barcos que la conducen, tiran de la red. Estas artes facilitaron bastantes beneficios al pueblo en los tiempos de poca pesca de sardinas y en los meses de enero a marzo, y en ellos, se invertían un considerable número de personas.
Pasados unos años, en 1899, por iniciativa de los más inteligentes en la armaduría de las artes, se puso en proyecto el “arte de tarrafa” que consistía en la ampliación del “arte galeón” con unas ocho cuarteladas de red de 27 brazas a 100 mallas en cuarta, terminando con una “copeada” de 30 paños de mallaje de 18 y 30 brazas de peralto. La construcción de este nuevo arte fue un éxito y lo primeros en adoptarlos fueron los Sres. don Juan Zarandieta, don Juan Zamorano y don José Borrelle. La pesca siguió su auge y se constituyeron fábricas de conservas siendo la primera la de don Juan Martin Cabet, segundándole los señores sobrinos de T. López y don Serafín Romeu.
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Galeón a Vapor Segundo Román década de 1910 |
Siguiendo el curso, pasado los años, en 1905, se trajo por el industrial Juan Martín Cabet un vapor construido en Vigo de tipo especial para “tarrafa” al que secundaron otros industriales contando por aquellos años Isla Cristina, sobre unos 28 de estas artes. Las almadrabas siguieron su constante mejoramiento, sustituyéndose en la red todo el esparto de que antes eran dotadas por abacá y cáñamo, y variando todas las medidas y que eran “legitima” 23 pulgadas, “buche” 4, “copo” 4 y “rabera” de mallaje de un metro. El largo de la mayoría de las raberas era de 5000 metros aproximadamente.
Estos datos centenarios, nos exponen con claridad la gran trasformación y evolución pesquera de la antigua Higuerita, un progreso que convirtió a aquella colonia de pescadores en un referente industrial y pesquero con una situación envidiable. A lo largo todo el siglo XX, la pesca y la industria en Isla Cristina siguió con un rumbo ascendente, a pesar de las crisis y los cambios obligados por las circunstancias, adaptándose a los tiempos que fueron marcando y diversificando su actividad.
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Mujeres estibadoras de la fábrica de Cordero y Mantell, años 20 del siglo XX |
Un siglo después, la economía isleña sigue sostenida por los pilares de la Pesca y su Industria, que la convierten en el primer Puerto en capturas en fresco de Andalucía y el segundo de España, además del Turismo y la Agricultura.
1.- Semanario La Higuerita 9-1-1921.

domingo, 2 de abril de 2023
José Alsina Subirá y Guillermo Nieto Guerrero, autores de la primitiva imagen y del paso que portó a Padre Jesús del Gran Poder de Isla Cristina.
Articulo publicado en el periódico La Higuerita 1-4-2023
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Jesús del Gran Poder en su paso con las andas en el suelo dentro de la capilla del Grupo Escolar Ntra. Sra. de los Ángeles. |
En un anterior artículo publicado en LA HIGUERITA, 1 de marzo de 2021, coincidiendo con el centenario de la bendición de la primitiva imagen de Ntro. Padre Jesús del Gran Poder, desaparecida en 1936, y que presidía la Capilla del Grupo Escolar “La Ermita”, hacíamos referencia, al descubrimiento de la autoría hasta aquel momento desconocida, del autor de dicha imagen, el escultor con taller en Madrid José Alsina Subirá, según la pista que nos aportaba un artículo publicado en el Heraldo de Madrid.
Tras hacer diferentes averiguaciones, conseguimos ubicar su taller en varias direcciones de la capital de España, y en diferentes años, así como la autoría de un número importante de obras repartidas por la geografía nacional así como en la iglesia Jesuita de la ciudad de Lima (Perú), donde a finales del siglo XIX ya había realizado un San Ignacio de Loyola de magnifica ejecución. Me lamentaba en aquella ocasión, de que no hubiera nada escrito sobre este artista español de la imaginería y la escultura, y solo había podido acceder a pequeñas referencias y varias fotografías de algunas de sus obras.
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Imagen de San Ignacio de Loyola, obra realizada por José Alsina Subirá que se encuentra en la iglesia de San Pedro en la ciudad de Lima (Perú) Foto: Revista IHS |
En esa búsqueda infructuosa, donde aún desconocemos su lugar de nacimiento y fallecimiento, hemos podido toparnos con un dato importante y que nos facilitará poder seguir investigando sobre el imaginero Alsina Subirá, ya que todo apunta a que tras la realización de la imagen del Nazareno de Isla Cristina, desconocemos la fecha exacta, marchó a América. Nos da fe de ello, el Anuario Nacional Peruano1, donde nos afirma que el 3 de enero de 1930, don José Alsina Subirá, fue nombrado Jefe de la Sección de Escultura y Madera de la Escuela de Artes y Oficios de Lima, capital del Perú.
La primera salida2 procesional del Señor de Isla Cristina, tuvo lugar el 25 de marzo de 1921, intuimos que sobre unas andas desde la que desconocemos su autoría, y no es hasta 1924 cuando según la prensa local se estrena un nuevo paso tallado. Este paso, fue obra del tallista dorador Guillermo Nieto, un dato que ya conocíamos y que fue publicado en la prensa local, y que también recoge Juan Antonio Columé Breval en su libro “El Señor de Isla Cristina, vida de una cofradía” “el nuevo3 “paso” es una cosa artística en grado sumo y de un valor absoluto; por su trabajo admirable, por su excelente dorado y en suma por estilo “barroco” de gran mérito, destacándose las cuatro cartelas de las esquinas en las que se observan, tallados con acierto, efectos de Martirologio".
La prensa4 sevillana de la época, nos aporta el segundo apellido del Sr. Guillermo Nieto Guerrero. “En los talleres de dorado que el señor Nieto Guerrero posee en la calle Pi y Margall 19, (hoy Cerrajería, una calle corta y peatonal no excesivamente ancha, y que comunica a la calle Cuna con la de Sierpes) acaba de construirse un magnifico paso, estilo barroco para la imagen de N.P. Jesús del Gran Poder de Isla Cristina (Huelva). La obra, que es un modelo de perfección, lleva en las esquinas cuatro artísticas cartelas del mismo estilo. En los mismos talleres del señor Nieto, que tiene adquirida ya fama general, se han labrado reciente cuatro altares para la capital; dos de estilo gótico y dos de estilo barroco, que son otras tantas obras de justa nombradía. Felicitamos al Señor Nieto que ha alcanzado indiscutiblemente uno de los primeros nombres en esta clase de trabajos y que acredita diariamente sus talleres con obras dignas de ser admiradas”.
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Ntro. Padre Jesús en su paso, descansado por zancos en la puerta de su capilla. |
El paso del Señor del Gran Poder de Isla Cristina, era de dimensiones pequeñas, dotado de un
cajón y canastilla dorado, con un armazón de madera cerrada y respiraderos tallados,
y en su parte superior, una canastilla también tallada para que la imagen
pudiera destacar en altura. Disponía de cuatro trabajaderas para los cargadores
que sobresalían en la parte delantera y trasera y que se comunicaban por dentro, lo que nos hace pensar que debajo
del Señor también se cargaba al hombro, al estilo y la antigua usanza de los cargadores gaditanos
a paso de horquilla. Sus dimensiones eran las que se estilaban por aquellos
años en la capital hispalense, pasos mucho más sencillos que los de hoy y donde
se conjugaba el estilo barroco de la talla con el decimonónico del siglo XIX, rematado con candelabros en las esquinas de cuatro
luces, así como dos luces más de tulipas en los costeros. Estas dimensiones eran perfectas para que la
procesión pudiera discurrir por las calles estrechas del caso antiguo de la
localidad y la zona del antiguo mercado de abastos.
Este artesano sevillano, entre otros trabajos, también realizó el paso del Cristo de la Expiración de Córdoba5, que fue estrenado durante la estación de penitencia del año 1929.
Curiosamente, el Hermano
Mayor que adquirió aquel paso tallado así como las insignias representativas de
gran calidad que aún posee la Hermandad, (juego de varas, bocinas con sus paños
bordados, etc.) fue don José Oliva Gómez, administrador de la fábrica de luz
eléctrica “La isleña” y padre del insigne escultor, pintor, tallista, imaginero
y montador de altares don José Oliva Castilla, autor del magistral paso
del Santo Entierro de Isla Cristina.
Desconozco que fue de este
paso, y si también pudo acabar destrozado por las turbas que asaltaron todas
las imágenes que recibían culto en la
capilla del Colegio, si fue a parar a alguna que otra localidad o acabó en el
olvido como leña.
Tras la Guerra Civil y la
reorganización de la Cofradía en 1940, siendo Hermano Mayor don Juan Mirabent
Gutiérrez, con la llegada de la actual imagen de Ntro. Padre Jesús, obra del
insigne imaginero don Antonio Illanes, por la donación que doña Francisca Feria
había realizado tras el fallecimiento de su esposo en el naufragio del Purita
Pérez en 1939, en 1941 estrena un nuevo paso6 realizado por el
carpintero Manuel Domínguez, que fue ampliado con un calvario al año siguiente,
siendo exornado por don Manuel Carrasco Fragoso “Manolito el de los Santos”
1.- Anuario Nacional Peruano Gran
Revista Administrativa, Legislativa, Judicial, Comercial, Industrial, Artística
y Deportiva de 1930.
2.- Semanario La Higuerita
27-3-1921
3.- Semanario La Higuerita
21-4-1924
4.- El Correo de Andalucía 12-4-1924
5.- Hermandad de la Expiración de
Córdoba
6.- Columé Breval, Juan Antonio.
El Señor de Isla Cristina. Vida de una Cofradía.
