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Periódico ABC, 1-9-1938. Auxilio Social en Isla Cristina. Foto mejorada por José M. Figuereo. |
A lo largo de los tiempos, el ser humano, sabedor de que no es ajeno a las circunstancias que lo rodean, ha mostrado su compromiso en favor de los más débiles, es esta la más noble expresión de dignidad, responsabilidad y solidaridad.
No siempre los organismos públicos
llegaron a todos los sitios para paliar las injusticias sociales, con los ojos
del corazón abiertos a los que sufren.
Con el devenir de los tiempos, nos hemos
acostumbrado a convivir con una cultura que ignora, que excluye, oculta y
silencia los rostros del sufrimiento y la pobreza. Aunque siempre no es así. La
Caridad es el compromiso transformador que se hace urgente al tomar conciencia de las necesidades de muchas otras personas.
Es la doctrina social que diariamente ejerce la Iglesia, pero también, la de
muchas personas comprometidas que han entendido que estas situaciones no son fruto
de la casualidad, que cualquiera puede
llegar ahí y que es la consecuencia de los errores, de la injusticia social, de
la miseria moral, de la codicia de unos pocos y de la indiferencia generalizada
de muchos.
En estos tiempos tan complicados que
padecemos de paro y pandemia, muchas son las personas y familias enteras que se
han visto abocadas a tener que recurrir a esa caridad que alimente sus
estómagos y les mate el hambre.
Los Servicios Sociales Municipales,
Cáritas Diocesanas, las Hermandades y un sinfín de anónimos voluntarios han
sido, y siguen siendo, ese sostén
humanitario donde recurrir ante la necesidad.
Isla Cristina es solidaria, siempre lo
fue, y siempre hubo filántropos que por
una razón u otra hicieron mucho más fácil la vida de sus convecinos.
A comienzos de 2.013, Manuel Carrasco de los Santos, en
agradecimiento a la sanación de su ex mujer e hija, las dos enfermas de
gravedad, decide, dar gracias a Dios con un gesto hacia los más necesitados “Quería algo que no fuera una ayuda puntual,
sino que fuera permanente”.
De ahí nació la idea
del Comedor Solidario
de Isla Cristina. Para ello, buscó la ayuda de su primo Manuel Núñez Carrasco,
y se pusieron en marcha para encontrar un local, que gentilmente y hasta la
fecha, ha sido cedido de forma gratuita por la familia de José García Frigolet.
A este proyecto, fueron uniéndose nuevas personas que formaron parte de la
Junta Directiva y buscaron entre todos, los recursos necesarios para adaptar y
poner en funcionamiento dicho comedor. La primera piedra
se colocó en agosto de 2.013, abriendo sus puertas en abril de 2.014.
Actualmente la
Directiva está formada por Manuel Carrasco de los Santos y Manuel de Jesús
Núñez Carrasco, dando de comer
diariamente a unas 120 personas, llegando a atender al comienzo de la pandemia cada
día a unos 350 usuarios, gracias a las donaciones de empresas y particulares.
Inmersos en la conmemoración del centenario de la
inauguración del Grupo Escolar Ntra. Sra. de los Ángeles (La Ermita), encontramos una publicación1 sobre
la labor social que se desempeñaba en sus instalaciones además de la educativa,
ya que en septiembre de 1936, además de colegio, se usaba como comedor para
niños pobres, servidos por “guapísimas
jóvenes, ataviadas con delantales de una nitidez impecable”.
Cuenta el autor que fue recibido a su visita por la “bellísima señorita Juanita Cabot”, quién
dio toda clase de informes, llevándolo a una casa contigua, propiedad de Doña
Nazaria Contreras, quién no cobraba nada por el alquiler, por tratarse de una
obra benéfica y donde estaba instalada la cocina y el almacén de comestibles.
En aquella casa, fue recibido por la cocinera Juana Olivera y por las
sirvientas Carmen Mascareña y Felipa Rodríguez, quienes tenían todo bien
organizado y la limpieza era extraordinaria así como la ordenación del almacén.
Cuenta el corresponsal, Herencia, que a las 12 de la mañana
llegaron a almorzar los niños, en correcta formación. En amplias mesas con
limpios manteles de hule, “estaba
la ración de pan en cada asiento, los niños se colocan en sus sitios respectivos,
y las chicas jóvenes comenzaron a actuar”. En los infantiles rostros se
reflejaba la alegría de los chicos ante el humeante y condimentado cocido,
obligándoles a adoptar buena postura en la mesa y se les enseñaba a la vez a
comer bien. Preguntando a uno de ellos dijo:
“Con este son dos platos los que me he comido de cocido”. Hay uno,
de cuatro años, al que le vemos comer con un apetito devorador; no
aparta la vista ni un solo momento del plato. Juanita Cabot, se acerca y dice: “con respecto a este pequeño, que hacía
tres días tenía fiebre de 39 grados, y le han desaparecido por completo.
¡Prodigios del cocido!”. En un lugar aparte, otro grupo de jóvenes se
encargaban de partir en trozos pequeños la carne, el tocino y el chorizo, para
irlo después distribuyendo a cada niño.
En el mismo local, se encontraban don Cristóbal Cabet y don
Enrique Martín López, ambos pertenecientes a la Comisión de las Cocinas
Económicas y que eran los que tomaban más parte activa en el desenvolvimiento
de las mismas quienes apuntan para que al cronista no se le olvide que diga en
su periódico que “esta comisión agradece
mucho a doña Nazaria Contreras el que no cobre nada por el alquiler de la casa
donde están instaladas la cocina y el almacén de víveres, diga también, que los obreros de la almadraba “La Regente”
al cobrar la liquidación, han dejado cantidades con las cuales se ha llegado a
reunir 1400 pesetas; y al serle preguntado con qué objeto daban esas pesetas,
contestaron al gerente del Consorcio Nacional Almadrabero, don Antonio
Cañavate Sánchez, que las entregase él
en el sitio donde estimase hacían más falta, entregando para las cocinas 700
pesetas, y el resto lo ha destinado a Falange Española. Nuestro agradecimiento
a esos honrados obreros, que con su aportación a estas cocinas han demostrado
tener un corazón noble y generoso. Diga también en el periódico, a los señores
que tienen fijadas cantidades para el sostenimiento de las Cocinas Económicas,
que no pongan reparos al presentarles los recibos al cobro; y a los que aún no
han fijado cantidad, que ya es hora de que lo hagan, porque es propósito de
esta Comisión dar comida al mayor número posible de niños, y espera de todos
los buenos isleños su aportación, por pequeña que sea, para conseguirlo”.
Los nombres de las señoritas que prestaban tan humanitariamente
servicios en aquella cocina eran las siguientes:
Juanita Cabot Milá, Conchita Casas Orta, Rita Nieves Abreu,
Rita y Lolita Milá Nieves, Inesita Milá Rodríguez, Esperanza y María Navarro,
Esperanza y María Cabot Castillo, Elo Moreno, Luz Salvatierra, Margarita
Sánchez, Dolores Gil Bueno, Paz González y doña Ángeles Samoane de Fernández.
También la prensa2 local, aunque muy brevemente,
se hizo eco la valía de este comedor para niños pobres, afirmando que: “La obra
es altamente meritoria”
Desconocemos, desde cuándo, y cuánto tiempo estuvo en
funcionamiento el Comedor de “La Ermita” ya que iniciada la Guerra Civil, desde
el régimen franquista se crearon en casi todo el territorio dominado, los comedores de Auxilio Social, una organización
de socorro humanitario para niños
necesitados, como bien nos apunta el periódico ABC, con una fotografía
realizada en el Comedor de Auxilio Social de Isla Cristina y publicada el
1-9-1938.
El altruismo y la solidaridad han sido dos factores en la sociedad que han
posibilitado un mejor desarrollo de las personas, que complementa la labor de
la administración pública, cuando no llega o tarda, pero sin suplantarlos, son una herramienta
imprescindible de gran apoyo, de filantropismo,
conciencia, responsabilidad social, y de caridad cristiana, que dignifican y hacen grande a los seres humanos.
1.- La Unión, diario gráfico independiente. Isla
Cristina, Cocinas económicas, Fdo. Herencia.
Sevilla 25-9-1936
2.- Periódico La Higuerita 14-9-1936
3.-Periódico ABC,
1-9-1938. Auxilio Social en Isla Cristina, organización de socorro
humanitario durante la dictadura Franquista. Foto mejorada por José M. Figuereo
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